Zougam afirma que le implicaron en el 11-M por negarse a trabajar para el CNI

12-02-07



JUICIO POR UNA MASACRE / La investigación

Zougam afirma que le implicaron en el 11-M por negarse a trabajar para el CNI



Uno de los agentes que le interrogó le dijo: «'Si hubieras colaborado con nosotros no te habría pasado esto'. Entendí que era una venganza»


ANTONIO RUBIO

MADRID.- «Me ofrecieron trabajar para el CNI y dije por dos veces que no». De esta forma tan contundente responde a EL MUNDO Jamal Zougam, que en los próximos días se sentará en el banquillo de los acusados por los atentados del 11-M con la calificación de autor material y con una petición de más de 30.000 años de cárcel. Tras su detención el 13 de marzo de 2004, uno de los agentes que le interrogó le dijo: «'Si hubieras colaborado con nosotros no te habría pasado esto'. Entendí que era una venganza».


Jamal Zougam, que en la actualidad se encuentra en la cárcel madrileña de Navalcarnero, lleva en prisión desde el 17 de marzo de 2004 y por lo tanto cumplirá tres años de internamiento cuando el juicio del 11-M ya esté en marcha.
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Zougam no tiene estudios superiores, pero se expresa bastante bien a pesar de sus faltas de ortografía en castellano. EL MUNDO ha conseguido que el único autor material de los atentados del 11-M, según el magistrado Juan del Olmo, responda en un cuestionario a una serie de preguntas y hable, por primera vez, con un medio de comunicación.

Los contactos entre el marroquí y los agentes del CNI (Centro Nacional de Inteligencia) comenzaron en el año 2001. En aquellos momentos el islamismo radical era un problema a nivel mundial y los agentes españoles querían saber cómo, cuándo, con quién y por dónde se movían los yihadistas.

Zougam, religioso y practicante, solía ir con frecuencia a la mezquita y la petición del CNI al marroquí fue clara y directa: «Me dijeron que tenía que ir a la mezquita a ver si hay alguien que viene de un país donde existe la yihad y a cambio me daban lo que quisiera: un piso, pasaporte español, chicas guapas... Y, además, si quiero traficar con droga o traer familiares de mi país. Lo que haga falta».

Tras un rotundo no a convertirse en «confidente» o «chivato», tres años después Zougam terminó detenido y acusado de terrorista: «Cuando en el año 2001 vinieron a la tienda me enseñaron una placa y me obligaron a ir con ellos en un coche y dimos unas vueltas hablando de esto... Y ese mismo señor en la comisaría de Canillas [fue el lugar donde trasladaron a Zougam cuando fue arrestado el 13 de marzo de 2004] me dijo: 'Si hubieras colaborado con nosotros no te habría pasado esto'».

Jamal Zougam nació en Tánger (Marruecos), tiene 33 años, desde los 17 vive en España y después de trabajar en varios oficios en 2000 logró, junto con su hermanastro Mohamed Chaoui, montar una tienda de telefonía en el barrio madrileño de Lavapiés.

Y allí fue donde el 13 de marzo de 2004 la Policía lo detuvo y señaló, primero, como la persona que había vendido las tarjetas telefónicas que los terroristas islamistas utilizaron en los teléfonos móviles que colocaron en las mochilas-bomba de los trenes de la muerte y, después, como autor material de los atentados del 11-M.

La fiscal pide a Jamal Zougam más de 30.000 años de cárcel y, además, señala que el dueño de la tienda de telefonía Jawal Mundo Telecom fue visto por cuatro testigos cuando colocaba una bolsa-bomba en uno de los trenes que explotaron la mañana del 11-M en la estación de El Pozo (Madrid).

Esos hechos y que Zougam fuera investigado por su presunta relación con dirigentes islamistas como Amer Azizi (huido y acusado de pertenecer a Al Qaeda) y que los agentes españoles situaran al marroquí en la órbita de Imad Eddin Barakat, Abú Dahdah, condenado como jefe de la célula de Al Qaeda de España, colocan al tangerino en una postura muy difícil de cara al juicio que comienza el próximo día 15 en la Audiencia Nacional.

Otro de los indicios que señalan a Zougam como miembro de los terroristas islamistas es que una parte importante del comando Lavapiés, que según la Policía participó en los atentados del 11-M, eran originarios de Tánger y el marroquí conocía a la mayoría de ellos.

Las principales acusaciones que pesan sobre Jamal Zougam, por parte de la Fiscalía, son que fue identificado por varios testigos en los trenes de la muerte y que vendió las tarjetas telefónicas que los terroristas colocaron en los teléfonos móviles que usaron como detonadores en las mochilas-bomba.

En la tienda de telefonía Jawal Mundo Telecom trabajaban junto a Zougam su hermanastro Mohamed Chaoui, Mohamed Bakali y Abderrahim Zbakh.

Jamal no niega que las tarjetas telefónicas se vendieran en su tienda, pero aclara: «Según Mohamed Bakali y Abderrahim Zbakh, más o menos un mes antes de los atentados vinieron dos personas marroquíes con acento de Tetuán y compraron las tarjetas. Unas activadas y otras no. Al día siguiente volvieron manifestando que una de ellas no tenía saldo. Entonces cambiaron las que estaban activadas y se llevaron todas sin activar alegando que así estaban seguros de que el saldo era el fijado».

Entre esas personas que primero compraron y después cambiaron las tarjetas estaba Jamal Ahmidan El Chino: «Yo no las vendí, pero vuelvo a repetir que Mohamed Bakali y Abderrahim Zbakh reconocen haber vendido unas tarjetas a El Chino y sus compañeros.

Según Zougam, en Jawal Telecom Mundo las funciones estaban repartidas y definidas: «En la tienda Mohamed Bakali y Abderrahim Zbakh se ocupaban de atender a los clientes y yo me ocupaba de comprar, de llevar los teléfonos a arreglar o liberar a otras tiendas. Los teléfonos los guardaba Mohamed Bakali en casa -se supone que es la casa de Bakali y no la de Zougam- por miedo a ser robados, ya que las tiendas de teléfonos están en el ojo de todos los ladrones y yo no tenía las llaves de su casa. Así que era imposible que proporcionara las tarjetas a nadie como pretende el ministerio fiscal».

La fiscal Olga Sánchez mantiene en su auto de conclusiones que «el día 25 de febrero de 2004 fueron adquiridas por personas no suficientemente identificadas en el locutorio Jawal Mundo Telecom, perteneciente al procesado Jamal Zougam, 30 tarjetas prepago». La fiscal aclara que 17 de ellas fueron activadas y 13 no fueron activadas.

Mohamed Bakali, Abderrahim Zbakh y el hermanastro de Zougam, Mohamed Chaoui, también fueron detenidos en un primer momento, pero tras un corto periodo en prisión fueron puestos en libertad y finalmente no han sido procesados por los sucesos del 11-M.

El último abogado de Jamal Zougam, José Luis Abascal, mantiene en su escrito de defensa que el testigo S-20-04-A-27 aseguró que el marroquí colocó una bolsa en el piso bajo de un vagón que minutos después estalló en la estación de El Pozo. Y recuerda el letrado que los Tedax han certificado que la explosión de ese mismo vagón se produjo en el piso superior y que por lo tanto no era la bolsa de Zougam y que tampoco era Jamal quien estaba en el tren. Abascal también mantiene que Zougam fue identificado por dos testigos después de que su fotografía saliera en los medios de comunicación.

Y Zougam, con tono arrogante y convencido de que los testigos que lo señalaron no podrán mantener sus afirmaciones en la vista oral, se atreve a pronosticar: «Los testigos fueron buscados y pagados, pero creo que para la próxima vez deberán buscarlos con mejor memoria o a lo mejor tiene razón el refrán de que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo».

Sin embargo, Zougam no puede, ni ha negado que tenía relaciones o conocimientos con Abú Dahdah («me vendía cosas cuando tenía la tienda de comestibles»), con el imputado Mouhannad Almallah («en alguna ocasión vino a comprar algo y en el verano del 2002 lo vi en Tánger») y con el huido Mohamed Haddad («lo conocí en algunos lugares de la noche, nos saludábamos, pero cada uno iba por su camino»).

'Cartagena' y Trashorras

Dos colaboradores de la Policía han denunciado y revelado que sus controladores les pidieron que implicaran en la trama del 11-M a Jamal Zougam.

El confidente policial Abdelkader El Farssaoui, más conocido por el alias de 'Cartagena', denunció el pasado día 1 de diciembre en la Audiencia Nacional que los agentes de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) le dieron una serie de instrucciones para que involucrara a Jamal Zougam con la célula de Serhane ben Abdelmajid, 'El Tunecino' -que se suicidó en el piso de Leganés el 3 de abril de 2004 junto con el resto del comando terrorista-, y para que informara de todos los movimientos y contactos del marroquí.

'Cartagena', que declarará en el juicio del 11-M, recogía en su denuncia judicial la siguiente cuestión sobre Zougam: «Pasado un tiempo no les he podido [se refiere a los agentes de la UCIE] dar información sobre el mismo, porque parecía que llevaba una vida normal».

Suárez Trashorras, que proporcionó los explosivos al comando que atentó en los 'trenes de la muerte' y que era confidente del inspector Manuel Rodríguez, también señaló a este periódico en septiembre de 2006 que después de su detención le pidieron que relacionara a Zougam con el 11-M: «Desde el primer momento en la comisaría de Avilés empezó una negociación ofreciéndome todo tipo de cosas para que mantuviera ante el juez una versión que incriminara a 'El Tunecino' y a Jamal Zougam».

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