Un guía canino afirma que el perro «habría detectado» si la Kangoo transportó explosivos

20-03-07



JUICIO POR UNA MASACRE / Las pruebas clave

Un guía canino afirma que el perro «habría detectado» si la Kangoo transportó explosivos


Dice que, si fueron 30 kilos, lo habría hecho «inmediatamente», aunque hubiesen ido en bolsas cerradas El policía que entró en la parte trasera no vio «nada que me impidiese moverme con naturalidad
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JOAQUIN MANSO

MADRID.- La declaración de un guía canino del Cuerpo Nacional de Policía volvió ayer a poner en duda una de las pruebas clave del juicio del 11-M. Según dijo, si en la Kangoo se hubieran transportado 30 kilos de explosivos -como sostiene el Ministerio Fiscal-, el perro que inspeccionó la zona de carga del vehículo «lo habría detectado inmediatamente, porque quedarían restos».

La respuesta y el tono seguro, como si fuese algo de sentido común, con el que la ofreció el testigo, cayeron como un giro imprevisto en el guión de la sesión de ayer. Por eso, el abogado de una de las acusaciones, ya fuera de turno, pidió una venia extraordinaria al presidente del tribunal para poder insistir sobre esa cuestión: «¿Y si el material explosivo hubiera ido dentro de una bolsa de plástico bien cerrada, y ésta, a su vez, dentro de una mochila con las cremalleras bien apretadas?». El guía canino ni se inmutó, y contestó que «si hay bastante cantidad, como la que dicen ustedes, es fácil que el animal la detecte. Siempre queda la manipulación de la bolsa, y ahí quedan restos». El letrado no cejó en su empeño y buscó un clavo al que agarrarse: «¿Pero podría ser que no en algún momento?». «Si hay tanta cantidad, es difícil», zanjó el funcionario sin perturbarse.
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La esclarecedora pregunta del letrado que defiende a los acusados Jamal Zougam y Basel Ghalyoun, el beligerante José Luis Abascal, se produjo casi al final de un interrogatorio que apenas había ofrecido nada relevante, aparte de afianzar algunas de las tesis del Ministerio Público, como que era posible que el perro no hubiese señalado la presencia de un pequeño resto de dinamita encartuchada bajo el asiento del copiloto o de los siete detonadores de cobre. «Depende de las circunstancias y de si desprenden olor», replicó el testigo, que también tuvo que negar repetidamente que el animal hubiese accedido a la parte delantera.

Especializado

El perro, dijo, tenía ocho años y llevaba largo tiempo especializado en detección de explosivos. Durante los cinco minutos que el can tardó en realizar su trabajo, el guía sólo observó «un chaleco reflectante, pero nada que infundiese sospechas».

Antes que él, había testificado el responsable jefe del Grupo Local de la Policía Científica de Alcalá de Henares, el único policía que entró en la furgoneta Kangoo antes de que fuese trasladada a la Comisaría General de la Policía Científica en Canillas (Madrid). Según relató, cuando llegó la grúa que iba a trasladar el vehículo apreciaron que tenía una marcha metida, lo que impedía cargarlo.

Por esta razón, aclaró, él mismo retiró el precinto policial que había puesto tras la actuación de los perros especializados y se introdujo en la zona de carga para, a través de ella, desplazarse hasta la rejilla que la separaba de la parte delantera y, desde ahí, levantar el seguro de la puerta derecha para poder abrirla y dejar la furgoneta en punto muerto.

En ese trayecto «no observé nada que me impidiese entrar ni desenvolverme con naturalidad». Antes, ya había aclarado varias veces que, cuando inspeccionó el vehículo exteriormente, «no vi nada extraño, nada que revistiese peligrosidad. Miré hacia la zona de carga y estaba en penumbra, se vislumbraba mal. Es posible que hubiese algún objeto, pero ninguno que me llamase la atención». En el auto de procesamiento del juez Del Olmo, consta que en la parte trasera aparecieron más de 100 elementos, clasificados en 61 evidencias. El testigo negó que hubiese visto la bolsa que contenía los detonadores, que hubiese comprobado si había alguna cinta en el radiocasette o que hubiese mirado bajo los asientos delanteros. Sí reconoció que se había realizado un reportaje fotográfico «del exterior de la furgoneta».

Tras otros dos funcionarios policiales que acudieron aquella mañana a las inmediaciones de la Kangoo declaró Luis Garrudo, el portero de la finca de la calle del Infantado que denunció la existencia del vehículo a la Policía. El mismo que declaró en la Comisión de Investigación después de recibir una llamada del socialista Angel Martínez Sanjuán. Entonces dijo que había escuchado a los policías que inspeccionaban la furgoneta hablar de detonadores y de una cinta coránica. Ayer, nadie se acordó de preguntarle por ello. El testigo aportó que pudo ver a tres personas merodeando el vehículo, uno de ellos cargado con dos bultos. Cuando Abascal subrayó que en la fase de instrucción sólo dijo que había visto una mochila, el conserje se desdijo: «Si entonces dije eso, me ratifico». Explicó que le llamó la atención que llevase la cara tapada, ya que no hacía frío, y que sólo recordaba «que su tez era bastante blanca».

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