JUICIO POR UNA MASACRE / Las declaraciones

17-04-07




JUICIO POR UNA MASACRE / Las declaraciones

El hermanastro de Zougam afirma que la Policía controlaba el locutorio antes del 11-M

Asegura que la mañana en que estallaron las mochilas en los trenes el acusado estaba durmiendo en la casa que ambos compartían


M. M.MADRID.-

El hermanastro de Jamal Zougam, Mohamed Chaui, afirmó ayer en el juicio por el 11-M que el locutorio en el que ambos trabajaban estaba controlado por la Policía antes de los atentados.

Chaui fue uno de los detenidos el 13 de marzo, al igual que otros dos empleados del locutorio Jawal Telecom, de donde supuestamente salieron las tarjetas empleadas en las mochilas bomba. Tras un tiempo en prisión, el juez Juan del Olmo le puso en libertad y decidió no sentarlo en el banquillo. (.../...)

Otro de los detenidos fue Mohamed Bakkali, quien advirtió la presencia policial. «Una semana antes de los atentados, Bakkali me dijo que había un coche aparcado junto a la tienda con dos secretas y que llevaba todo el día allí», declaró Chaui. Además, el teléfono del locutorio estaba intervenido por orden del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón.
A preguntas del abogado de Zougam, José Luis Abascal, el testigo describió otras posibles vías de control sobre el procesado. Según dijo, hacía deporte frecuentemente con Hassan Serruk, propietario de la peluquería Paparazzi de Lavapiés y que también estuvo imputado por el 11-M. Según el testigo, Serruk tenía «un amigo del CNI con el que pasaba todo el tiempo y que investigaba cosas de ETA».
El testigo ofreció una declaración exculpatoria para su hermanastro. Según explicó, el 11 de Marzo se despertó y vio que Jamal Zougam estaba durmiendo en la habitación que compartían. Era poco antes de las 10.00 horas, y cuando se fue a trabajar dejó a su hermanastro desayunando en casa.
Zougam fue a trabajar en su coche, como todos los días. Cuando el día 13 de marzo fue detenido, el coche se quedó donde estaba aparcado y la Policía no lo revisó hasta que, tiempo después, su hermana mandó una grúa para cambiarlo de sitio y evitar las multas.
También insistió en que Jamal nunca se encargaba de comprar las tarjetas telefónicas que vendían en el locutorio. Lo hacían él y Mohamed Bakkali. Además, este último, que vivía muy cerca de la tienda, se llevaba siempre las tarjetas a casa por si entraban a robar en la tienda.
Cuando el fiscal Carlos Bautista le hizo ver que ante la Policía había dicho lo contrario, Chaui aseguró que le habían forzado a incriminar a Jamal Zougam. «La Policía me obligó a decir que mi hermano había comprado tarjetas, pero mi hermano nunca ha comprado tarjetas».
También explicó que su hermano «no» era un experto en móviles y que se limitaba a reparaciones básicas. De las más serias se encargaban otras personas que no trabajaban en el locutorio.
La muy favorable declaración de su hermano -que ni siquiera estaba obligado a declarar contra él- quedó compensada minutos más tarde por la de otro testigo. Fue uno de los vecinos de la casa de Morata en la que, supuestamente, se montaron las mochilas bomba. Según declaró Luis Alfonso Martínez, él vio a Jamal Zougam trabajando en el tejado de la casa. Lo hizo cuando pasaba con su coche cerca de la casa y se fijó en él porque llevaba el pelo largo y rizado.
El testigo desmintió parte de lo que consta en su declaración policial, en la que se afirma que identificó sin ninguna duda la furgoneta Renault Kangoo de Alcalá de Henares como la que había visto en la casa de Morata de Tajuña. «Eso no es cierto. En ningún momento vi ni el modelo ni el color, sólo que era blanca», declaró.

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