¿LA UCO, PROVEEDORA DEL 11-M?

08-01-08



Editorial

¿LA UCO, PROVEEDORA DEL 11-M?


El mismo día en que la Audiencia Nacional hizo pública la sentencia sobre el 11-M, EL MUNDO ya advirtió que el esclarecimiento de lo sucedido se hallaba en «el final del principio». Y nos basábamos tanto en lo que la sentencia no resolvía -la autoría intelectual o el papel de los nuevos imputados por Del Olmo- como en las incógnitas derivadas de sus propios hechos probados.

Aunque los análisis no avalaran esta tesis, la sentencia da por probado que «todo o gran parte» de los explosivos que estallaron en los trenes provenía de Mina Conchita, y de ahí la importancia del testimonio que hoy publica nuestro periódico de Mario Gascón, confidente de la UCO.
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Gascón -que estaba citado como testigo en la vista oral pero no compareció tras ser amenazado y huir de España- relata hoy en nuestras páginas cómo él mismo -siguiendo las instrucciones de la UCO- ofreció dinamita robada en Mina Conchita a grupos de delincuentes colombianos, búlgaros y rumanos antes de que llegara a manos del comando de Leganés.

Ello corrobora punto por punto la versión en el juicio de Rafá Zouhier e incluso va más allá al acusar a la UCO de haber puesto los explosivos en el mercado. Gascón ratifica también las reuniones en el McDonald's de Carabanchel y asegura que casi todos los asistentes eran confidentes policiales.

Lo que Gascón afirma es que la UCO quería utilizar esos explosivos robados para atrapar a bandas mafiosas, lo mismo que la tristemente célebre Ucifa hacía con la droga incautada para detener a narcotraficantes.

¿Perdió el control la UCO y, al final, los explosivos acabaron en poder del comando de Leganés sin su consentimiento? Parece posible, pero habría que aclararlo y Del Olmo ni siquiera lo intentó.

La otra gran revelación de Mario Gascón es que la UCO hizo caso omiso de las advertencias de Zouhier hasta octubre de 2003, cuando le estalló en la mano un detonador. En ese momento, la UCO se tomó en serio lo que decía Zouhier y decidió seguir investigando, aunque no lo suficiente para evitar la masacre que tuvo lugar tan solo seis meses después.

El testimonio de Mario Gascón deja pocas dudas sobre su autenticidad -entre otras razones, porque se autoincrimina en el tráfico de explosivos- pero abre otras considerables incógnitas. Entre ellas, hasta dónde llegó la UCO, cuánto sabía de los tratos de Trashorras y Toro y si vendieron alguna cantidad de dinamita a ETA. Todo ello sigue pendiente de aclarar, como otras muchas incógnitas sobre el 11-M.

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