El Gobierno da por congelado el proceso por tiempo indefinido

11-11-06



ALTO EL FUEGO / La estrategia política

El Gobierno da por congelado el proceso por tiempo indefinido


Dice que no habrá avances hasta que ETA acredite el fin de la violencia «Nos vamos a tomar todo el tiempo que sea necesario», asegura De la Vega

FERNANDO GAREA

MADRID.- El Gobierno considera que, en la práctica, el llamado proceso de paz está congelado. No se rompe porque se mantiene el alto el fuego y porque, en todo caso, deberá ser ETA quien lo haga, pero tampoco avanza, como explicó ayer oficialmente la portavoz del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.

La vicepresidenta primera afirmó que no habrá avances mientras ETA «no acredite nítidamente su voluntad de abandonar la violencia de forma definitiva».

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La frase completa fue: «Mientras ETA no asuma que la violencia no conduce a ninguna parte, mientras no asuma que en un Estado de Derecho sólo se puede estar y actuar dentro de la ley, no sólo habrá dificultades, sino que el proceso no podrá avanzar, y no va a avanzar si no se acredita nítidamente la voluntad de abandonar la violencia de manera definitiva. Éste es el único escenario que contempla el Gobierno, no hay otro escenario».

La versión del Ejecutivo es que, después del robo de armas en el sur de Francia, es preciso abrir un periodo indefinido para comprobar si la organización terrorista tiene, realmente, voluntad de dejar definitivamente la violencia y sustituirla por la política y la vía democrática. Mientras tanto, no hará ningún movimiento ni gesto hacia ETA o Batasuna, siempre según la versión oficial.

El Gobierno no se ha fijado plazo alguno para este periodo de impasse. De hecho, la vicepresidenta primera repitió ayer tres veces la misma frase en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros: «Nos vamos a tomar todo el tiempo que sea necesario».

Según explicó, se trata de buscar solución a un problema que dura más de 40 años y, por tanto, no hay prisa. A su favor juegan los datos de los más de tres años sin víctimas mortales de ETA y los casi siete meses de alto el fuego de la organización terrorista.

Ese tiempo se empleará, según dijo, «para tener realmente una verificación clara y que quede acreditada de forma inequívoca esa voluntad de ETA. Necesitamos tener certidumbre y seguridad. El Gobierno está firme en sus decisiones y principios, con la seguridad de que no se va a dar ni un solo paso que no esté dentro de ese camino marcado».

El Ejecutivo utilizó ayer un tono más severo con ETA que en otras ocasiones. La vicepresidenta primera respondió a todas las preguntas con un mensaje más exigente hacia la banda terrorista y una imagen mayor de firmeza que la que se ha traslucido en los últimos días de interpretaciones sobre declaraciones del propio José Luis Rodríguez Zapatero. Fernández de la Vega repitió ayer que las «tres condiciones inexcusables a las que el Gobierno no está dispuesto a renunciar» son «la ausencia total de violencia, la legalidad y el respeto a las víctimas».

Es decir, que según el Ejecutivo no puede haber diálogo con ETA si se mantiene la violencia callejera y se roban armas, y no se puede constituir la mesa de partidos vascos si Batasuna no acepta la legalidad de la Ley de Partidos. «Sin ausencia de violencia no hay nada que hacer, y deben aceptarse las reglas del juego democrático, y eso es lo que hay», resumió.

Eso no quiere decir que se hayan cortado los puentes o contactos directos o indirectos con ETA y Batasuna para establecer de forma reservada la metodología de un futuro diálogo y para dar por cierta la voluntad de poner fin a la violencia.

La número dos del Gobierno se preguntó retóricamente: «¿Alguien quiere que se rompa el proceso?». Fuentes oficiales explican que lo que no hará en ningún caso el Ejecutivo es romper nada, entre otras cosas porque sería tanto como decirle a ETA que ponga fin a su alto el fuego y vuelva a cometer atentados. De hecho, recuerdan que en 1999 fue la organización terrorista quien rompió y anunció públicamente que abandonaba las conversaciones con el Gobierno de José María Aznar.

Para reforzar la imagen de firmeza, Fernández de la Vega aseguró enfática que «este Gobierno no acepta ni aceptará jamás pulsos, presiones o chantajes. Ni pulsos, ni presiones, ni chantajes de ningún tipo, vengan de donde vengan».

La pregunta que dio lugar a esa respuesta se refería a Batasuna y también a las críticas del PP a la actuación del Gobierno, por lo que podría entenderse que en el vengan de donde vengan se incluye también al principal partido de la oposición.

La vicepresidenta primera puso en práctica la estrategia del Gobierno de minimizar en público la huelga de hambre del preso de ETA Ignacio de Juan Chaos, para no concederle un protagonismo ni un liderazgo excesivo. Por eso, Fernández de la Vega no quiso opinar sobre la protesta del terrorista, argumentando que se trata de «decisiones que cada uno toma en el ámbito de su autonomía personal».

Respecto al robo de armas en el sur de Francia, la vicepresidenta aseguró que las autoridades de aquel país pidieron el pasado 30 de octubre 15 días más para «realizar más pruebas y confirmar lo que se sabe: que todo apunta a que ha sido ETA, pero falta completar esa información».


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