Los terroristas del 11-M hicieron dos enigmáticas llamadas a teléfonos con tarjetas de prepago de Marruecos segundos antes de suicidarse en Leganés

12-09-04



11-M, LA VENGANZA / 1.- LEGANES

Los terroristas del 11-M hicieron dos enigmáticas llamadas a teléfonos con tarjetas de prepago de Marruecos segundos antes de suicidarse en Leganés

Esta es la primera entrega de la prepublicación de '11-M, La Venganza', el nuevo libro de Casimiro García-Abadillo, que La Esfera de los Libros pondrá a la venta en toda España el próximo martes.En este extracto, el director adjunto de EL MUNDO relata cómo las investigaciones policiales condujeron en apenas unas horas el 3 de abril hasta el piso de Leganés en el que se refugiaban siete miembros del sangriento comando islamista que el 11-M había perpetrado el más terrible atentado de la Historia de España.Además, García-Abadillo reconstruye minuciosamente lo que ocurrió durante el cerco policial, que acabó ese mismo día con un suicidio colectivo de los siete terroristas y la muerte del subinspector de los GEO Francisco Javier Torronteras. Una reconstrucción que incluye la revelación de que, antes de morir, los islamistas realizaron dos enigmáticas llamadas a teléfonos móviles de Marruecos cuyos destinatarios no se conocen. Las autoridades marroquíes no han facilitado aún la menor respuesta a la petición de datos al respecto cursada por España.
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El viernes 2 de abril de 2004 acudí a la sede del Ministerio del Interior a las 14.30 horas para asistir a un almuerzo con Angel Acebes que había sido concertado una semana antes.

Si, tras los atentados del 11 de Marzo, la actividad en dicho departamento había sido frenética, ese día la tensión podía palparse incluso en los gestos de los guardias civiles que vigilan el edificio y se encargan del control de accesos.

En principio, la mañana no podía haber empezado mejor para la lucha antiterrorista. En una operación conjunta de la Policía Judicial francesa y la Guardia Civil se había producido la detención en la localidad de Dax del etarra Félix Ignacio Esparza Luri, considerado por las Fuerzas de Seguridad como el jefe del aparato de logística de la organización y miembro de su comité ejecutivo.

Esparza era el encargado del diseño y el aprovisionamiento de los comandos para realizar los atentados.

En el curso de esa misma operación, ya a última hora de la tarde del día 2, se produjeron las detenciones de Félix Alberto López de la Calle, alias Mobutu, y de Mercedes Chivite en una casa rural cercana a la localidad francesa de Angoulèma.

Mobutu, al que se atribuía la coordinación del aparato militar de ETA, fue durante años el número dos del jefe de la banda, Iñaki de Rentería. Chivite, por su parte, había formado parte del comando Madrid entre 1994 y 1995 y participó, entre otras acciones, en el intento de asesinato de José María Aznar.

Sin embargo, la noticia de ese día no era el golpe fatal que se había propinado a la dirección de ETA, sino la aparición a las 11 de la mañana de un paquete con 12 kilos de Goma 2 en el kilómetro 61 (entre las localidades toledanas de Mocejón y Algodor) de la vía del tren de alta velocidad que une Madrid con Sevilla.

Un operario de Renfe había encontrado de forma casual una bolsa de plástico de una red de supermercados bajo la vía. De ella salía un cable de 136 metros de largo. La noche anterior había llovido bastante, pero la bolsa estaba seca, lo que evidenciaba que los terroristas la habían colocado esa misma mañana y que probablemente pretendían hacer explotar la bomba de forma manual al paso del tren que salía de Madrid a las 11 de la mañana.

Al otro extremo del cable que salía de la bolsa de plástico, donde estaba conectado al detonador, tenía que haber un iniciador, pero los terroristas, seguramente sorprendidos en plena preparación de su macabra acción, huyeron dejando así inerte la carga explosiva.

Aunque a esas horas la Guardia Civil no se había pronunciado sobre la posible autoría de la colocación del artefacto -que de haber hecho explosión habría causado decenas de muertos-, el ministro estaba seguro de que se trataba de los mismos que habían hecho temblar Madrid el 11 de Marzo.

Acebes apenas probó bocado y sólo bebió un vaso de agua.

«No sabemos a lo que nos enfrentamos», me dijo visiblemente afectado.«Es terrible, pero sabemos que el grueso del comando que causó la matanza del día 11 sigue en libertad y estamos seguros de que van a volver a intentarlo otra vez. Lo que se ha descubierto esta mañana no es más que una prueba de ello». Tres días antes, el 30 de marzo, alrededor de las 12 de la noche, empleados de Renfe habían detectado a cinco individuos practicando un agujero bajo la vía del tren AVE que une Madrid con Lérida a la altura de Mercamadrid. Al verse sorprendidos, los hombres huyeron sin dejar rastro. La Policía estaba segura de que aquellos sujetos eran los mismos que intentaron hacer descarrilar el AVE Madrid-Sevilla.

PSICOSIS

En Madrid había una auténtica psicosis de que lo ocurrido el día 11 podía repetirse. Cada magrebí con una bolsa o una mochila en la mano era observado por mucha gente como un eventual sospechoso.Los trenes de cercanías bajaron su nivel de ocupación, e incluso los cines y restaurantes se vieron afectados por una clientela que tenía miedo a nuevos atentados. Los madrileños querían evitar a toda costa las aglomeraciones, los lugares cerrados y, en la medida de lo posible, los transportes públicos. Se intuía que el próximo golpe estaba cerca y que, como el primero, podría causar muchas víctimas. Era el pánico al terror indiscriminado en su estado más bárbaro e irracional.

El sábado 3 de abril amaneció con una buena nueva para la investigación.

Los agentes de la UCAO localizaron, rastreando la tarjeta de prepago correspondiente al teléfono 653026006 (que después se descubriría que era el usado por Rachid Oulad), una llamada realizada el 7 de marzo al número 654658495. Este teléfono correspondía a Mohamed Belhadj. El día 3 dicho teléfono fue intervenido por la Policía, que detectó una llamada de entrada procedente del número 636173514, cuyo propietario, según se pudo comprobar, era Gonzalo Fernández Partido, administrador de fincas de la sociedad inmobiliaria Geinsa, sita en la avenida de los Derechos Humanos, número 20, de Leganés.

Esa misma mañana, agentes de la Comisaría General de Información se trasladaron a la inmobiliaria y comprobaron que, efectivamente, Belhadj (Douar Mnoud, Marruecos, 1970) había alquilado el día 8 de marzo una vivienda en el primer piso del edificio situado en el número 40 de la calle de Martín Gaite, en el barrio de Zarzaquemada (Leganés), por la cantidad de 600 euros al mes.

En torno a las 11, Angel Acebes e Ignacio Astarloa (ministro y secretario de Estado en funciones respectivamente desde el 14-M) informaron a María Teresa Fernández de la Vega y Alfredo Pérez Rubalcaba (futura vicepresidenta del Gobierno y próximo portavoz del Grupo Socialista) de que en el curso de ese día se iba a llevar a cabo una operación policial en el sur de Madrid, en una zona próxima a la localidad de Leganés.

Y es que la investigación llevaba como un imán hacia el sur de Madrid. La confirmación del alquiler del piso por un ciudadano marroquí conectado con los atentados al formar parte su tarjeta del mismo bloque que las utilizadas en los trenes de la muerte no era más que la guinda de una serie de pistas que se venían siguiendo desde hacía unos días y que indicaban una concentración de sospechosos en torno a esa localidad madrileña.

Sobre las cuatro de la tarde ya se encontraban en los alrededores del piso de la calle de Martín Gaite unos 20 agentes de Policía.Había que confirmar que en la vivienda había gente, así que uno de ellos se acercó al portero automático y presionó el timbre del 1ºA: «Oye, ¿puedes bajar las herramientas?», dijo el policía.Al otro lado se escuchó una voz con acento inequívocamente marroquí: «¿Qué herramientas? Se ha equivocao». Efectivamente, no sólo había gente, sino que podía tratarse de los posibles terroristas.

Unos minutos después (tal vez intrigados por la extraña llamada), uno de los ocupantes de la vivienda bajó a la calle. Estuvo un rato observando y al momento vio cómo dos hombres se le acercaban.Entonces echó a correr a toda velocidad. Los dos agentes le siguieron durante unos minutos gritándole para que se detuviera, pero fue imposible alcanzarle. El fugado parecía tener alas en los pies.Se trataba de Abdelmajid Bouchar (nacido en Marruecos en 1983) que, según se supo después, pertenecía al Club de Atletismo de Zarzaquemada y era un consumado especialista en carreras de medio fondo (en 2002 fue primero en la segunda serie clasificatoria de los 3.000 metros en el XIII Trofeo Día de la Comunidad que se disputó en el estadio de La Peineta).

Alertados de lo que estaba ocurriendo (se sospecha que Bouchar pudo llamar después por teléfono avisando al resto de los ocupantes de la vivienda del cerco policial), un individuo asomó por la ventana del primer piso y, sin mediar palabra, la emprendió a ráfagas de metralleta contra un grupo de policías que se encontraban en las inmediaciones del edificio.

A las 17.30, Díaz Pintado, que trataba de conciliar el sueño en su casa, recibió una llamada que le sobresaltó: «En Leganés están disparando contra los nuestros». El subdirector operativo de la Policía, del que dependen directamente los Grupos de Operaciones Especiales (GEO), llamó inmediatamente a Guadalajara (donde se encuentra el cuartel general de dicho cuerpo de elite) para que sus unidades acudieran a toda velocidad al lugar de los hechos.

Díaz Pintado se fue hacia Leganés sin perder un instante. Casi al mismo tiempo, el comisario general de Información ponía dirección hacia el sur de Madrid (aunque un despiste de su conductor le hizo llegar algo más tarde que su jefe).

Cuando llegaron ya se había establecido un cordón de seguridad y se estaba procediendo al desalojo de las viviendas colindantes.

Dos grupos de agentes, uno situado en la calle, frente al edificio, y otro en la parte de atrás, en una zona ajardinada donde había una piscina, respondían a los disparos que, de forma intermitente, les hacían desde el primer piso. A De la Morena le impresionó al llegar, mucho más que las ráfagas de los fusiles automáticos, los gritos en árabe que procedían del interior de la vivienda.

AMENAZAS

En la zona ya había desplegados unos 200 policías y se había instalado un hospital de campaña para atender allí mismo a los posibles heridos. En medio de la balacera, los terroristas habían amenazado (esta vez en perfecto castellano) con volar el edificio.

Mientras tanto, un grupo de agentes del CNI había situado en un edificio cercano un dispositivo para detectar vía satélite todas las conversaciones telefónicas que pudieran entablar los terroristas.

La situación era muy compleja. Lo habitual cuando hay un edificio rodeado y los sitiados no pueden huir es esperar para que el cansancio acabe haciendo mella en ellos. Luego hay que tratar de entablar una negociación y lograr la rendición sin que se produzcan bajas. Sin embargo, no se trataba de delincuentes o de terroristas comunes, sino de individuos dispuestos a morir matando y que contaban, además de con armas automáticas, con una buena cantidad de dinamita.

Existía el riesgo de que, en un momento dado, los cercados (en ese momento no se sabía cuántos eran, pero por los gritos y los cánticos que entonaban la Policía calculó que podría haber al menos cuatro) pudieran salir del edificio corriendo en varias direcciones y con la dinamita adosada a sus cuerpos, provocando de esa forma una matanza de grandes proporciones.

Sobre las ocho de la tarde cesaron los disparos. Uno de los GEO intentó entablar una negociación, pero no pudo llegar a ningún acuerdo. De nuevo, uno de los ocupantes amenazó con volar el edificio. A las 20.30, Díaz Pintado dio la orden de intentar entrar en la vivienda.

Cuatro agentes (provistos de chalecos antibalas y escudos protectores) subieron al descansillo de la primera planta. Colocaron un explosivo e hicieron saltar la puerta correspondiente al 1ºA por los aires.Tras hacerlo, lanzaron varios botes de humo en el interior del piso. «Salid con las manos en alto», les gritaban. «No, entrad vosotros», respondían desde dentro.

En ese momento, los agentes del CNI detectaron varias llamadas realizadas desde la vivienda. Todas se hicieron desde el mismo teléfono. Uno de los terroristas (Serhane Fakhet) llamó a su madre a Túnez; otro (Mohamed Oulad) llamó a una hermana a Londres; otro (Jamal Ahmidan) llamó a su familia a Tetuán. Todos los mensajes eran similares, hablaban de guerra santa, de que pronto estarían con Alá y que pretendían hacer «mucha sangre».

El Chino dijo a su madre: «Mamá, voy a ir al paraíso. Estoy preparado».Posteriormente, la Comisaría General de Información rastrearía la tarjeta con la que se habían hecho las llamadas desde Leganés y detectó tres más que no fueron captadas en ese momento y que se dirigieron a Marruecos. Una de ellas a un teléfono fijo propiedad de una hermana de El Chino y otras dos a sendos móviles con tarjeta prepago. La Policía española pidió información a Marruecos para que investigara esas dos enigmáticas llamadas, a la espera de que dieran alguna clave sobre el último eslabón de la matanza.Meses después, aún no ha habido contestación.

Eran las 21.03 cuando una enorme explosión hizo temblar el edificio.Una nube de polvo y humo invadió la calle de Martín Gaite y por unos segundos no se oyó nada, sólo un silencio sobrecogedor.

Inmediatamente después, las sirenas, los gritos Pasados unos minutos, los servicios sanitarios bajaron en camilla al geo Francisco Javier Torronteras. Todavía estaba vivo, pero la onda expansiva le había pillado de lleno bajo el abdomen, seccionándole la femoral.Instantes después, murió. Otros tres agentes sufrieron diversas heridas.

La explosión fue tan violenta que derribó completamente los tabiques de tres plantas de la parte anterior y posterior del edificio.

Los restos de los cuerpos de algunos suicidas tardaron varios días en identificarse. Los fallecidos fueron: Serhane Fakhet, El Tunecino; Jamal Ahmidan, El Chino; Kounjaa Abdennabi; Mohamed Oulad; Rachid Oulad y Anouar Asrih Rifaat (nacido en Tetuán, obrero de la construcción y al que un testigo identificó en la estación de Vicálvaro como uno de los terroristas que pusieron las bombas el 11-M). Había un séptimo cadáver que aún está por identificar. Los responsables de la investigación creen que los siete participaron directamente en los atentados del 11 de Marzo.

Entre las ruinas, la Policía encontró 236 detonadores y una cantidad próxima a 30 kilos de Goma 2 Eco, tres subfusiles Sterling y uno CZ de fabricación checa. Dentro de una mochila había una libreta de La Caixa abierta en Cambrils (Tarragona) a nombre de Daoud Ouhnane (el argelino cuyas huellas fueron encontradas en la bolsa de la furgoneta que contenía los detonadores).

Tenía una tarjeta Movistar con el número 660271849. El día 5 de marzo había mantenido una conversación con El Chino, y el día 6 otra con Mohamed Oulad. Pero él había logrado escapar.

También se encontró un vídeo en muy mal estado, pero que pudo ser reconstruido por la Policía Científica. Suponiendo que la fecha del aparato fuera la correcta, habría sido grabado el 27 de marzo de 2004.

'GUERRA SANTA'

En él aparecen tres individuos delante de un pequeño cartel colgado de la pared (el mismo que aparecía en el vídeo dejado en la papelera cercana a la mezquita de la M-30, el 13 de marzo). En el centro, el más bajo de los tres sostiene en su mano derecha el comunicado que lee ante la cámara. En la mano izquierda exhibe un revólver.Lleva una túnica blanca y su cabeza está tapada con un pasamontañas.Sobre la túnica, un chaleco de cazador color verde con los bolsillos llenos de cartuchos de Goma 2. A su derecha, un individuo un poco más alto va vestido también con túnica blanca, pasamontañas y chaleco con explosivos. Lleva una cinta en la cabeza escrita en árabe en la que puede leerse: «Compañías de la Muerte». A la izquierda, el más alto de los tres viste túnica blanca y pasamontañas y luce una faja con la leyenda: «Compañías de la Muerte», y porta en su mano derecha un subfusil Sterling.

La Policía cree que la persona que lee el mensaje es el jefe o emir del comando y se trataría del terrorista cuyos restos aún no han sido identificados. Según los investigadores, el hombre que aparece a la derecha del emir sería El Tunecino, mientras que el que se ve a su izquierda sería Rachid Oulad (el mismo que aparecía en el vídeo de la mezquita de la M-30).

El mensaje, que a veces es leído en tono de recitación (lo que hace pensar que la persona que lo lee estaba habituada a dirigir rezos), insiste en sus amenazas, pero esta vez incluía referencias al nuevo Gobierno del PSOE: «Tras comprobar que la situación no ha cambiado y después de que vuestro nuevo gobernante anunciase la apertura de su mandato con más lucha contra los musulmanes y el envío de más tropas cruzadas a Afganistán, las Compañías de la Muerte y Ansar al Qaeda han tomado la resolución de seguir la senda de la bendita yihad y la resistencia. [ ] No hay diferencia entre civiles y militares: nuestros inocentes mueren por miles en Afganistán e Irak. ¿Acaso vuestra sangre vale más que la nuestra? Nos ensañaremos con los vuestros. Os atacaremos, os mataremos, traeremos la guerra a vuestras casas y no podréis conciliar el sueño ¡Sangre por sangre! ¡Destrucción por destrucción!». Entre los escombros de la vivienda la Policía halló planos y diversos documentos que apuntaban posibles objetivos de próximos atentados.Uno de ellos era el centro comercial Parquesur, de Leganés, situado a menos de un kilómetro de la calle de Martín Gaite.

También había apuntes del colegio infantil británico Brains (situado en el barrio residencial de La Moraleja). Igualmente se encontraban planos del cementerio judío y la masada (casa de campo) que hay a las afueras de Hoyo de Manzanares, localidad situada al noroeste de Madrid. El 8 de abril (Jueves Santo), 60 agentes de la Policía peinaron durante la noche el cementerio y sus alrededores en busca de explosivos.

En la madrugada del 2 de abril (un día antes de que se produjeran los sucesos de Leganés), 15 miembros de los GEO asaltaron un chalé situado en la calle del Hornillo, número 4, en la localidad granadina de Albolote. El rastreo de las tarjetas de dos teléfonos móviles, la de Kounjaa Abdennabi (665393245) y la de Rachid Oulad (653026006), que también pertenecían al lote comprado por Zougam a los indios en su tienda de Alcorcón, llevó a los investigadores de la Comisaría General de Información hasta ese punto.

Efectivamente, el día 6 de marzo Kounjaa había alquilado la citada vivienda utilizando un pasaporte falso a nombre de Mohamed Mohamed Alí. El periodo por el que se había producido el alquiler era de sólo un mes (vencía el 6 de abril), lo que hizo sospechar a la Policía que los fundamentalistas islámicos tenían previsto atentar en Granada en plena Semana Santa.

Las intenciones de los terroristas de continuar con su sanguinaria actividad quedaron de manifiesto no sólo por el vídeo hallado en Leganés y reconstruido posteriormente por la Policía Científica.El día 5 de abril, el diario Abc publicó el contenido de un fax remitido a la redacción del periódico el día 3 a las seis de la tarde (justo cuando se estaba produciendo el tiroteo en Martín Gaite). El texto (firmado también por el Grupo Ansar al Qaeda en Europa) es igualmente apocalíptico y en él se da un plazo hasta el domingo «14 de Safar de 1425» (correspondiente al domingo 4 de abril de 2004 del calendario cristiano) para que el Gobierno diera satisfacción a las siguientes reivindicaciones: -«La inmediata y completa retirada de vuestras tropas de Afganistán e Irak y el compromiso de no volver a dichos países».

-«El cese en el apoyo a los enemigos de la Umma Islámica (Estados Unidos y sus aliados) contra el islam y los musulmanes». De no ser cumplidas dichas exigencias, los terroristas amenazaban: «Si no cumplís, que esté la tristeza entre nosotros y vosotros, os declaramos la guerra y juramos por Alá el Altísimo y Sublime que convertiremos vuestro país en un infierno y que haremos fluir vuestra sangre como ríos». Probablemente si la Policía no hubiera localizado el piso de Leganés, ese mismo fin de semana los terroristas se habrían trasladado a Granada para demostrar que no hablaban en vano.

NARCOTRAFICO

Era evidente que el núcleo principal de la célula que atentó contra los trenes el 11 de Marzo había decidido iniciar una alocada carrera de asesinatos en masa que debía terminar tarde o temprano con su propia muerte. Sólo así se entiende que en los días previos a esa fecha se dedicaran a sacar dinero de sus cuentas de ahorro e incluso a hacer operaciones de narcotráfico. El Chino, por ejemplo, acudió el día 4 de marzo a Ibiza para cerrar un negocio relacionado con las drogas. En el registro de la casa de su primo Hicham, la Policía localizó 53 kilos de hachís, miles de pastillas de éxtasis, cocaína, heroína y 19.000 euros en efectivo.

Cuando fue detenido, Zougam tenía en su casa 7.650 euros en metálico y Bekkali otros 10.925. La hermana de los Oulad, Naima, sacó el 6 de marzo 10.000 euros de su cuenta del Banco Popular.

En total, la Policía localizó 30.000 euros en efectivo entre las ruinas del piso de Leganés.

El horror provocado por el fanatismo religioso iba a tener un espeluznante epílogo en la madrugada del 19 de abril. Dos vigilantes del Cementerio Sur de Madrid observaron una alargada columna de humo, se acercaron hasta la Sección 15 del camposanto y encontraron un ataúd tirado en el suelo y en llamas.

Avisaron inmediatamente a la Policía. El cuerpo carbonizado pertenecía al subinspector de los GEO Francisco Javier Torronteras (tenía 41 años, estaba casado y tenía dos hijos), que había perdido la vida tras la explosión del piso de Leganés. Los profanadores habían roto con un pico la placa de mármol que cerraba el nicho número 80 de la Sección S, donde descansaban sus restos mortales.Después lo trasladaron en una carretilla unos 700 metros. En su cabeza pudo detectarse un gran orificio, lo que hizo pensar que, antes de rociar el féretro con gasolina para incinerarlo, le clavaron el pico en la frente.

Los agentes expertos en islamismo creen que la salvaje profanación fue fruto de la venganza por parte de los miembros de la célula del 11-M que están todavía en libertad. La tradición islámica obliga a enterrar los cadáveres, orientados hacia La Meca, en las 24 horas siguientes a la muerte, tras haber sido lavados y amortajados. Ninguno de los siete cuerpos hallados en Leganés había sido enterrado según dicha costumbre.

MAÑANA

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