LOS AGUJEROS NEGROS DEL 11-M(V)

14-10-04

LOS AGUJEROS NEGROS DEL 11-M (QUINTA ENTREGA)

El jefe de la Guardia Civil de Asturias no investigó la trama de la dinamita


El entonces coronel y ahora recién ascendido a general Pedro Laguna guardó en un cajón el informe que le remitió la UCO el 27 de febrero de 2003 - El capitán Marful indagó sobre Toro y Trashorras y al no sentirse apoyado por el mando transmitió informalmente lo que sabía a la Fiscalía de Avilés - El citado oficial conversó con el alférez de la UCO 'Víctor' llegando a la misma conclusión sobre el riesgo que implicaban los proveedores de los explosivos

FERNANDO MUGICA

Uno de los enigmas más inexplicables en torno a los atentados del 11-M gira alrededor de la maraña de fallos consecutivos que llevó a las Fuerzas de Seguridad a no darse cuenta de la trascendencia de las operaciones delictivas de la 'célula de Avilés'. El responsable de la Zona asturiana de la Guardia Civil, Pedro Laguna, restó importancia a las investigaciones en torno a Antonio Toro y Emilio Suárez Trashorras, a pesar de la insistencia de sus subordinados, y ocultó al jefe de la Comandancia de Oviedo, Fernando Aldea -hoy jefe interino de Asturias-, el informe de la UCO que implicaba a Toro en la venta de dinamita a los marroquíes. El 11 de junio, el Gobierno ascendió a Pedro Laguna a general.

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MADRID.- La negligencia en la investigación previa al 11-M sobre los implicados asturianos en los atentados salpica al hasta ahora jefe de la zona de Asturias de la Guardia Civil, Pedro Laguna, ascendido el 11 de junio a general. La falta de entusiasmo por el tema llegó a exasperar a oficiales como el capitán Marful, que lloró el 11-M al darse cuenta de que no había conseguido interesar a nadie en algo que tal vez hubiera podido desbaratar los atentados. El actual jefe interino de la Zona asturiana, Fernando Aldea, antes jefe de la Comandancia de Oviedo, se enteró del informe de alerta remitido en febrero por la UCO cuando tomó posesión de su cargo tras la marcha de Pedro Laguna.

En Asturias hay muchas personas que no terminan de entender cómo se ha podido premiar, ascendiéndole a general, al máximo responsable de la Guardia Civil en la zona donde tuvo lugar el robo y la transacción de los explosivos teóricamente utilizados en el 11-M.

Es evidente que la responsabilidad del control y revisión de los distintos polvorines y almacenes de explosivos de todo el país es enteramente de la Guardia Civil. Pues bien, el 11 de junio de 2004, exactamente tres meses después de los atentados, el responsable de la Comandancia de Oviedo, el coronel Pedro Laguna, fue ascendido a general por el Consejo de Ministros a pesar de que fue en Asturias donde se produjeron graves fallos en el control de la seguridad de los explosivos.

Tendría que haberse producido un verdadero terremoto en la cúpula de los mandos de la Guardia Civil, máxime cuando la Unidad Central Operativa (UCO) insiste en que dejó la investigación de los sospechosos -tras las revelaciones del confidente Rafá Zouhier- en manos de la Comandancia asturiana. Pero vayamos al detalle.

La Unión Profesional de Guardias Civiles hizo pública una nota el 25 de septiembre de 2004 en la que consideraba «poco presentable» que no se llamara a declarar a la Comisión de Investigación del 11-M al que ostentaba el mando de la Zona de Asturias hasta junio pasado y que tenía a su cargo la investigación de la célula asturiana relacionada con los atentados. Pedro Laguna, sin embargo, fue más tarde incluido en la lista de comparecientes junto a su sucesor interino, el teniente coronel Fernando Aldea. Ambos podrán explicarse mañana viernes, ya que comparecerán por fin y podrán pormenorizar los avatares de la investigación fantasma que se llevó a cabo en torno a Emilio Suárez Trashorras y Antonio Toro y que no condujo a ninguna parte.

LA 'OPERACION SERPIENTE'

Todo comenzó en el año 2000 con la llamada operación Serpiente, nombre que provenía del tatuaje que tenía en un brazo uno de los delincuentes investigados en aquella ocasión. Es preciso matizar que la Zona de Asturias está dividida en dos comandancias, la de Oviedo y la de Gijón. El nombre de Piedras Blancas y los de Emilio Suárez Trashorras y Antonio Toro aparecen ya relacionados con el tráfico de armas y dinamita por drogas, según una denuncia que sale a la luz durante la citada operación Serpiente.

El teniente Medina, de Piedras Blancas, habla con su superior, Borinaga, que está al frente de la Comandancia de Gijón, sobre la posible implicación delictiva de Emilio y Antonio. Se envía al sargento Ferreiro desde Gijón hasta Piedras Blancas para tratar de aclarar la veracidad de la denuncia. Pasa el tiempo, pero no se llega a ninguna conclusión.

En junio del año 2001, la policía asturiana lleva a cabo una importante operación antidroga, la llamada operación Pipol, en la que están mezclados, entre otros, varios narcotraficantes gallegos y un policía municipal, así como Emilio Suárez Trashorras y Antonio Toro. Precisamente en el garaje de este último, la policía decomisa tres kilos de cocaína, 84 de hachís, 16 cartuchos de Goma 2 y 94 detonadores eléctricos. También dos armas de fuego con munición y dos pistolas de fogueo. Se detiene a 25 personas.

Para la policía constituye un éxito importante. La Guardia Civil se mantiene al margen de esta operación y se siente injustamente apartada al comprobar que la policía no les ha pasado la documentación sobre el caso a pesar de que se han decomisado armas y que es preceptivo, por tanto, enviar un informe al Instituto Armado.

Uno de los implicados en la operación Pipol, José Ignacio Fernández Díaz, apodado Nayo, tiene que soportar muchos meses de reclusión preventiva. Siente un agravio comparativo cuando ve que Trashorras ni siquiera ha pasado por prisión y cuando comprueba que Toro apenas si ha estado cinco meses.

Tiene el convencimiento de que ellos son los que le han vendido y acude a la policía para prevenirles de que sabe que Toro prepara explosivos para ETA. La policía, aparentemente al menos, no toma medidas, lo que termina por exasperar a Nayo. Es cuando su abogado, Carlos Alberto Tejeda, acude al fiscal para contarlo de nuevo.Una vez más, Nayo ve que no le hacen caso y vuelve a contarlo, esta vez, a la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil.

El capitán Marful le escucha y comienza una investigación con pocos medios. Utiliza incluso su tiempo libre. Hay que tener en cuenta que tanto Piedras Blancas como Avilés no pertenecen a la Comandancia de Oviedo, sino a la de Gijón. En sus averiguaciones, cuenta con la aprobación del jefe de la Comandancia de Oviedo, Fernando Aldea. Este transmite la información al jefe de la Zona, el coronel Pedro Laguna, quien a su vez informa al comandante de Gijón, Barinaga. Por la forma en que se llevan a cabo las investigaciones, Aldea se da cuenta de que ni su jefe Laguna ni Barinaga están demasiado interesados en el tema. No obstante, consigue que se forme una comisión conjunta de las dos comandancias para que se investigue el caso. Queda encargado el comandante Jambrina, que es el jefe operativo de la Comandancia de Oviedo.

LA ESTERIL BATALLA DEL CAPITAN MARFUL

Jambrina, a su vez, percibe el desinterés de Laguna y Barinaga y se limita a hacer un informe cronológico que no va a ningún lado. El capitán Marful no se da por vencido y habla por su cuenta con los fiscales de Avilés. Tiene que contarles lo que sabe fuera de las dependencias oficiales y se cita con ellos en el mesón Agora, en la avenida de Alemania. Marful percibe de nuevo que no le hacen ningún caso y entonces se decide a contárselo a un alférez y a un teniente de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, en Madrid. Uno de ellos -su apellido empieza por T pero todos le conocen como Víctor- le comenta a Marful que tienen los mismos datos sobre los tejemanejes de Toro y Trashorras con drogas y dinamita gracias a una información que uno de sus confidentes -sin duda, Rafá Zouhier- les ha dado en Madrid.

El 27 de febrero de 2003, se produce una nota informativa de la UCO dirigida a la Zona de Asturias en relación con el caso.Ni el capitán Marful ni los jefes de las dos comandancias, Barinaga y Aldea, se enteran de su contenido, ya que el coronel Pedro Laguna, el jefe de la Zona, la guarda en un cajón.

Se da la circunstancia de que Fernando Aldea se entera del contenido de esa nota cuando se hace cargo del puesto de jefe interino de la Zona de Asturias, al ser nombrado general Pedro Laguna contra todo pronóstico. Su enfado es mayúsculo, sobre todo a la vista del resultado catastrófico que ha tenido el mal empleo de la información en torno a individuos que han podido ser decisivos para llevar a cabo los atentados del 11-M. El capitán Marful llega a llorar en su despacho delante de su gente cuando descubre que todos sus esfuerzos por controlar y, en su caso, detener a Suárez Trashorras y a Toro han sido inútiles. De alguna manera, se siente responsable de no haber hecho algo más para impedir los atentados.

El enfado de Aldea llega a su cota máxima cuando, en un primer momento, se entera de que ha sido citado a declarar ante la Comisión de Investigación parlamentaria y que, al menos en un primer listado, no se llama a declarar al verdadero responsable de la Zona, Pedro Laguna.

Sobre el nombramiento de general de este último, en Asturias se hacen cábalas sobre los puestos que se han saltado en el escalafón para concedérselo, ya que no era a él a quien le correspondía el ascenso.

El propio Pedro Laguna declaró entre bromas -en una comida dos días antes del Consejo de Ministros en el que se firmó su ascenso- que su hermano, bien situado en el PSOE, había tenido que echar una mano para conseguirlo. «Pero que no se entere nadie», añadió, «ya que yo siempre he presumido de ser del PP».

Pedro Laguna ha dejado pendientes en Asturias algunos episodios relacionados con un deficiente funcionamiento de la Guardia Civil en materias que se encuentran en estos momentos en los tribunales.Por ejemplo, el relacionado con un caso de corrupción que denunció el entonces teniente -y ahora capitán- Virgilio López.

El relato de este episodio puede dar una idea de los comportamientos presuntamente mafiosos que se desarrollaron en torno a un caso claro de corrupción por parte de agentes de la Guardia Civil bajo el mando de Laguna.

CORRUPCION EN LOS VALES DE GASOLINA

Los hechos pueden parecer de poca entidad económica, pero reflejan un comportamiento. Se remontan a la primavera de 1998. Virgilio López, el teniente del puesto de Vegadeo (Asturias), descubre un fraude en la compra de gasolina. Existen documentados ante el juez vales con firmas supuestas e irregularidades en las fechas que dejan al descubierto que alguien se está llevando pequeñas cantidades de dinero, en torno a las 2.000 o 3.000 pesetas por vale.

El caso llega a un juez de Castropol quien, después de las diligencias oportunas y tras el informe de la Policía Judicial de la Guardia Civil que se encargó del asunto, determina que hay delito, pero que no existen pruebas que incriminen a una persona en concreto.Curiosamente, es el mismo juez que más tarde fue expedientado por otro asunto y que se atrevió a enviar un escrito al jefe del destacamento de la Guardia Civil de Luarca el 6 de junio de 2002 y que, según consta en el registro de entrada del acuartelamiento, dice así:

«A diario, y debido al cumplimiento de mis deberes jurisdiccionales, a veces ejecutados con gran premura de tiempo, me veo en la necesidad de circular por la carretera nacional 634 (Irún-Santiago), así como por la N-640, lo que le participo a usted con el fin de que curse instrucciones a sus agentes a fin de que me faciliten el tránsito, en la medida de lo posible y llegado el caso. A efectos identificadores de seguridad, pongo en su conocimiento que son turismos de mi propiedad los siguientes: O-4661-CB (Fiat Seicento Sporting rojo), O-0130-BZ (Fiat 130 Coupé Negro), O-8586-CG (Mercedes E-240 granate) y O-0130-CF (Fiat 130 Berlina gris plata), ordenados por frecuencia de utilización. En Castropol, a 6 de junio de 2002. El juez de Instrucción titular. Firmado: José Manuel Raposo Fernández.» No hace falta hacer ningún comentario.

Durante el proceso, Virgilio, el denunciante, recibe presiones para que abandone la demanda por corrupción. Las razones que aducen los diversos mandos, entre los que se encuentra el coronel Pedro Laguna, es que el asunto de los vales de gasolina falsificados va a dar muy mala imagen en la Dirección General sobre cómo funcionan las cosas en la Guardia Civil asturiana. El teniente se encarga de que sus quejas lleguen por escrito a las máximas instancias de Madrid, lo que provoca un aumento de la tensión.

Virgilio insiste en la denuncia y comienzan las sanciones económicas y las presiones más serias. Es un hombre popular. Fue pionero en la actuación del Seprona, las patrullas que se encargan de combatir los delitos contra la conservación de la naturaleza.Su nombre saltó a la fama cuando salvó la vida de dos osos.

Además, sus intervenciones en la lucha contra el narcotráfico le han dado prestigio entre sus compañeros. En las localidades donde le han visto trabajar se forma una plataforma ciudadana en su defensa y se recogen 3.000 firmas.

UNA PALIZA DE ADVERTENCIA

El presidente de la plataforma es un jubilado, ex director de una sucursal bancaria: Manuel Evaristo Villamil Fernández. El 20 de enero de 2003, poco después de las 00.00 horas y cuando se dirigía a su domicilio, es asaltado por dos individuos jóvenes que le propinan una paliza, a la vez que le advierten: «Esto, para que no te metas en lo que no te importa». Se le atiende en un hospital y se presenta la correspondiente denuncia por agresiones.

El calvario para los defensores del teniente Virgilio no acaba ahí. La Policía Judicial de la Guardia Civil recoge de pronto el testimonio del encargado de un club de alterne, El Edén, según el cual el agredido, junto a Virgilio y otro amigo también componente de la plataforma, Amadeo Arias López, participaron en una pelea en el local con algunos clientes a altas horas de la madrugada del día 20 de enero.

En la pelea, según el testimonio del declarante -que luego se demostraría falso-, había resultado con lesiones Evaristo Villamil.Se trataba de contrarrestar la denuncia de Evaristo y, de paso, desprestigiar a Virgilio y a los dirigentes de la plataforma.

Todos estos hechos tienen mucha repercusión en la prensa local.Incomprensiblemente, el coronel Pedro Laguna no sólo deja indefenso a su teniente, sino que lo sanciona con un año de suspensión de empleo, un periodo que comenzó el pasado mes de agosto.

En el entorno de Virgilio no pueden comprender cómo este coronel, con responsabilidad en toda la zona de Avilés en el momento en que se desarrollaron los robos y la venta de explosivos relacionados con el 11-M, ha podido ser ascendido a general. El mundo al revés.Al controlador de Emilio Suárez Trashorras le dan una comida homenaje y al responsable de la Guardia Civil de la Zona asturiana le premian con un ascenso sin respetar el escalafón.

COMIDA HOMENAJE

En efecto. En la comisaría de Avilés se premió la labor del inspector Manuel García, el controlador del confidente Emilio Suárez Trashorras, con una comida homenaje ofrecida por todos sus compañeros una semana después de que hiciera su lacrimosa declaración ante la Comisión de Investigación de los atentados del 11-M.

Los componentes de la plantilla de la comisaría de Avilés se reunieron en una comida de hermandad con la excusa de la llegada del comienzo de las vacaciones de verano. En realidad, se trataba de arropar a Manolón. Se celebró en el restaurante Pepes, el mismo local del barrio de Carbayedo, frente a comisaría, donde inspectores de Información de Madrid, junto a Manuel García, engañaron a Emilio Suárez Trashorras la noche en que después de cenar lo llevaron a Madrid con la excusa de protegerle para decirle, una vez allí, que estaba detenido.

A la comida del inspector Manuel García asistió toda la plantilla, desde el comisario Adolfo Barajas, pasando por el jefe operativo, Pablo Fuertes, así como una nutrida representación de todas las escalas del Cuerpo Nacional de Policía de Avilés.

COMPORTAMIENTO MODELICO

El máximo responsable de la comisaría, Adolfo Barajas, participó el pasado 2 de octubre en la fiesta de los Angeles Custodios con una alocución en la que enfatizó, antes de imponer cuatro condecoraciones, la inmaculada actuación de sus hombres: «Esta comisaría», dijo, «es ejemplar».

La concejala de Personal, Judith Flórez, asistió a los actos festivos en honor a los patrones de la policía y remató la faena en la comida con las siguientes palabras: «Que el año que viene sea menos complicado para esta comisaría, pero igual de eficaz».

En el Principado de Asturias, los acontecimientos en torno a los presuntos implicados en los atentados del 11-M han caminado en sentido contrario de lo que dicta el sentido común. Tal vez todo lo sucedido haya sido un simple cúmulo de desaciertos. Pero premiarlos parece fuera de cualquier lógica.

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