Testimonio inquietante

07-09-04



11-M LA INVESTIGACION / EL ANALISIS

Testimonio inquietante


JAIME IGNACIO DEL BURGO

«Que conste que yo no quiero salir de la cárcel así como así.Porque estoy condenado a muerte: ETA, moros, delincuentes en la calle, en prisión. Y todo esto me pasa por ayudar a España».Así termina el testimonio -inquietante- de Rafá Zouhier, marroquí de 25 años, orgulloso de su condición de confidente de la Guardia Civil.
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Rafá Zouhier, desde su ingreso en prisión tras el 11-M, ha proclamado su inocencia ante todas las instituciones del Estado, incluida la Corona. Desde la constitución de la Comisión del 11-M en el Congreso viene solicitando, inútilmente, comparecer para explicar su versión de los hechos. «No es digno de pisar la sede de la soberanía nacional». Este es el argumento utilizado para negarle la palabra. La última y displicente negativa -con el voto en contra del Grupo Popular- se produjo, sin ir más lejos, en la última sesión del día 5 de octubre.

España es un Estado de Derecho. Y en nuestra Constitución, la presunción de inocencia, mientras no quede destruida por una sentencia firme, es un derecho fundamental. Por lo tanto, Rafá Zouhier -aunque puedan existir indicios conducentes a la privación provisional de su libertad- es inocente mientras no quede demostrada su participación directa en la venta de los explosivos utilizados por los terroristas del 11-M. Por tal motivo, la presencia de Zouhier ni sería una afrenta a la dignidad de las Cortes ni tampoco al honor de las Fuerzas de Seguridad del Estado, aunque sus declaraciones pudieran poner en entredicho las manifestaciones ante la Comisión de ciertos funcionarios policiales a quienes se debería pedir cuentas de su actuación, a fin de conocer si los atentados pudieron haberse evitado y no lo fueron por negligencia, culposa o dolosa, o por simples errores humanos.

Las desgarradas súplicas de Zouhier para ser oído ante la Comisión me produjeron gran desasosiego. Por este motivo, decidí realizar una actuación extraparlamentaria y ofrecer al interesado la posibilidad de explicarse por escrito. Tras conocer su aceptación, le hice llegar un detallado cuestionario de 70 preguntas, a cual más comprometida. Treinta y un folios de letra apretada componen un manuscrito de singular importancia. En dos o tres días, el interesado redactó de su puño y letra las respuestas. Su español es deficiente, pero los defectos de redacción se compensan con una exposición clara y contundente, reveladora de una inteligencia natural poco común.

Las respuestas me llegaron el lunes por la noche. Su lectura me produjo una gran conmoción. Formula acusaciones muy graves.De ser ciertas, se abrirían nuevas perspectivas en la investigación del 11-M. No voy a pronunciarme sobre el grado de credibilidad del interrogado, pero muchas de sus afirmaciones merecen ser investigadas para salvar el honor de los guardias civiles implicados por el confidente o para depurar las responsabilidades procedentes por acción, omisión o conspiración, si realmente las hubo.

En el día de hoy entregaré las respuestas de Rafá Zouhier a la Comisión de Investigación del 11-M. La negativa a escuchar de viva voz al confidente de la Guardia Civil espero sea reconsiderada.Aunque no basta con oírle sólo a él. Sería preciso abrir el abanico de comparecencias, como viene inútilmente proponiendo el Grupo Popular, a los demás confidentes y a todos los actores de la gran tragedia para avanzar en la averiguación «por abajo» de la verdad, sin descuidar los demás aspectos del objeto de la Comisión (antecedentes, actuación del Gobierno a raíz del 11-M, agitación antidemocrática contra el PP el 13 de marzo, determinación de la autoría intelectual de los atentados y medidas para luchar contra el terrorismo islamista).

Pero también el juez Del Olmo y la Fiscalía serán destinatarios del cuestionario respondido por Zouhier. Tal vez nada de lo dicho por quien creía trabajar con la «elite de España» resulte novedoso para la autoridad judicial y cuando se levante el secreto del sumario nos encontremos con una investigación a fondo de todo cuanto sugiere el confidente. Sin embargo, asuntos colaterales, como la posible colaboración entre Antonio Toro y ETA, y al menos su presunta implicación en el atentado de Santander de diciembre de 2002, deben ser objeto de investigación de la Fiscalía. Y el Ministerio del Interior, hasta ahora renuente a toda investigación sobre el asunto de los confidentes, debe dar respuesta de inmediato a interrogantes tan terribles como la posibilidad de la implicación de un agente del Cuerpo en la venta de armas a los componentes del comando de Leganés.

Siempre me ha impresionado una frase atribuida al cardenal Richelieu en 1642: «Dadme seis líneas escritas por el más honesto de los hombres y encontraré en ellas motivo para hacerlo colgar». Rafá Zouhier ha escrito, de su puño y letra, 31 folios. En ellos se contiene su verdad, la verdad de quien se siente ya condenado a muerte. Y eso es terrible. Rafá Zouhier se ha jugado mucho al contestar a mis preguntas. Espero que nadie, con autoridad, quiera interpretar al cardenal Richelieu.

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