NO QUIEREN OIR A ZOUHIER PERO INVOCAN A LA AUTORIDAD DE LOS ETARRAS

26-10-06


EDITORIAL

NO QUIEREN OIR A ZOUHIER PERO INVOCAN A LA AUTORIDAD DE LOS ETARRAS


La Cadena Ser difundió ayer una información destinada a neutralizar el impacto del hallazgo de un papel con los datos de los etarras Henri Parot y Harriet Iragi en el bolsillo del islamista Abdelkrim Beresmail. Alega la radio de Polanco que, en conversaciones, los etarras presos en Villabona se han desvinculado de la trama de la dinamita y del 11-M en general. Habrían negado rotundamente cualquier relación con Antonio Toro, asegurado que nunca le dieron un número de teléfono para contactar con ETA, y acusado a EL MUNDO de estar vendiendo una hipótesis falsa en capítulos, como «chistes de Gila».

El contenido de estas conversaciones es menos significativo que el hecho de que hayan sido difundidas. Los etarras saben de sobra que es práctica habitual de las instituciones penitenciarias grabar sus comunicaciones. Es probable, por tanto, que se limitaran a seguir la línea oficial de la dirección de la banda, que desde el principio ha consistido en disociarse claramente de la peor masacre terrorista de la Historia de este país.

Mucho más grave es la actitud de la Ser. En un alarde de irresponsabilidad, la cadena ha difundido argumentos derogatorios y vituperios contra un medio de comunicación que acaba de recibir de ETA una nueva coacción en la persona de uno de los miembros de su redacción en el País Vasco. A esto se añade su doble moral. La misma radio y el mismo partido, el PSOE, que se cierran en banda y vetan la comparecencia del confidente Zouhier -que goza de la presunción de inocencia- convierten ahora en argumento de autoridad y referencia incontestada, y piden que se remitan a la Comisión, las conversaciones de presos condenados por terrorismo. Si como indicaban ayer fuentes sindicales, la directora de Instituciones Penitenciarias Mercedes Gallizo fuera la responsable de la filtración, todo quedaría dicho sobre su perfil ético y moral.

El sectarismo monolítico de la Cadena Ser contrasta con la actitud abierta y constructiva que respecto al 11-M mantiene este periódico.Para que quede claro, repetimos lo que ayer decíamos en estas páginas: «Hoy por hoy, no hay pruebas de la colaboración entre etarras e islamistas, ni en el 11-M ni en otros atentados. Ahora bien, tan indiscutible como esto es que hay suficientes indicios, casualidades, coincidencias y relaciones personales que obligan a un Estado de Derecho a investigar esta posibilidad». Es la misma actitud que ayer mostró ante la Comisión el máximo responsable operativo de la lucha policial contra el terrorismo islamista en España, Rafael Gómez Menor. Este comisario considera compatible la hipótesis de que el autor intelectual del 11-M sea el líder de Al Qaeda en España, Abu Dahdah, -encarcelado por Garzón- con que ETA haya estado de alguna forma involucrada. Calificó el hallazgo de las anotaciones de Beresmail como «muy relevante» y pidió que el asunto se investigue.

Lamentablemente, las probabilidades de que eso suceda son remotas.El abogado de Beresmail ha asegurado que, en ningún momento del interrogatorio, preguntó Garzón al terrorista sobre el papel hallado en su bolsillo ni sobre su relación con ETA. Es un dato ciertamente alarmante que, sumado a la filtración interesada de las conversaciones de Villabona, pone seriamente en duda el deseo de los poderes del Estado de averiguar la verdad.

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