TRES FALACIAS OFICIALISTAS SOBRE EL INFORME DE LOS EXPLOSIVOS

15-02-07



Editorial

TRES FALACIAS OFICIALISTAS SOBRE EL INFORME DE LOS EXPLOSIVOS


La difusión del informe preliminar sobre los explosivos del 11-M volvió ayer a desatar el torbellino de confusión intencionada que ha rodeado desde el inicio la investigación de los atentados. La prensa gubernamental, que siempre se apuntó a la ciega tesis del «vale ya» y nunca mostró interés por que se llevaran a cabo estos análisis, trata ahora de presentar falsamente sus resultados como el aval de la versión oficial y de su propio e interesado conformismo.

Nada más lejos de la realidad. Como ya dijimos ayer en estas páginas, lo más importante de las pruebas es que han detectado una sustancia -dinitrotolueno (DNT)- que no está entre los componentes de la Goma 2 ECO, la sustancia con la que traficaban Toro y Trashorras y que según la policía había causado la masacre.
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Emboscados en la alta dificultad técnica del asunto, las dos cabeceras oficialistas no tuvieron ayer reparos en difundir tres afirmaciones falsas pero muy fácilmente rebatibles. La primera es que el hallazgo de DNT demuestra que lo que explotó en el 11-M fue Goma 2 ECO. No es cierto. Como ya advertimos ayer, la presencia de DNT demuestra justo lo contrario: que lo único que no pudo estallar en los trenes es Goma 2 ECO, en cuya fórmula no se halla esta sustancia. Así lo dicen la Guardia Civil y la propia empresa que lo fabrica.

La segunda falacia es que la presencia de DNT no sólo en los focos de los trenes sino también en los otros restos demuestra que se trata del mismo explosivo en todos los casos. Tampoco es cierto. A la espera de análisis cuantitativos que determinen -si todavía es posible- cuáles son sus proporciones exactas, son varios los peritos que piensan que el explosivo de los trenes no es el mismo que el resto. El motivo es que el nivel de DNT en uno y otro caso es muy diferente. Si en el explosivo intacto de Vallecas, Mocejón, Leganés y la Kangoo aparece en cantidades casi imperceptibles -hasta el punto de que pasaron inadvertidas en los análisis de la Policía Científica-, en los restos de los trenes su rastro es mucho mayor, de tal manera que ni la explosión ni los tres años ni el corrosivo efecto de la acetona con la que se les ha lavado lo ha hecho desaparecer. Así como en el primer caso esto podría achacarse a una contaminación, en el de los trenes el rastro es tan intenso que ésta es muy improbable.

La tercera falacia es que la aparición junto al DNT de nitroglicol en los análisis descarta definitivamente que fuera Tita-dyn lo que estalló en los trenes. Quienes defienden esta tesis aseguran que en la fórmula de esta dinamita no hay nitroglicol sino nitroglicerina. No es cierto. No lo hay en algunas variedades, pero sí en el Titadyn 30. De hecho, entre los explosivos que se han barajado sólo dos incluyen DNT y nitroglicol: la Goma 2 EC y el Titadyn 30. Ni uno ni otro podían haber salido de Mina Conchita. Sin embargo, ETA sí tenía Titadyn 30: lo robó en Plévin en 1999.

A diferencia de nuestros competidores, nosotros no tenemos ninguna versión cerrada sobre la masacre. No hemos hecho otra cosa que intentar arrojar luz sobre sus puntos oscuros, abriendo nuevas vías para la Justicia. Si el instructor hubiera explorado algunas de ellas, no estaríamos aún discutiendo qué explosivo mató a casi 200 personas en 2004. Ojalá el juicio que hoy se inicia sirva para descubrir la verdad. Hace tres años habría sido posible. Hoy, desde luego, es mucho más difícil.

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