UNA REUNION MUY GRAVE, UN DESMENTIDO SIN CRÉDITO

20-05-07



Editorial

UNA REUNION MUY GRAVE, UN DESMENTIDO SIN CRÉDITO


El secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, desmintió ayer -por tercera vez en sólo dos meses- que el Gobierno haya mantenido contactos con ETA después del atentado de la T-4. De este modo, Moraleda salía al paso de lo publicado ayer por la agencia Europa Press, que afirma que emisarios del Ejecutivo se reunieron recientemente con representantes de la banda. Sin embargo, y diga lo que diga el Gobierno, EL MUNDO corrobora hoy que el encuentro se celebró en Bruselas a mediados del mes de abril y que el Ejecutivo le pidió en él a los etarras que no atentaran durante la campaña, algo a lo que éstos no quisieron comprometerse.

En circunstancias normales, un desmentido como el de ayer hubiera sido suficiente para espantar los rumores de que el Gobierno ha retomado el llamado proceso de paz. Hoy, sin embargo, la credibilidad del Ejecutivo está por los suelos y, a la vista de los detalles que venimos conociendo sobre las reuniones, es evidente que éstas se han producido.

Lo primero que hay que decir es que, al haber vuelto a negociar con los terroristas, el Gobierno está faltando a su palabra. ¿O acaso no dijeron Blanco, De la Vega y Rubalcaba -éste en The New York Times con su célebre «never again»- que el proceso estaba roto después del atentado de la T-4? ¿Cómo podrán ahora explicarle a las familias de los asesinados Estacio y Palate que se han sentado a negociar con sus verdugos cuando no han transcurrido ni cinco meses desde que sus cadáveres fueron rescatados de entre los escombros?

La reunión de abril no fue un hecho aislado. Hubo un encuentro preparatorio en marzo y las dos partes acordaron volver a reunirse después de las elecciones. Al parecer, el Gobierno estaría dispuesto a hacerlo siempre y cuando no se perpetrara un atentado con víctimas o «de mucha intensidad». Esta perversa distinción entre violencia tolerable y violencia intolerable ejemplifica como pocas la mezcla de ingenuidad y voluntarismo con la que está actuando Zapatero en este asunto. Empezó a negociar con ETA sin que se cumplieran las condiciones que él mismo se había impuesto, se resistió con uñas y dientes a decir que la bomba de Barajas había sepultado el proceso y en cuanto ha podido ha vuelto a las andadas, decidido a salvarlo a toda costa. Lo ha hecho sin que ETA pusiera nada de su parte. Antes al contrario, la banda ha intensificado la extorsión y la kale borroka (ayer en Vitoria y Sestao) y ha reclutado nuevos activistas.

En lugar de volver a forjar un gran consenso antiterrorista, Zapatero ha preferido seguir engatusando al entorno proetarra con decisiones como la impugnación parcial de las listas de ANV, convencido de que será capaz de amansar a la fiera. El presidente debería volver cuanto antes sobre sus pasos para retomar la política contra ETA más fructífera de la democracia, y desistir de explorar una senda que no conduce a ninguna parte.

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