'Manolón' afirma que Trashorras habló con él 63 veces antes del robo de dinamita 'para controlarle'

28-03-07



Juicio por una masacre / Día 20

'Manolón' afirma que Trashorras habló con él 63 veces antes del robo de dinamita 'para controlarle'


'El Gitanillo' asegura que acompañó al ex minero y a 'El Chino' a recoger los explosivos en Mina Conchita


MANUEL MARRACO

MADRID.- ¿Quién controla al controlador? El propio controlado. El trabalenguas se desprende de la declaración del policía Manuel García Rodríguez, Manolón, jefe de Estupefacientes de Avilés y del que Suárez Trashorras era, en teoría, confidente. El inspector insistió ayer en que, pese a las decenas de llamadas entre ambos, el ex minero nunca le hizo referencia al interés de El Chino por adquirir dinamita.

Ayer volvió a hablarse del descontrol en la mina asturiana de donde, según la Fiscalía, se sacaron los explosivos. El único condenado hasta ahora, 'El Gitanillo', respondió dócilmente al amable interrogatorio de Olga Sánchez. Además, según el inspector de Avilés, era en realidad su confidente quien le controlaba a él.

Sólo hablaron de tráfico de drogas, y más bien poco, según dijo el inspector, que continuó ayer el testimonio que había iniciado el lunes.

Las declaraciones de Manolón contradicen las de Trashorras, que aseguró ante el tribunal que llegó a mantener una reunión con la Policía en la que se habló «exclusivamente» de explosivos. Ayer, el inspector aseguró que «únicamente» se habló de estupefacientes.

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También desmintió otros episodios relatados por Trashorras que servirían para demostrar el intenso grado de colaboración del ex minero con el inspector, al que, según dijo, «informaba de todo». Según Manolón, Trashorras nunca le llamó desde Canarias para decirle que iba a visitar la finca de El Chino en los alrededores e Madrid y que le pasaría la información.

Esa era, según la defensa de Trashorras, una de las 63 llamadas contabilizadas entre ambos entre finales de 2003 y febrero de 2004. Las explicaciones sobre lo abundancia de llamadas acabaron llevando a Manolón a dar la vuelta a todo. «Ignoro por qué había tantas llamadas, algunas eran muy cortas... A lo mejor quería saber dónde estaba yo. Eso es lo que pienso».

«Es decir, que usted no controlaba a Suárez Trashorras, sino que Suárez Trashorras le controlaba a usted», preguntó con gesto de sorpresa el abogado del procesado, Gerardo Turiel. «Pues a la vista de lo ocurrido, hay bastantes posibilidades de que así sea...».

«Lo ocurrido» es que el 11-M pasó directamente por Avilés, por su confidente, y él nunca supo nada.

El letrado le recordó que, a preguntas del fiscal jefe el día anterior, dijo que a lo mejor el ex minero le llamaba para tener controlados sus movimientos y «hacer sus trapicheos». «Sí. Ahora tengo ya una duda razonable. A lo mejor tanto ir detrás, esa ansia de verme, de estar junto a mí...», respondió Manolón.

La interpretación ofrecida ayer se suma a la expuesta por el inspector ante el juez Juan del Olmo: que Trashorras se aburría y le llamaba para ver qué hacía o tomarse un café.

Cuando supo algo, Manolón no estuvo especialmente activo, según reconoció él mismo. Así sucedió con la documentación falsa de El Chino -relacionada con un vehículo- que Trashorras le hizo llegar a Manolón. «¿Qué hizo usted como policía ante esa documentación falsa?». «Pues la verdad es que no hice nada».

El letrado del asturiano insistió. «En el último trimestre de 2003 y hasta febrero de 2004, Trashorras le dio varias noticias de actividades ilícitas de los moros. De eso, ¿qué sacó en limpio?». «No hubo tales confesiones, nunca me dijo que estuvieran traficando. Yo no tenía noticia de que ningún morito estuviera subiendo a Asturias», dijo, aunque luego reconoció que le había informado de un viaje.

También matizó la oferta de Trashorras de actuar como lanzadera en ese viaje, y así detener «al grupo de moritos». «No dijo fecha de la operación y quedamos pendientes de que nos llamara». Luego, añadió que él prefería operaciones «más fáciles». Paras un coche, incautas y se acabó.

Al descontrol de Manolón le siguió ayer el descontrol de Mina Conchita, tanto dentro de la propia instalación como en el explosivo suministrado. Esto último lo puso de manifiesto un encargado de Canela de Seguridad, la empresa encargada de distribuir los explosivos a la mina. Según declaró, la empresa fabricante sí controlaba las entregas que les hacían a ellos, pero ellos no hacían lo mismo con lo que repartían a distintas minas asturianas. Lo que les llegaba podía acabar en cualquiera de las excavaciones sin saber a cuál. «La Goma 2 venía numerada, pero nosotros no apuntábamos la numeración», dijo.

También declararon ayer los hermanos López González, que trabajaron durante años en Mina Conchita y llegaron a coincidir allí con Trashorras. Dijeron como testigos lo que habían mantenido algunos procesados. Que el descontrol de dinamita y detonadores era casi absoluto y que los minipolvorines, cerrados con llave, eran casi un adorno. «Allí donde se cruzaban los caminos, quedaba la llave», dijo uno de los hermanos.

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