Lavandera, mal, pero peor los 'conspiradores'

28-03-07



ASI LO CUENTAN

Lavandera, mal, pero peor los 'conspiradores'


VICTOR DE LA SERNA

En Asturias se traficó durante años con explosivos sin la menor intervención de la policía. EL MUNDO resaltaba ayer que resulta inexplicable esa inacción ante lo denunciado en 2001 -como ratifica la famosa cinta Cancienes- por el confidente Lavandera. Otros preferían descalificar a éste, llamado Lavandero (su alias para la policía) en la versión de 'El País'. Y ese último periódico aportaba una información hasta ahora inédita y muy curiosa sobre, cómo no, la teoría de la conspiración.

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Un comentario editorial en EL MUNDO resaltaba: «No por conocido provoca menos estupor el hecho de que Lavandera contara estos hechos a la Policía primero y a la Guardia Civil después, sin que ni uno ni otro cuerpo movieran un dedo para detener estas actividades. ¿Cuál era el motivo de la impunidad de Toro? ¿Estaban las Fuerzas de Seguridad al corriente de la venta de explosivos a ETA? Y si lo estaban -como insinúan los testigos de ayer-, ¿cómo es posible que no detectaran a tiempo el trato con los islamistas?».

'La Vanguardia' apostillaba que la de Lavandera fue «una información valiosísima» y 'La Razón' que por él resurgió en el juicio «el nombre de ETA». Pero en 'ABC' descargaban todos sus truenos y relámpagos en ese testigo. Germán Yanke lo colocaba en un contexto de delincuencia: «Sabemos que el testigo, quizá por afán de contar y contar, se ha venido inventando algunas historias en el pasado reciente, persecuciones y aventuras, todo muy imaginativo y muy falso. Es [...] una pieza de un submundo que linda y a menudo se cruza con la delincuencia». Y la crónica de la jornada en ABC lo remachaba, por si no estuviese lo bastante claro: «Si algo puso en claro Francisco Javier Villazón Lavandera es que es un catálogo de la delincuencia. (...) Su testimonio resultó poco convincente». El diario de Vocento tampoco se dejaba convencer por el hecho de que el guardia civil Jesús Campillo hubiese grabado las revelaciones, y el lunes lo ratificase en el juicio. Ni se extrañaba de que Campillo fuese retirado inexplicablemente de la investigación tras hacer un informe sobre aquellas advertencias sobre el tráfico de explosivos.

(No dejemos que la realidad nos estropee una tronante recusación...).

En su columna de El País, Ernesto Ekaizer revelaba: «Cuando a la mayoría de los autores intelectuales de la teoría de la conspiración se les recuerda que han dedicado tres años a sembrar sospechas favorables a la participación de ETA en el 11-M, replican tan ricamente que no, que ellos no creen que la banda terrorista autóctona haya tenido alguna vinculación con la masacre».

Uno sólo había oído a esos autores intelectuales (ersatz de ironía...) decir que ni culpaban a ETA ni descartaban su participación. Quizá el columnista de El País debería identificar a quienes, según él, se desmarcan ahora de tal manera...

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