La Policía constata que ETA ha enviado en junio cartas de extorsión

25-06-06


ALTO EL FUEGO / Las misivas, fechadas a finales de mayo, reclaman en un tono comercial y amable cantidades que oscilan entre los 30.000 y los 60.000 euros / Los receptores han sido empresarios vascos y navarros

La Policía constata que ETA ha enviado en junio cartas de extorsión


Empresarios vascos y navarros han recibido misivas mataselladas en los primeros 10 días del presente mes y fechadas en los últimos días de mayo - La banda 'informa' al extorsionado de que tiene «las puertas abiertas para tratar cualquier tema relacionado con el proceso de liberación que está desarrollando este pueblo» y se despide con «un respetuoso y cálido saludo revolucionario»

JOSEAN IZARRA. ANGELES ESCRIVA

BILBAO. - El empresariado vasco y navarro ha recibido cartas de extorsión de ETA fechadas a finales de mayo y mataselladas en los 10 primeros días de junio. La banda se dirige a sus destinatarios en un tono amable -casi comercial- y sostiene que su intención es «invitarle a participar en la construcción del futuro de nuestro pueblo».

«Euskal Herria se encuentra en un momento de cambio político y los vascos estamos dando pasos necesarios para llegar a una situación democrática nueva», dice. «La lucha en defensa de Euskal Herria», añade, «supone un sinfín de necesidades y gracias a la ayuda de la ciudadanía podemos hacer frente a la opresión de los estados francés y español». «ETA tendrá en cuenta a los que hayan participado con su aportación en el proceso de liberación de este pueblo», afirma.
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Ésa es la argumentación de la banda terrorista, que justifica su existencia desarrollando toda una explicación demagógica. Así señalan: «Si no hubiésemos defendido con todos los medios a nuestro alcance la identidad de nuestro pueblo, la opresión de los estados español y francés hubiese acabado matando a Euskal Herria». «Debido a esa lucha se ha logrado hoy y ahora la posibilidad de ser un pueblo libre», añade.

Habla también del «escándalo» que le produce «la precariedad del trabajo» y la «distribución de la riqueza» y por todo ello solicita a sus víctimas -el verbo que utiliza es el de «pedir»- el abono de una cantidad que se encuentra entre 30.000 y 60.000 euros. Una de las cartas exige exactamente 45.000 euros.

La banda ofrece consejos sobre cómo se deben efectuar dichos abonos. «Sobra decir que todos los contactos y movimientos que realice tienen que conllevar la discreción necesaria en estos casos», recomienda y pide cortésmente: «Le agradeceríamos que, por motivos de seguridad, la ayuda económica se realice en billetes de 20, 50 y 100 euros».

Hay un punto muy representativo de la coyuntura actual y es aquél en el que le indica al empresario extorsionado, de manera aparentemente conciliadora, que tiene «las puertas abiertas para tratar cualquier tema relacionado con el proceso de liberación que está desarrollando este pueblo». Los términos de la despedida conservan el tono educado de la misiva: «Sin más, y dándole las gracias de antemano, nos despedimos con un respetuoso y cálido saludo revolucionario».

Las cartas a las que ha tenido acceso EL MUNDO incluyen el código de identificación o lenz-kia que, con una serie de letras y números, permite identificar quién es el receptor y en qué fecha concreta fueron enviadas a sus destinatarios. Y esos datos han sido los que han permitido a las Fuerzas de Seguridad deducir que, entre el pasado mes de marzo y principios del mes de junio, la organización terrorista ha podido remitir una treintena de misivas al empresariado vasco y navarro.

El hecho de que la última operación contra uno de los aparatos de extorsión de ETA haya revelado que la dirección de la banda había hecho llegar a uno de los responsables -Joseba Elosúa- la orden de no enviar cartas pero sí cobrar «deudas» atrasadas ha provocado distintas hipótesis sobre el origen de esta última remesa de cartas.

Una de las hipótesis manejadas por altos cargos del Gobierno apunta a la posibilidad de que existan células de extorsión que estarían actuando por iniciativa propia. Los integrantes de dichos grupos podrían haber fabricado ellos mismos las misivas o haber puesto en circulación, cuando lo han creído oportuno, las cartas que le fueron entregadas por la dirección de la banda antes de la tregua.

Analistas de este tipo de chantajes, empleados por ETA desde hace más de 30 años, abordan con cautela y dudas la primera de estas deducciones. En concreto sostienen que se ha analizado el tampón utilizado con el anagrama de ETA, el tipo de tinta empleado y la numeración de las últimas cartas enviadas y se ha llegado a la conclusión de que son los mismos que los usados por el Gezi, el aparato de financiación y extorsión de la banda terrorista, y que es prácticamente imposible una reproducción falsificada por parte de alguna de las células existentes.

Lo que sí ha quedado ratificado, según las investigaciones, es que el entramado desarticulado la pasada semana es uno de los muchos que forman el aparato de extorsión de la banda y que son múltiples los canales que ETA despliega para garantizar su financiación. Los investigadores han venido asegurando que prácticamente había una vía distinta empleada por cada empresario que ha decidido responder afirmativamente a la extorsión de la banda terrorista. Ni siquiera, dicen, se canalizaba todo a través del aparato económico.

Los empresarios, al recibir las cartas, acudían en ocasiones a vías tradicionalmente conocidas en el País Vasco como la desarticulada el pasado viernes, pero otras veces buscaban a conocidos que pudieran tener relación con la izquierda abertzale para saldar las cuentas de su amenaza.

Las Fuerzas de Seguridad cuentan con comunicaciones internas de miembros del aparato logístico que se ponían en contacto con sus jefes porque aseguraban haber recibido dinero de la extorsión y querían remitírselo al Gezi. Es el caso, por ejemplo, de una nota incautada al dirigente Esparza Luri, ya detenido, en la que un subordinado, preocupado porque había recibido dinero por esta vía, incluía entre el «listado de cosas que enviamos»: «Un sobre marrón. Este sobre es para Gezi. Tenemos duda de que tú seas el asunto de este tipo. De todos modos, a ver si puedes hacérselo llegar».

El Gezi ha sido considerado siempre uno de los aparatos más inescrutables de ETA dada su complejidad y el blindaje que la dirección de la banda logró proporcionarle. No fue hasta otoño de 2004, con la caída de Soledad Iparaguirre, Anboto, su última responsable conocida, cuando se conoció alguno de los métodos de funcionamiento y se supo que el aparato de financiación había dividido en 11 la estructura de ETA para controlar el remanente, los anticipos de caja, los gastos de personal, los de material, de viaje, o los extras de los que disponía cada uno de estos grupos.

En los últimos años el Gezi ha dispuesto de entre dos y tres comandos dedicados sólo al cobro de la extorsión. A ellos se les atribuye la colocación de la última remesa de artefactos explosivos en empresas inmobiliarias y de ellos se sospecha que han podido realizar algún secuestro exprés cuyo fin era el de convencer a los empresarios remisos de que les convenía pagar.

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