La Policía podría haber devuelto el tercer coche de la célula sin saberlo

08-03-07



JUICIO POR UNA MASACRE / Las declaraciones

La Policía podría haber devuelto el tercer coche de la célula sin saberlo


Una inspectora considera que los 13 terroristas que subieron a los trenes necesitaban otro vehículo para ir a Alcalá, además de los dos ya localizados


MANUEL MARRACO

MADRID.- Es posible que ande por Madrid un coche empleado por la célula del 11-M para trasladarse a Alcalá de Henares (Madrid) con mochilas-bomba. Y ni su dueño lo sabe ni la Policía ha podido obtener datos de él. Así lo expuso ayer en el juicio por la masacre una inspectora de policía que declaró como testigo y que fue la encargada de redactar varios informes para el juez Juan del Olmo.


Cuando la Policía llegó al recuento de los presuntos autores materiales, las cuentas no le salieron. Trece terroristas son muchos para los dos coches encontrados, la furgoneta Renault Kangoo y el Skoda Fabia. Falta un tercero. «De momento hay localizados dos coches y no hay que cerrar la posibilidad de que hubieran utilizado un tercero, pero, dadas las condiciones en las que los coches se suelen recuperar en Madrid, puede ser que alguno se hubiera devuelto a su legítimo propietario mediante un trámite normal... como pasó en el caso del Skoda Fabia».
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La policía se refería a la sorprendente aparición del Skoda tres meses después de los atentados, con el ADN de algunos implicados y restos de explosivo. Estaba a pocos metros del lugar donde se encontró la furgoneta, pero la Policía supo de él cuando la compañía de alquiler encontró en el maletero una funda de pistola.

En cuanto al número de autores materiales, la policía dejó algo corto el número de la Fiscalía. «Al Ministerio Fiscal le salen 12», dijo la fiscal Olga Sánchez hace unos meses ante otro tribunal. A la policía que declaró ayer le salen 13, porque 13 fueron las mochilas bomba.

«Si partimos del hecho de que tienen que ser 13 personas las que colocaron los explosivos y hemos recuperados dos vehículos -y estamos completamente seguros de que ambos fueron utilizados para trasladarse a inmediaciones de Alcalá de Henares-, el equipo podría estar formado por cuatro, cuatro y cinco personas, que hubieran utilizado tres coches, o equipos de cuatro, cuatro, cuatro y una persona».

En el abultado recuento de asuntos sin aclarar, la inspectora también incluyó el método empleado por los terroristas para escoger los itinerarios y horarios de los trenes. «No tenemos ningún dato objetivo», dijo. Sí dio por hecho que pretendían que el tren de Téllez también estallase en Atocha.

El segundo policía en declarar fue el oficial del grupo de la Brigada Provincial de Información de Madrid especialista en ETA que acudió a comprobar la furgoneta Kangoo. Llegó a las 11.00 horas e hizo, en sus propias palabras, «una inspección ocular externa». Buscaba algún «elemento identificativo» de la banda en la que era especialista. No lo encontró. «El modus operandi de ETA yo no lo vi en ningún momento por allí», dijo. Ni matrícula doblada, ni puertas forzadas, ni «elementos de suficiente entidad» que pudieran albergar u ocultar un artefacto explosivo.

«Pude ver lo que pude ver, hasta donde me llegó la vista, sin ningún objeto que obstaculizara mi visión», aclaró. Respecto a los objetos que sí pudo ver y que no cumplían con esos requisitos, dijo que «había muchas cosas y revueltas».

Pese a que el responsable del operativo en torno a la furgoneta declaró en el Congreso que el vehículo estaba vacío, el recuento hecho horas después por la Policía detallaba 61 evidencias que sumaban casi un centenar de objetos.

La visita del agente a la Kangoo precedió a las de los guías caninos, que tampoco detectaron el explosivo que había bajo el asiento del copiloto. A este respecto, aclaró que él no tuvo manera de comprobar a través de los cristales si había algo debajo de los asientos. Tampoco pudo ver la zona de carga cuando la abrieron para que entrara el perro, aunque recuerda que el animal no pareció tener que esquivar nada cuando accedió al vehículo.

El policía tampoco tuvo suerte en otro de sus cometidos. Cuando acudió a la estación de Alcalá para recoger las grabaciones de las cámaras de seguridad, se fue con las manos vacías. «Había cámaras, pero el sistema de grabación estaba anulado».

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