'La UCO puso en el mercado los explosivos que se usaron el 11-M'

08-01-08



HABLA MARIO GASCON, EL CONFIDENTE HUIDO DE LA GUARDIA CIVIL

'La UCO puso en el mercado los explosivos que se usaron el 11-M'


«Yo mismo ofrecí esa dinamita a varios grupos de colombianos, rumanos y búlgaros, siguiendo órdenes. Más tarde, Zouhier se lo ofreció a los moros»

ANTONIO RUBIO

MADRID.- «Los explosivos que se utilizaron en el 11-M fueron puestos en circulación por la UCO de la Guardia Civil». Así de contundente es Mario Gascón, ex colaborador de la Unidad Central Operativa y que se encuentra huido de España desde hace más de tres años. Gascón, que fue fraile mercedario y director de discotecas antes de convertirse en confidente, va aún más lejos: «Yo mismo, y por orden de la propia UCO, ofrecí esa dinamita a diferentes grupos de colombianos, rumanos y búlgaros que hacían de porteros y hombres de seguridad en las discotecas de Madrid».


Gascón, con el que EL MUNDO ha estado reunido durante tres días, salió de España a finales de 2004, después de recibir amenazas desde la UCO.

«Después del 11-M, el capitán Paco me amenazó con una pistola y me dijo que no contara nada», afirma Gascón. El ex colaborador de la UCO asegura que el oficial de la Guardia Civil sentenció mientras mantenía la pistola en su pecho: «Este marrón se lo van a comer los moros».
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Gascón tuvo una participación muy activa en todo lo relacionado con los explosivos que llegaron hasta manos de Jamal Ahmidan, El Chino, y que después, según la sentencia, fueron utilizados en los atentados. Primero convenció a Rafá Zouhier para que trabajara para la UCO (noviembre de 2001), después lo sacó de la cárcel con la ayuda de la Guardia Civil (febrero 2002) y más tarde participó en una operación (junio-julio 2002) para vender dinamita a colombianos, rumanos y búlgaros. Gascón, que comenzó a colaborar con la Unidad Central Operativa en 1999, estaba considerado por esa Unidad como uno de sus mejores informantes.

El ex director de discotecas conocía muy bien a El Chino y mantuvo relaciones comerciales con el autor material de los atentados. «Yo mismo ofrecí a diferentes grupos de colombianos, búlgaros y rumanos los explosivos que más tarde llegaron a manos de Jamal y de su grupo», ha reconocido a EL MUNDO.

La UCO, siempre según las declaraciones de Mario Gascón, quería hacer una jugada a tres bandas: «Poner los explosivos en el mercado, esperar a que alguien picara y de esa forma detener a vendedores y compradores. Vamos, una operación redonda que tendría una amplia repercusión y que aportaría muchas medallas a los miembros de la UCO». Según sus cálculos, esa operación, que podría ser considerada como un delito provocado, «se puso en marcha a mediados del año 2002, después de que Rafá Zouhier saliera de la cárcel de Villabona y antes de que le explotara un detonador en las manos».

Mario Gascón, que ya ha cumplido los 40 años, se ha convertido en un testigo negativo para la UCO, la unidad que todavía dirige el coronel Félix Hernando. La reunión entre Gascón y EL MUNDO se produjo el pasado mes de diciembre, y en ella el ex confidente fue recordando y desgranando su trabajo en la unidad especial de la Guardia Civil, así como todo lo que ocurrió con los explosivos del 11-M antes, durante y después de los atentados.

La primera vez que Rafá Zouhier habla de los explosivos es en noviembre de 2001, cuando Gascón se traslada a la cárcel de Villabona en compañía del alférez Víctor (cuyo nombre real es Jaime) para intentar captar al marroquí como confidente. Zouhier había participado en septiembre de ese mismo año en un robo a una joyería en la provincia de Oviedo con un grupo de marroquíes que se dedicaban a los alunizajes.

En Madrid, ese tipo de delitos se había convertido en un grave problema y Gascón pensó en matar dos pájaros de un tiro: «Convencí a Jaime (alférez Víctor) de que Rafá podía ayudarnos a descubrir esa banda y así favorecía a los dos. Rafá era un tío que me caía muy bien y muy divertido y, además, ya había trabajado conmigo como hombre de seguridad en un puticlub».

Zouhier acepta automáticamente la oferta de su amigo para convertirse en colaborador y en aquel mismo instante le traslada su primer soplo: «Aquí dentro me han ofrecido 150 kilos de explosivos y el tío que los vende se llama Toro».

Inmediatamente, Gascón traslada la confidencia al alférez Víctor y éste considera que «eso es una fantasmada para darse importancia». El resultado final es que la UCO no cree a Zouhier y decide que el marroquí siga en la cárcel «por fantasma». «Rafá continuó en prisión por culpa de los explosivos», opina el ex confidente.

Pero Gascón no olvidó a su amigo Rafá y volvió a la carga con otro suboficial de la Guardia Civil. En esta ocasión, siempre según el ex colaborador de la UCO, fue el sargento Caballero con el que volvió a trasladarse hasta la cárcel de Villabona: «El sargento Caballero de Valdemoro [Madrid], con el que yo había colaborado en varias ocasiones cuando dirigía la discoteca Groove en Valdemoro, me pidió un favor y yo pensé en Rafá. Caballero habló con la fiscal del caso del robo de la joyería y logró que Zouhier saliera a la calle». El marroquí, ya convertido en confidente, abandonó la cárcel de Villabona en febrero de 2002. Se da la circunstancia de que Antonio Toro había salido de la misma prisión dos meses antes, en diciembre de 2001.

La relación entre Toro y Zouhier había fraguado. Los dos delincuentes compartieron recinto penitenciario durante cuatro meses (septiembre-diciembre de 2001) y volvieron a encontrarse en Madrid, a donde Antonio Toro viajaba desde Asturias para comprar hachís y «darse algún homenaje».

«Después de que Rafá saliera de la cárcel, ya en la calle, Toro le vuelve a ofrecer explosivos. En esta ocasión eran 50 kilos y la UCO decide que entramos en el juego», dice Gascón. El mismo participa en ese juego de compraventa de explosivos: «Yo les ofrecí los explosivos a colombianos, rumanos y búlgaros, pero ninguno entró. Más tarde lo hicimos con los moros, a través de Zouhier».

Gascón llega aún más lejos en la explicación de aquellos hechos: «La orden fue conjunta para Rafá y para mí. Se sabía que había compradores dispuestos a quedarse con la mercancía y la UCO quería detener a compradores y vendedores y así conocer los objetivos de los compradores. En aquella operación se llegaron a pinchar teléfonos».

Desde que Mario Gascón se convirtió en colaborador de la UCO, cuando llegó a Madrid en el año 1999, siempre ha tenido un controlador o supervisor directo: el alférez Víctor. Tras el 11-M, el suboficial de la Guardia Civil fue ascendido a la categoría de teniente. Sin embargo, en la UCO había otros agentes con los que Gascón también tuvo relación: el número conocido como Rafael (cuyo nombre auténtico es Mariano) y el capitán Paco (también conocido como Paris). Tras los atentados del 11-M, y como ya informó EL MUNDO, este último le puso la pistola en el pecho y le amenazó con pegarle un tiro si hablaba.

Todos ellos (el agente Mariano, el alférez Jaime y el capitán Paris), siempre según las revelaciones de Gascón a este diario, estaban al tanto de la operación de venta de explosivos a colombianos, búlgaros, rumanos y marroquíes: «No sé exactamente quién dio la orden de poner en marcha la operación de venta de explosivos, pero el capitán Paco estaba al tanto de todo y supongo que el coronel Hernando también. Jaime [el alférez Víctor] es un agente de calle y no tiene capacidad para tomar decisiones».

El propio alférez Víctor tuvo que reconocer el pasado 9 de abril, durante la vista oral del 11-M, que efectivamente conocía a Mario Gascón y que éste trabajaba o colaboraba con la UCO. Esa misma información también aparece recogida en un documento interno de la Guardia Civil aportado al sumario de los atentados el 19 de julio de 2004. En él se aclara que Gascón es colaborador y que, además, «podría acogerse a los beneficios de la Ley de Protección de Peritos y Testigos».

Después que la UCO ordenara a Zouhier y a Gascón que pusieran los explosivos en el mercado para detener a vendedores y compradores, el colaborador marroquí se desplaza hasta Asturias en compañía del alférez Víctor (febrero de 2003). Zouhier señala a Antonio Toro y al cuñado de éste, Emilio Suárez Trashorras, como los vendedores de la dinamita.

Más tarde, Rafá Zouhier -siempre a instancia de la UCO, según la declaración de Gascón- consigue que Toro le entregue una muestra de los explosivos. El ex fraile mercedario sabe y recuerda que «Rafá entregó al agente Mariano la muestra del explosivo que le había proporcionado Toro. En aquellos días, el alférez Víctor estaba fuera de Madrid».

Gascón también recupera las palabras del agente Mariano sobre la muestra de explosivo: «Me dijo que lo que había traído Rafá era una mierda y que no valía para nada». «La muestra la tiramos a la basura porque estaba caducada y no valía para nada», concluyó el guardia civil.

Con aquellas palabras del agente de la UCO, Gascón dio por cerrado el tema de los explosivos y no volvió a hablar de ellos hasta octubre de 2003, fecha en la que Zouhier ingresa en el Hospital San Carlos de Madrid por una agresión con arma blanca a la puerta de la discoteca Divino. Además, tiene heridas en una de sus manos porque le ha explotado un detonador.

Gascón se entera de lo sucedido y se desplaza hasta el hospital para ver a su amigo. Allí tiene noticias del detonador y automáticamente se las trasmite al alférez Víctor.

El siguiente paso consistió, según Gascón, «en que Víctor fue al hospital a ver a Zouhier y de paso a enterarse, por medio de los médicos, si la herida de la mano era efectivamente producto de las quemaduras que le había producido el detonador». Los facultativos consultados por el suboficial de la Guardia Civil confirmaron el hecho. «Y entonces la UCO recuperó de nuevo la investigación sobre los explosivos: se pincharon teléfonos y se hicieron nuevas gestiones sobre los vendedores», confirma Gascón.

Un testigo muy especial

«Un día se presentaron en mi casa Jaime (se refiere al alférez 'Víctor') y Mariano (el agente 'Rafael'). Me dijeron que me montara en el coche y me llevaron delante del juez Del Olmo». Ese día al que se refiere el ex colaborador de la UCO Mario Gascón fue el 23 de julio de 2004, según consta en el sumario del 11-M.

Gascón recuerda, perfectamente, como estaba el suboficial de la UCO y los consejos que le dio: «Jaime se encontraba muy nervioso y agarrotado y me advirtió: 'El juez te va a preguntar sobre Zouhier y los atentados. Cuanto menos digas mejor'. Y en un apartado, sin que se enterara Mariano, me recomendó que pidiera la protección de testigos».

Gascón, según reveló a EL MUNDO, siguió el guión que le marcó el alférez 'Víctor', y tiró balones fuera: «Me preguntaron por los rumanos, los búlgaros y los moros. Vi que la cosa se ponía fea y decidí que no conocía a nadie y pregunté: ¿Yo aquí en calidad de qué estoy?».

El siguiente paso del colaborador de la UCO fue solicitar la condición de testigo protegido: «Cuando pedí protección me dijeron que lo estudiarían y ya nunca más me llamaron».

Gascón fue citado a declarar en el juicio del 11-M el 23 de abril de 2007 en calidad de testigo protegido, pero no se presentó.

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