ETA MANTIENE LA BAZA DEL TERROR MIENTRAS AMPLIA SU ESPACIO POLITICO

29-08-06



Editorial

ETA MANTIENE LA BAZA DEL TERROR MIENTRAS AMPLIA SU ESPACIO POLITICO

La noticia que hoy abre la portada de EL MUNDO no debería sorprender a nadie. Que ETA haya explosionado un coche en Francia a finales de junio forma parte de lo esperable de una organización que ha hecho del asesinato su principal medio de actuación. Sin embargo, la historia que publicamos hoy es un síntoma más -y ya van muchos- de que la banda no está pensando en su disolución ni en su conversión a medio plazo en una mera asociación política. ETA sigue siendo una organización terrorista y aprovecha el espacio que ingenuamente le brinda el Gobierno para avanzar en sus objetivos políticos sin dejar por eso de adiestrar a sus comandos por si un día decide -como amenaza en sus comunicados- volver a matar.

En realidad, la conducta de la banda difiere bien poco de la de la tregua de 1998. ETA nunca dejó de abastecerse ni de entrenar a nuevos comandos, avivó la kale borroka y no abandonó en ningún momento las redes de extorsión. Después del alto el fuego declarado en marzo, la banda ha continuado con todas estas actividades, por más que el Ejecutivo haya tratado de disculpar o de minimizar sus actos.

Fuentes policiales aseguran que desde la entrada en vigor de la tregua, el 24 de marzo, los etarras han robado seis coches en Francia y han abandonado casi una docena. Sus miembros han dejado su rastro por algunos pisos del sur del país vecino, donde el ir y venir de comandos no es inferior al de los tiempos en que la banda estaba presuntamente más operativa. En cuanto a los explosivos, hay que recordar que ETA robó en Francia en diciembre del año pasado 1.300 kilogramos de polvo de aluminio, una sustancia que se utiliza en la fabricación de amonal y amosal.

Pese a los continuos desmentidos del Ministerio del Interior, la red de extorsión de ETA permanece activa y ha enviado cartas después de la tregua. Lo demostró en junio la operación del juez Grande-Marlaska contra el entorno del bar El Faisán, abortada por cierto por un chivatazo que -ya nadie duda- partió del entorno del turbio comisario general de Información, Telesforo Rubio.

No cabe duda de que el planteamiento temerario del Gobierno ha ayudado a reorganizarse operativamente a una ETA derrotada por el acoso policial y la Ley de Partidos, pero hay otros efectos igualmente perniciosos. En estos meses, la cohesión de la sociedad vasca se ha debilitado, como refleja la encuesta que hizo pública ayer el Gobierno vasco. El lento pero imparable ascenso del porcentaje de ciudadanos que votarían en un referéndum a favor de la independencia (38%) es preocupante, pero lo es más la nota que recibe Otegi (3,4). Que quien no ha condenado nunca la violencia obtenga una valoración que está tan por encima de la de María San Gil (2,2) y de la de Rajoy (2,1) es en buena medida el triste resultado del status de interlocutor político que le ha regalado el Gobierno.

Zapatero debe reflexionar sobre las consecuencias de su temerosa estrategia, que ha impulsado a una ETA que continúa entrenándose con impunidad en Francia mientras en España su brazo político se pasea a su antojo por el espacio público como si nunca hubiera sido ilegalizado.

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