"Fuego a discreción, que no haya supervivientes". Victoria Prego

25-04-07



PREGUERIAS

Fuego a discreción, que no haya supervivientes

VICTORIA PREGO

Lo sucedido por la tarde en la sala del juicio puso la pimienta a una jornada que había empezado plúmbea y sin sentido, pero en el ánimo de la mayoría de los presentes dejó una sensación amarga, como de lapidación de un cadáver ante el César para su mayor solaz. Aunque ahora parece que el cadáver se ha revuelto contra su matador y anuncia venganza.


Las intervenciones, ayer, del comisario de Policía Enrique García Castaño, y del fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, compusieron un dúo que actuó como un conjunto de natación sincronizada que se dio las réplicas con ritmo, con buen estilo homicida y con extraordinaria eficacia. La cosa consistía en desmentir a Agustín Díaz de Mera, el que fue director general de la Policía con el Gobierno Aznar, que hace unos meses cometió la inaudita imprudencia de acudir a la radio a denunciar la supuesta existencia de un supuesto informe, supuestamente encargado por el que fue comisario general de Información, Telesforo Rubio, en el que supuestamente se indicaba la conveniencia de indagar posibles indicios de vínculos entre ETA y los islamistas. Informe que, supuestamente, había sido modificado por orden del propio Rubio de modo que lo que se dijo finalmente en el mentado informe fue, justamente, que no existía ni por asomo el más mínimo indicio de tales vínculos. Hasta aquí la hemorragia verbal de Díaz de Mera en la emisora de radio, sostenida en esencia hace unos días ante el tribunal. (.../...)

Díaz de Mera decía tener una fuente de primera para decir lo que dijo. Bueno, pues la Fuente declaró ayer. Y no es que desmintiera a su antiguo superior: es que no dejó opción a que ni una sola brizna de lo declarado por el otro ante el tribunal pudiera, aunque fuera tambaleándose, mantenerse de pie. Lo laminó literalmente. Lo liquidó.

Jamás. «Jamás» fue la palabra que la Fuente repitió una y otra vez para dejar claro que de ninguna de las maneras él le contó a quien aún llama «su amigo» lo que «su amigo» se lanzó luego a contar a toda velocidad y sin frenos. O con los frenos convenientemente limados para la ocasión. Fuego a discreción. No hay supervivientes porque no estamos ante el clásico dilema de echar a pelear la palabra de García Castaño contra la de Díaz de Mera. Sucede que, al no poder probar lo que dijo, el antiguo director general se ha quedado desnudo y solo en mitad del descampado, centro inerme de una diana contra la que cualquiera puede disparar.

Y a eso, a disparar, se dedicó precisamente el fiscal Javier Zaragoza, que tuvo una intervención destinada de forma prioritaria a triturar políticamente a su objetivo. Lo desagradable de la escena vivida ayer estuvo en la evidencia de que, desde el punto de vista del proceso, el asunto del monumental patinazo de Díaz de Mera no tiene gran relevancia, aunque sí la tenga, y mucha, en las trincheras de los partidos. Ya se sabe que para el PSOE es importante mantener que el PP mintió hace tres años y que sigue mintiendo hoy en día sobre el mismo tema. Lamentablemente, el fiscal se comportó como si fuera el representante legal del PSOE en la causa y en fiel cumplimiento de su estrategia política. Y no tenía por qué, porque el Ministerio Público está para defender la aplicación de las leyes, no para hacer de ventrílocuo de ninguna estructura de poder. El espectáculo, por eso, resultó feo. Tanto, que, en el estrado, los letrados compartieron en voz alta su estupor.



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