Zouhier: «Yo avisé de que las armas del guardia civil llegaron a los terroristas»
15-09-04
11-M LA INVESTIGACION / El informador marroquí avisó a los agentes de la UCO en diciembre de 2003, tres meses antes de los atentados / También lo declaró el 19 de marzo en la Brigada de Información de la Policía
Zouhier: «Yo avisé de que las armas del guardia civil llegaron a los terroristas»
11-M LA INVESTIGACION / El informador marroquí avisó a los agentes de la UCO en diciembre de 2003, tres meses antes de los atentados / También lo declaró el 19 de marzo en la Brigada de Información de la Policía
Zouhier: «Yo avisé de que las armas del guardia civil llegaron a los terroristas»
ANTONIO RUBIOMADRID.- «Yo avisé de las armas que vendía el guardia civil que llegaron a las manos de los terroristas». Esta afirmación tan rotunda, tajante y directa es de Rafá Zouhier, el confidente de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, y se encuentra recogida en una carta que ha enviado a este periódico.
(.../...)
Zouhier realizó esta primera revelación el 26 de agosto ante el magistrado Del Olmo. Pero antes, informó a sus contactos de la UCO de que un compañero de ellos, llamado Pedro, y que pertenecía al acuartelamiento de Valdemoro, se dedicaba a vender subfusiles y pistolas a bandas de narcotraficantes.
El primer aviso de Zouhier se produjo en diciembre de 2003, tres meses antes de los atentados del 11-M, y se daba la circunstancia de que uno de los compradores de esas armas era el marroquí Lofti, socio de El Chino en asuntos de tráfico de hachís.
Zouhier, en su misiva, explica que también informó a la Policía de todos esos hechos cuando fue detenido e interrogado el pasado 19 de marzo: «Las armas las vendía un guardia civil corrupto que estaba fuera de servicio Yo se lo comenté todo al policía que hacía de malo [se refiere al interrogatorio al que fue sometido por miembros de la Brigada de Información]».
El alférez Víctor, miembro de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y contacto directo de Zouhier, fue el primero que supo que un compañero suyo estaba involucrado en un asunto de tráfico de armas, pero al parecer no hizo nada.
Tras los atentados del 11-M el alférez Víctor, que también había sido avisado de que José Emilio Suárez Trashorras y su cuñado Antonio Toro Castro se dedicaban a la venta de explosivos, llamó a Zouhier para recabar información sobre las personas que podrían estar involucradas en los atentados de la estación de Atocha.
Esa conversación telefónica entre Víctor y Zouhier se produjo el 17 de marzo sobre las 23.00 horas y se encuentra transcrita en uno de los primeros autos que dictó el juez Juan del Olmo, concretamente el del 20 de junio.
El guardia civil y el confidente marroquí hablan, entre otras cosas, sobre dónde vive El Chino y todo el material que el terrorista tenía almacenado en su casa: detonadores, cable, mandos a distancia y armas.
La conversación transcurrió en estos términos:
Víctor: Venga.
Zouhier: ¿Vale? Mañana ya me dirás y... y de verdad te digo ¿eh? La zona donde te he dao, la calle, estate ahí, estate ahí que hay cacho, ahí ¿eh?, ¿me entiendes?
Víctor: Ajá.
Zouhier: Vale, y aparte que... eh... tiene... tiene metralletas, tiene pistolas... ¿sabes?
Víctor: Ajá.
Zouhier: Pero mazo, mazo, eso lo he visto yo también ¿eh?
Víctor: Ajá.
Zouhier: Eso estoy seguro.
Víctor: ¿Este es uno que tu me decías que vendía, que vendía armas y tal?
Zouhier: No, no, no.
Víctor: Que era de Vallecas uno que si vendía y tal, bueno.
Según Zouhier, en esta conversación entre él y su jefe directo en la UCO queda demostrado que con anterioridad al 11-M ya informó sobre «alguien» que le estaba facilitando armas a los terroristas.Ese «alguien», siempre según el confidente marroquí, era el guardia civil Pedro, que en el transcurso de la conversación es identificado por Víctor como «el de Vallecas».
Pedro era conocido como Vallecas, tanto por Zouhier como por el alférez Víctor, porque en aquella época tenía una novia que era de ese barrio madrileño.
Tras la escucha y estudio de esa conversación, la policía identificó a Víctor como un miembro de la Guardia Civil y reclamó a la UCO que detuviera y condujera al confidente Rafá Zouhier hasta las dependencias de la Brigada de Información.
Allí, según relata Zouhier, fue interrogado en varias ocasiones sin la presencia de su abogado, pero en compañía de Víctor.
«Las armas las vendía un guardia civil corrupto fuera de servicio», repetía Zouhier cada vez que el policía le preguntaba por el origen de las armas utilizadas por los terroristas islamistas.
Pero el agente de la Brigada de Información, según figura en la carta de Zouhier, se negaba a admitir tal aseveración: «El policía me decía que no, que las armas son de Europa del Este, y que yo conozco a los búlgaros [se refería a una organización cuyos miembros son originarios de ese país y que se dedican al tráfico de armas] como portero [Zouhier ejerció de portero de discotecas, entre otras actividades]».
Zouhier recuerda todos los momentos que vivió en las dependencias de la Brigada de Información y algunas conversaciones que se produjeron entre el inspector de información y el alférez Víctor, miembro de la UCO de la Guardia Civil: «Hubo una cosa que me llamó la atención cuando el poli malo [se refiere al policía que durante el interrogatorio ejerció mayor presión] le dijo a Víctor que se estaba jugando su carrera. Víctor estaba a mí lado y se encontraba muy nervioso».
El confidente marroquí insiste en que las armas que utilizaron los terroristas, tanto la metralleta Sterling que esgrimía Rachid Oulad en el vídeo reivindicativo del atentado del 11-M que el comando islamista depositó dos días después en una papelera junto a la mezquita de la M-30 de Madrid, como las pistolas que llevaban consigo los otros miembros del grupo fueron proporcionadas o vendidas a Lofti, el socio de El Chino, por un guardia civil del acuartelamiento de Valdemoro.
Las armas, siempre según Zouhier, eran proporcionadas por el agente Pedro, que las obtenía en A Coruña y en Valencia.
El confidente marroquí, al parecer, mantenía muy buenas relaciones con el guardia civil Pedro y en más de una ocasión disfrutaron juntos de la «noche madrileña».
Zouhier también ha relatado en la Audiencia Nacional que fue el propio agente Víctor el que le confirmó que Pedro era Guardia Civil y que pertenecía a la Brigada Antidisturbios del acuartelamiento de Valdemoro.
El confidente marroquí revela en su carta que el policía «bajito y con barba» que lo interrogó en las dependencias de la Brigada de Información era amigo de Félix Hernando, el jefe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil. Finalmente, Zouhier recuerda en su carta que el coronel Félix Hernando llamó al policía para decirle que «me había escapado de mi casa y que tenía una herida en la mano
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Zouhier realizó esta primera revelación el 26 de agosto ante el magistrado Del Olmo. Pero antes, informó a sus contactos de la UCO de que un compañero de ellos, llamado Pedro, y que pertenecía al acuartelamiento de Valdemoro, se dedicaba a vender subfusiles y pistolas a bandas de narcotraficantes.
El primer aviso de Zouhier se produjo en diciembre de 2003, tres meses antes de los atentados del 11-M, y se daba la circunstancia de que uno de los compradores de esas armas era el marroquí Lofti, socio de El Chino en asuntos de tráfico de hachís.
Zouhier, en su misiva, explica que también informó a la Policía de todos esos hechos cuando fue detenido e interrogado el pasado 19 de marzo: «Las armas las vendía un guardia civil corrupto que estaba fuera de servicio Yo se lo comenté todo al policía que hacía de malo [se refiere al interrogatorio al que fue sometido por miembros de la Brigada de Información]».
El alférez Víctor, miembro de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y contacto directo de Zouhier, fue el primero que supo que un compañero suyo estaba involucrado en un asunto de tráfico de armas, pero al parecer no hizo nada.
Tras los atentados del 11-M el alférez Víctor, que también había sido avisado de que José Emilio Suárez Trashorras y su cuñado Antonio Toro Castro se dedicaban a la venta de explosivos, llamó a Zouhier para recabar información sobre las personas que podrían estar involucradas en los atentados de la estación de Atocha.
Esa conversación telefónica entre Víctor y Zouhier se produjo el 17 de marzo sobre las 23.00 horas y se encuentra transcrita en uno de los primeros autos que dictó el juez Juan del Olmo, concretamente el del 20 de junio.
El guardia civil y el confidente marroquí hablan, entre otras cosas, sobre dónde vive El Chino y todo el material que el terrorista tenía almacenado en su casa: detonadores, cable, mandos a distancia y armas.
La conversación transcurrió en estos términos:
Víctor: Venga.
Zouhier: ¿Vale? Mañana ya me dirás y... y de verdad te digo ¿eh? La zona donde te he dao, la calle, estate ahí, estate ahí que hay cacho, ahí ¿eh?, ¿me entiendes?
Víctor: Ajá.
Zouhier: Vale, y aparte que... eh... tiene... tiene metralletas, tiene pistolas... ¿sabes?
Víctor: Ajá.
Zouhier: Pero mazo, mazo, eso lo he visto yo también ¿eh?
Víctor: Ajá.
Zouhier: Eso estoy seguro.
Víctor: ¿Este es uno que tu me decías que vendía, que vendía armas y tal?
Zouhier: No, no, no.
Víctor: Que era de Vallecas uno que si vendía y tal, bueno.
Según Zouhier, en esta conversación entre él y su jefe directo en la UCO queda demostrado que con anterioridad al 11-M ya informó sobre «alguien» que le estaba facilitando armas a los terroristas.Ese «alguien», siempre según el confidente marroquí, era el guardia civil Pedro, que en el transcurso de la conversación es identificado por Víctor como «el de Vallecas».
Pedro era conocido como Vallecas, tanto por Zouhier como por el alférez Víctor, porque en aquella época tenía una novia que era de ese barrio madrileño.
Tras la escucha y estudio de esa conversación, la policía identificó a Víctor como un miembro de la Guardia Civil y reclamó a la UCO que detuviera y condujera al confidente Rafá Zouhier hasta las dependencias de la Brigada de Información.
Allí, según relata Zouhier, fue interrogado en varias ocasiones sin la presencia de su abogado, pero en compañía de Víctor.
«Las armas las vendía un guardia civil corrupto fuera de servicio», repetía Zouhier cada vez que el policía le preguntaba por el origen de las armas utilizadas por los terroristas islamistas.
Pero el agente de la Brigada de Información, según figura en la carta de Zouhier, se negaba a admitir tal aseveración: «El policía me decía que no, que las armas son de Europa del Este, y que yo conozco a los búlgaros [se refería a una organización cuyos miembros son originarios de ese país y que se dedican al tráfico de armas] como portero [Zouhier ejerció de portero de discotecas, entre otras actividades]».
Zouhier recuerda todos los momentos que vivió en las dependencias de la Brigada de Información y algunas conversaciones que se produjeron entre el inspector de información y el alférez Víctor, miembro de la UCO de la Guardia Civil: «Hubo una cosa que me llamó la atención cuando el poli malo [se refiere al policía que durante el interrogatorio ejerció mayor presión] le dijo a Víctor que se estaba jugando su carrera. Víctor estaba a mí lado y se encontraba muy nervioso».
El confidente marroquí insiste en que las armas que utilizaron los terroristas, tanto la metralleta Sterling que esgrimía Rachid Oulad en el vídeo reivindicativo del atentado del 11-M que el comando islamista depositó dos días después en una papelera junto a la mezquita de la M-30 de Madrid, como las pistolas que llevaban consigo los otros miembros del grupo fueron proporcionadas o vendidas a Lofti, el socio de El Chino, por un guardia civil del acuartelamiento de Valdemoro.
Las armas, siempre según Zouhier, eran proporcionadas por el agente Pedro, que las obtenía en A Coruña y en Valencia.
El confidente marroquí, al parecer, mantenía muy buenas relaciones con el guardia civil Pedro y en más de una ocasión disfrutaron juntos de la «noche madrileña».
Zouhier también ha relatado en la Audiencia Nacional que fue el propio agente Víctor el que le confirmó que Pedro era Guardia Civil y que pertenecía a la Brigada Antidisturbios del acuartelamiento de Valdemoro.
El confidente marroquí revela en su carta que el policía «bajito y con barba» que lo interrogó en las dependencias de la Brigada de Información era amigo de Félix Hernando, el jefe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil. Finalmente, Zouhier recuerda en su carta que el coronel Félix Hernando llamó al policía para decirle que «me había escapado de mi casa y que tenía una herida en la mano
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