11-M: los enigmas llegan a juicio

11-02-07



JUICIO POR UNA MASACRE / La investigación / EL ESTADO DE LA CUESTION

11-M: los enigmas llegan a juicio


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A punto de cumplirse tres años de la masacre y a tan sólo cuatro días de que comience el juicio, las dudas sobre el 11-M se agolpan ante los tres jueces que tomaron de Del Olmo el testigo del sumario. Conforme las Fuerzas de Seguridad guiaban al instructor por la senda del clásico atentado islamista, en los márgenes del recorrido surgieron dudas que crecieron hasta arrojar densas sombras sobre esa versión oficial. Aquí están, catalogadas y actualizadas, para que el lector de EL MUNDO pueda adentrarse en los meses de vista oral sabiendo dónde buscar las piezas que le faltan al puzzle del sumario 20/2004. No son una invención periodística. El propio Del Olmo acabó reconociendo la existencia de algunas de ellas el pasado 5 de julio, en el auto con el que dijo adiós a una criatura de 241 tomos que en tres años había crecido hasta rozar los 100.000 folios.

1. LOS ARTEFACTOS

No se sabe qué explosivo estalló en los trenes

El ya ex responsable de los Tedax Juan Jesús Sánchez Manzano declaró al juez que es imposible determinar el tipo exacto de explosivos porque no quedaron restos suficientes. En el sumario se habla una y otra vez de «componentes de las dinamitas», pero no se determina cuáles. Tampoco consta ningún informe por escrito de los análisis realizados durante el mediodía del 11-M a partir de los restos recogidos por los Tedax en las estaciones. Manzano declaró al juez que no se redactó hasta el día 26 de marzo.

Hubo 10 focos de explosiones en los trenes y dos explosiones controladas en dos estaciones. Todos los expertos consideran inverosímil: a) Que en 12 explosiones no se encontrara ningún resto de cierta envergadura. b) Que el laboratorio no determinara la composición de los explosivos aunque esos restos fueran insignificantes. c) Que el laboratorio no hiciera un informe por escrito.
(.../...)

Las dudas planteadas al tribunal del 11-M por defensas y acusaciones ha llevado a los jueces a ordenar una nueva pericial de los restos de explosivo que se conservaron, esta vez en el laboratorio de la Policía Científica. El resultado deberá cotejarse con el ofrecido por Sánchez Manzano, que reconoció ante el propio Del Olmo que sus análisis no fueron «científicos» y que tampoco remitió los restos a la Policía Científica.

Es enormemente significativo que esta versión inverosímil por partida triple haya llegado aparejada a la explicación de que Sánchez Manzano cometió un error cuando declaró ante la Comisión del 11-M que se habían encontrado «restos de nitroglicerina» en los trenes. Tanto la tesis de que utilizó la palabra «nitroglicerina» a modo de sinónimo de «dinamita» -invocada al principio por Interior-, como la tesis de que estaba refiriéndose genéricamente a cualquier explosión y no a las del 11-M -expresada por el propio comisario ante el juez-, parecen insostenibles.

Si Manzano dijo la verdad ante la Comisión, creyendo equivocadamente que «la nitroglicerina es un componente de todas las dinamitas», entonces lo que estalló en los trenes no pudo ser Goma 2 ECO porque la Goma 2 ECO no tiene nitroglicerina. Sí la tiene el Titadyne que utiliza habitualmente ETA. Eso explicaría que el informe escrito no aparezca y que se diga que nunca se podrá determinar la sustancia explosiva. El nuevo análisis ordenado por el tribunal incluye un examen de muestras de Titadyne.

2. LA COMPOSICION

No hay pruebas de que se usara Goma 2 en los trenes

Está demostrado que los islamistas tenían Goma 2 ECO en el piso de Leganés, que intentaron volar el AVE en Mocejón -de forma bien rudimentaria y distinta a la técnica del 11-M- con Goma 2 ECO y que posiblemente almacenaron o manipularon Goma 2 ECO en Morata de Tajuña. Nada más. Los dos únicos nexos que acercan la Goma 2 ECO al escenario del 11-M son los casi imperceptibles gramos, supuestamente hallados en una vaina de cartucho en el interior de la Kangoo, y los 10 kilos colocados en la mochila de Vallecas.

Al margen de las dudas sobre la forma en la que aparecieron estas dos pruebas, resulta altamente sospechosa la «contaminación» con metenamina detectada tanto en la Goma 2 ECO de la Kangoo como en la muestra patrón, significativamente remitida al laboratorio de la Policía Científica para su cotejo. Esa coincidencia podría explicarse porque ambas muestras procedieran del mismo explosivo aportado por la Policía.

La deliberada manipulación policial quedó patente cuando Sánchez Manzano -tratando de que todo le cuadrara- también incluyó la metenamina entre los componentes de la Goma 2 ECO de la mochila de Vallecas. Finalmente alegó un «error de transcripción».

Más recientemente aún, Sánchez Manzano entregó al juez la analítica de la Goma 2 ECO hallada en el piso de Leganés, haciéndola pasar por la de los gramos de la Kangoo, probablemente para que Del Olmo no volviera a reparar en que el misterio de la metenamina sigue estando pendiente de aclaración.

También es significativo que cuando las partes han pedido repetir el análisis de esos gramos de explosivo, el laboratorio haya dicho que no queda muestra suficiente para garantizar su fiabilidad. Contra el criterio del laboratorio y de Del Olmo, el tribunal del 11-M lo ha ordenado.

La Guardia Civil informó meses después del intento de atentado contra el AVE de que a ellos también les había aparecido metenamina en la Goma 2 ECO hallada junto a las vías. Elaboró un informe en el que concluía que no hubo contaminación, sino que la metenamina se había generado en el propio laboratorio al someter a la Goma 2 ECO a ciertos pruebas. El tribunal ha pedido a los peritos que comprueben esa versión.


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3. LA MANIPULACION

Las tres pruebas materiales clave están en entredicho

Nadie ha podido demostrar que ni la Renault Kangoo, ni la mochila de Vallecas, ni el Skoda Fabia hallado en junio en Alcalá fueran realmente utilizados por los islamistas para preparar y ejecutar el 11-M.

Es cierto que en los dos vehículos había rastros de ADN de algunos de los suicidas de Leganés, y que en la mochila de Vallecas estaba la Goma 2 conectada a un móvil en funciones de temporizador, pero en los tres casos hay serios indicios de que se trata de pruebas manipuladas con el fin de orientar la investigación hacia los islamistas y circunscribirla a ellos.

En el caso de la furgoneta Kangoo, los testimonios ante la Comisión parlamentaria, tanto del responsable policial que la examinó en Alcalá, como del propio Sánchez Manzano, que la vio recién llegada a Canillas, son concluyentes: «estaba vacía», en su interior «no había nada». Eso mismo declararon a EL MUNDO policías de base de Alcalá, y encaja con el hecho de que los perros no olieron en su interior ni los detonadores ni los supuestos gramos de Goma 2.

Según el auto de procesamiento, en su interior aparecieron, sin embargo, más de 60 «evidencias», algunas de ellas muy voluminosas, lo que hace, por lo tanto, imposible que pasaran desapercibidas. Entre esas «evidencias» estaban los restos de ADN de los islamistas.

También resulta muy sospechoso que, pese a haber sido denunciado su robo, las puertas de la Kangoo no mostraran signo alguno de haber sido forzadas. ¿Proporcionó alguien a los ladrones una copia de la llave?

Por lo que se refiere a la mochila de Vallecas, nadie la detectó en los trenes. Ni los Tedax que revisaron reiteradamente los objetos buscando explosivos, ni el policía encargado por la autoridad judicial de custodiarlos, ni ninguno de los agentes a sus órdenes. Su procedencia sigue siendo un misterio completo, acrecentado por el traslado y depósito de los objetos procedentes de la estación de El Pozo en un pabellón de Ifema en el que no hubo un dispositivo específico para su vigilancia.

El documento de la propia Comisaría General de Información que reconoce que pudo haber sido manipulada en el recinto ferial es lo suficientemente elocuente como para poner esta prueba en entredicho de forma definitiva.

Tampoco puede pasar desapercibido el hecho de que el jefe de la Comisaría en la que apareció haya sido condenado en el caso Bono por manipulación de pruebas.

En cuanto al contenido de la mochila, también es muy relevante que los cables estuvieran desconectados -mezclando así la sofisticación con la chapuza- y que durante meses se le ocultara al juez la radiografía que refleja esta circunstancia.

El episodio por el que se le entregó al juez una réplica de la mochila de Vallecas y no el original que seguía en manos del jefe de los Tedax también contribuyó a acrecentar las dudas sobre la consistencia y autenticidad de esta prueba.

Por lo que se refiere al Skoda Fabia, ni la Policía, ni la fiscal, ni el juez han podido apuntar una teoría de cómo, cuándo y por quién fue depositado en Alcalá. El hecho de que fuera detectado por una vecina a los tres meses del atentado a muy pocos metros de donde estaba la Kangoo sugiere que fue colocado allí por esas fechas. Tan evidente es que si hubiera estado allí desde el principio habría sido detectado e incluso filmado tanto por la Policía, como por las televisiones, que Del Olmo apenas si hace referencia a él en sus conclusiones.

La opinión más generalizada es que fue colocado allí por el CNI para hacer buena su teoría e implicar a su viejo conocido Allekema Lamari en el atentado. La reciente expulsión de España del ciudadano chileno que presuntamente habría robado el vehículo para vendérselo después a El Tunecino no puede por menos que acrecentar estas sospechas.

4. LOS PROCESADOS

Los restantes vínculos de los islamistas son muy endebles

Tras la muerte de los llamados suicidas de Leganés, el único islamista al que el juez imputa la autoría de la masacre es Jamal Zougam, que ha negado reiteradamente su intervención en los hechos.

La base de su imputación es el haber adquirido un lote de tarjetas telefónicas que incluía la del móvil de la mochila de Vallecas. Si esa mochila terminara siendo una prueba falsa, es obvio que la tarjeta habría sido colocada para poder detener a Zougam. Carece de toda lógica que si hubiera intervenido en los atentados permaneciera en su casa una vez que la televisión informó desde primera hora del día 12 que se había encontrado un móvil intacto en la mochila de Vallecas. El confidente Cartagena ha declarado que nunca detectó en él actividades islamistas, pese a lo cual la Policía insistió en que le relacionara con El Tunecino.

Tanto contra los suicidas de Leganés como contra sus cómplices procesados existen pruebas: a) de su fanatismo islamista, b) de que querían cometer atentados, c) de que trasladaron algún tipo de carga de Asturias a Madrid, d) de que intentaron volar rudimentariamente el AVE, e) de que reivindicaron la masacre del 11-M, y f) de que estaban estrechamente vigilados por las Fuerzas de Seguridad.

El único verdadero nexo material entre ellos y la masacre quedaría roto si no se pudiera demostrar durante la vista oral que lo que estalló en los trenes fue la misma Goma 2 ECO que ellos tenían en Leganés y en Morata.

No está demostrado que llegaran a tener nunca la cantidad de explosivo necesario para causar las 10 explosiones de los trenes, ni siquiera que lo que tenían procediera realmente de Mina Conchita.

Las peripecias del viaje de El Chino y sus acompañantes de Asturias a Madrid el 29 de febrero de 2004 resultan altamente sospechosas. Todo indica que estaban controlados por las Fuerzas de Seguridad. Llevaban matrículas dobladas y carnés de conducir falsos, pero la Guardia Civil les dejó continuar.

Pocas días después, la dueña del coche con la matrícula original copiada por la banda fue sacada de casa de madrugada para declarar en comisaría, pero las diligencias en las que se le preguntaba por Trashorras y por El Chino fueron sustituidas por otras más asépticas.

En el caso de que todas las explosiones hubieran sido ocasionadas por artefactos idénticos a la mochila de Vallecas -y eso explicaría su carácter coordinado- cabe subrayar que ninguno de los suicidas o de los detenidos tenía los conocimientos necesarios para «montar bombas con móviles», y que ni en Leganés, ni en Morata ni en ningún otro de sus domicilios se han encontrado los instrumentos que habría sido necesario emplear.

¿Por qué no ha quedado testimonio visual de alguno de los islamistas en la estación de Alcalá de Henares en la que supuestamente abordaron los trenes? ¿Es que ninguna funcionaba?


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5. LA TRAMA PENDIENTE

No se han investigado las pistas que vinculan a ETA

¿Para quién buscaban Toro y Trashorras a alguien que supiera «montar bombas con móviles» en el verano del año 2001? El desinterés del juez por investigar ésta y otras informaciones clave incluidas en la cinta de Lavandera grabada por Campillo mantiene oficialmente esta pregunta sin respuesta.

Existen, sin embargo, importantes indicios que relacionan a la banda terrorista con la trama asturiana. El más importante, el hecho de que ETA robara en el callejón del garaje de Trashorras un coche que hizo explosionar en Santander. Desde que Zapatero mencionara ante la Comisión una nota policial según la cual esta coincidencia fue sólo fruto del «azar», no se ha aportado un solo dato más al respecto.

Tanto El Nayo como su abogado han ratificado que denunciaron en su día que la banda de Toro y Trashorras había escondido dinamita en un zulo para vendérsela a ETA. Además, esta misma semana hemos podido saber que un año antes de los atentados la Guardia Civil conoció por el preso, J. I. P.M., que Toro había negociado la venta de Goma 2 a ETA, según consta en un informe incorporado al sumario. Toro y Trashorras han sido ya condenados por el tráfico de explosivos detectado en la operación Pípol.

Tampoco se ha encontrado ninguna explicación distinta a la casualidad para la simultaneidad de las dos caravanas de la muerte: la de los etarras detenida en Cuenca con un plano de Madrid con un círculo que englobaba la zona de Morata y la de los islamistas que desembocó en la casa que El Chino había alquilado en esta localidad. Documentos del sumario demuestran que la casa de Morata fue ocupada días antes del 11-M por unos desconocidos a los que El Chino blindó para que ninguno de sus compinches tuviera contacto con ellos.

Los Cuerpos de Seguridad ni siquiera han entregado al juez la información de la Policía francesa según la cual el ingeniero electrónico de ETA Elgorriaga Kunze desarrolló en 2002 un sistema para utilizar los móviles como temporizadores, idéntico al supuestamente utilizado en el 11-M. También le ocultaron que entre el material incautado al último comando de ETA detenido en Madrid figuraba un móvil manipulado de forma muy similar al de la mochila de Vallecas.

Según consta en una nota interna de la Policía, uno de los lugartenientes de El Chino llamado Omar declaró tras la masacre que su ex jefe había entrado en contacto con ETA durante su estancia en la cárcel, que un preso etarra le había enseñado a fabricar explosivos rudimentarios y que un primo de El Chino le había comentado que ETA había pagado con droga la participación de los islamistas en el 11-M.

Sin algún tipo de relación con ETA o su entorno no se entiende la facilidad con que El Chino traficaba con droga en el País Vasco.

¿Por qué viajó El Chino a Pamplona el 13 de marzo de 2004 tras comentar a su hijo pequeño en presencia de su mujer: «estos de ETA se han pasado»?

Todos estos elementos hacen especialmente grave que el juez no haya interrogado a todos los policías que se reunieron en Avilés con Trashorras antes de detenerle, cuando EL MUNDO ha publicado que en esa conversación el ex minero aseguró que El Chino le había dicho que conocía a los dos etarras de lacaravana de la muerte. El tribunal ha aceptado que los dos etarras testifiquen en el juicio del 11-M

Nadie ha sido capaz hasta ahora de ofrecer una explicación sobre por qué Benesmail, lugarteniente de Lamari, tenía en el bolsillo del pantalón una nota con los nombres de los sanguinarios etarras Parot e Iragi. Al islamista se le incautó la fórmula de la cloratita, explosivo habitual de ETA. También Parot declarará como testigo en la Casa de Campo.

Resulta altamente sospechosa la obsesión de Interior de borrar cualquier posible rastro de ETA. Ejemplo de ello es que mandos de la Policía Científica ocultaron a Del Olmo las referencias a la banda incluidas por tres peritos en el análisis del ácido bórico incautado a uno de los supuestos ideólogos de la masacre.

6. LOS ENIGMAS

El sumario se ha cerrado con muchas incógnitas sin aclarar

El juez ha pasado sobre ascuas por el hecho de que la inmensa mayoría de los procesados fueran personas estrechamente controladas por los Cuerpos de Seguridad o directamente confidentes de la Policía o el CNI. Este último era el caso de dos de los huidos, Mohamed Afalah y Said Berraj.

Especial singularidad tienen los casos paralelos de Trashorras y Zouhier. Los dos aseguran haber estado informando a la Policía de Asturias y a la UCO de la Guardia Civil, respectivamente, sobre las actividades de los islamistas. Los dos entran en contacto por propia iniciativa tras el 11-M con sus controladores. Los dos creen estar colaborando en la investigación de la masacre. Los dos son detenidos y acusados de los atentados.

En el caso de Trashorras, la petición fiscal de varios miles de años de cárcel podría llegar a convertirle en el mayor asesino en serie de la Historia de España. Sin embargo, ni sus móviles ni su capacidad de contribuir a organizar algo como el 11-M aparecen por ninguna parte.

Llama en cambio la atención la condescendencia de la Audiencia con su esposa, Carmen Toro, y sobre todo con el hermano de ésta, Antonio Toro, que, a pesar de ser considerado como el verdadero jefe del grupo, está en libertad y sólo tendrá que afrontar cargos menores.

El único testimonio que implica realmente a Trashorras en la entrega de explosivos a los islamistas es el del menor apodado El Gitanillo, y es obvio que fue fruto de un pacto con la Fiscalía para reducir al mínimo su condena.

Sigue siendo una incógnita por qué ni las escuchas telefónicas ni los seguimientos fruto de las detalladas denuncias del confidente Cartagena desembocaron en la detención de los islamistas antes del 11-M.

Tampoco se entiende por qué el teléfono de Zouhier es intervenido el propio 11-M, por qué la UCO no le cuenta a la Policía sus denuncias sobre El Chino y sobre todo por qué, teniéndolo perfectamente controlado, ni la UCO ni la Policía detienen a El Chino antes del suicidio de Leganés.

Nadie ha explicado qué es lo que impulsa a los islamistas a quitarse la vida en el piso de la calle de Martín Gaite sin intentar matar a nadie al hacerlo, cuando, sin embargo, no se suicidaron en los trenes, lo que podía haber ampliado aún más la matanza. Además, las versiones del juez y la fiscal sobre lo ocurrido aquella tarde son incompatibles.

Nadie ha explicado por qué los geos incumplieron sus protocolos y trataron de entrar en el piso cuando el edificio ya había sido evacuado y el tiempo jugaba a su favor. Nada se ha averiguado aún sobre los móviles y la autoría de la profanación del cadáver del geo muerto.

El juez admite que no sabe ni quiénes fueron todos los autores materiales de la masacre, ni cómo llegaron a las estaciones, ni cómo distribuyeron los explosivos en los trenes. Tampoco sabe quiénes eran las personas de aspecto europeo que decían hablar en búlgaro al comprar la partida de móviles que incluía el de la mochila de Vallecas y los presuntamente utilizados en los trenes.

Se pretende amortizar también como mera casualidad que la tienda elegida para liberar esos móviles para hacerlos compatibles con cualquier tarjeta fuera propiedad del policía de origen sirio Kalaji, cuya hermana había sido además la traductora de las conversaciones grabadas a los islamistas.

Nadie ha aclarado aún las circunstancias en las que uno de los hermanos Almallah -procesado por la masacre- se afilió al PSOE después del 11-M. Tampoco por qué y para qué el dirigente socialista asturiano y agente del CNI Huarte visitaba a Benesmail en la cárcel.

Nadie ha aclarado la procedencia de las armas exhibidas en los vídeos por los islamistas. ¿Cuál fue el papel del guardia civil Pedro García y de su amigo Lofti Sbai, hijo de un destacado miembro de los servicios secretos marroquíes?

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