El obispo de Vitoria afirma que la esperanza de paz «se va debilitando»
06-08-06
ALTO EL FUEGO
El obispo de Vitoria afirma que la esperanza de paz «se va debilitando»
O. TORRES
ALTO EL FUEGO
El obispo de Vitoria afirma que la esperanza de paz «se va debilitando»
O. TORRES
VITORIA.- El obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi, aseguró ayer que la esperanza de conseguir la paz y poner fin al terrorismo se ha debilitado con el paso del tiempo y puso el acento en el carácter colectivo de la responsabilidad sobre lo que pueda suceder en el futuro. Asurmendi se preguntó, además, por el precio de la paz en la homilía de la misa ofrecida con motivo de la festividad de la Virgen Blanca.
El obispo confió «la paz y la reconciliación de la sociedad vasca y española» a la patrona de Vitoria y apuntó, sin ninguna referencia explícita, que desde que ETA declarara el alto el fuego se han ido dibujando muchas «dificultades» y situó entre éstas la posibilidad de que el diálogo con los terroristas les acabe reportando ventajas políticas. La homilía destacó por una contundencia que no ha caracterizado las exposiciones públicas del prelado, sobre todo, al abordar el problema del terrorismo.
(.../...)
«La mayoría mantiene la esperanza en un final dialogado de la violencia terrorista, pero nuestra esperanza se va haciendo débil por las dificultades que van surgiendo. Muchos se hacen una pregunta angustiosa, ¿a qué precio vamos a tener la paz? Y detrás de la pregunta existe el convencimiento de que, a cualquier precio, la paz no es un bien deseable», explicó el obispo.
La homilía de Asurmendi era esperada por la posibilidad de que se refiera en ella a la negociación con ETA y, aunque con un alto grado de indefinición, el obispo no defraudó al apuntar a cuestiones clave como el «precio político» o el papel de las víctimas, a las que dedicó una especial referencia.
«Hay víctimas de la violencia terrorista que piden respeto a su dignidad y justicia en su causas. Hay víctimas que han dado ejemplo valioso cuando anteponen el bien común de la paz a sus legítimas reivindicaciones», señaló.
El obispo de Vitoria ya había tenido ocasión de referirse al alto el fuego decretado por ETA, en las fiestas del patrón de Alava, San Prudencio, a finales de abril. Entonces, también llamó a la responsabilidad colectiva y consideró que la declaración de los terroristas suponía una «tenue, pero verdadera esperanza». Entonces, en la Basílica de Armentia, confesó sentirse «unido a los sentimientos generalizados de la ciudadanía», pero ayer se situó entre los más escépticos con sus dudas no ya sobre el resultado de las conversaciones, sino sobre la calidad moral de un acuerdo.
Asurmendi también mencionó a los «grupos sociales que parecen anteponer sus intereses no siempre legítimos al deseado bien de la paz», aunque en este capítulo de los reproches no resulta fácil identificar a sus destinatarios.
«Estamos en un momento especial para la responsabilidad colectiva en pro de la paz, un tiempo que requiere fuertes dosis de prudencia y de audacia, una situación que nos exige a todos anteponer el bien común», afirmó.
En marzo, el presidente de la Conferencia Episcopal y obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, el de San Sebastián, Juan María Uriarte y el de Vitoria, Miguel Asurmendi, junto con el auxiliar de la capital vizcaína, Carmelo Etxenagusia, hicieron pública una nota en la que consideraban una «oportunidad de construir la convivencia social entre todos» el alto el fuego.
El obispo confió «la paz y la reconciliación de la sociedad vasca y española» a la patrona de Vitoria y apuntó, sin ninguna referencia explícita, que desde que ETA declarara el alto el fuego se han ido dibujando muchas «dificultades» y situó entre éstas la posibilidad de que el diálogo con los terroristas les acabe reportando ventajas políticas. La homilía destacó por una contundencia que no ha caracterizado las exposiciones públicas del prelado, sobre todo, al abordar el problema del terrorismo.
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«La mayoría mantiene la esperanza en un final dialogado de la violencia terrorista, pero nuestra esperanza se va haciendo débil por las dificultades que van surgiendo. Muchos se hacen una pregunta angustiosa, ¿a qué precio vamos a tener la paz? Y detrás de la pregunta existe el convencimiento de que, a cualquier precio, la paz no es un bien deseable», explicó el obispo.
La homilía de Asurmendi era esperada por la posibilidad de que se refiera en ella a la negociación con ETA y, aunque con un alto grado de indefinición, el obispo no defraudó al apuntar a cuestiones clave como el «precio político» o el papel de las víctimas, a las que dedicó una especial referencia.
«Hay víctimas de la violencia terrorista que piden respeto a su dignidad y justicia en su causas. Hay víctimas que han dado ejemplo valioso cuando anteponen el bien común de la paz a sus legítimas reivindicaciones», señaló.
El obispo de Vitoria ya había tenido ocasión de referirse al alto el fuego decretado por ETA, en las fiestas del patrón de Alava, San Prudencio, a finales de abril. Entonces, también llamó a la responsabilidad colectiva y consideró que la declaración de los terroristas suponía una «tenue, pero verdadera esperanza». Entonces, en la Basílica de Armentia, confesó sentirse «unido a los sentimientos generalizados de la ciudadanía», pero ayer se situó entre los más escépticos con sus dudas no ya sobre el resultado de las conversaciones, sino sobre la calidad moral de un acuerdo.
Asurmendi también mencionó a los «grupos sociales que parecen anteponer sus intereses no siempre legítimos al deseado bien de la paz», aunque en este capítulo de los reproches no resulta fácil identificar a sus destinatarios.
«Estamos en un momento especial para la responsabilidad colectiva en pro de la paz, un tiempo que requiere fuertes dosis de prudencia y de audacia, una situación que nos exige a todos anteponer el bien común», afirmó.
En marzo, el presidente de la Conferencia Episcopal y obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, el de San Sebastián, Juan María Uriarte y el de Vitoria, Miguel Asurmendi, junto con el auxiliar de la capital vizcaína, Carmelo Etxenagusia, hicieron pública una nota en la que consideraban una «oportunidad de construir la convivencia social entre todos» el alto el fuego.
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