«La Policía me prohibió mencionar al juez la relación ETA-islamistas»

4-12-06



EL CONFIDENTE 'CARTAGENA' DENUNCIA ANTE LA AUDIENCIA NACIONAL LA MANIPULACION DE LAS INVESTIGACIONES EN LOS SUMARIOS DEL 11-M Y LA 'OPERACION NOVA'

«La Policía me prohibió mencionar al juez la relación ETA-islamistas»


ANTONIO RUBIO

MADRID.- El testigo protegido Abdelkader Farssaoui, más conocido en la Policía por el seudónimo o alias de Cartagena, presentó el pasado viernes un escrito de 16 folios en la Audiencia Nacional donde denuncia, entre otras cosas, que fue presionado y coaccionado por los agentes de la UCIE (Unidad Central de Información Exterior) para que no informara a los jueces Baltasar Garzón y Juan del Olmo de las informaciones que tenía sobre la banda terrorista ETA y su relación con grupos islamistas.

El marroquí Abdelkader Farssaoui hace hincapié en su escrito de denuncia en que los agentes policiales le indicaron expresamente que no revelara nada al juez Baltasar Garzón sobre ETA e islamistas, y que al magistrado Juan del Olmo no le dijera nada de nada sobre el 11-M.
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Cartagena también revela en su denuncia que la Policía le obligó a elaborar notas informativas falsas o al «dictado» de los agentes sobre una serie de islamistas que frecuentaban su mezquita, con el único fin de presentarlos como radicales y así imputarles en los diferentes procedimientos judiciales que estaban abiertos en la Audiencia Nacional.

Abdelkader Farssaoui, marroquí y ex ima de la mezquita de Villaverde (Madrid), era confidente de la Policía e informó a sus controladores un año antes de los atentados del 11-M de que un grupo de radicales islámicos tenía la intención de hacer la yihad (guerra santa) en España y -según revela en el escrito del viernes- que Serhane ben Abdelmajik Fakhet, El Tunecino, tenía un piso dúplex en Bilbao.

Cartagena, nombre de guerra de Farssaoui, también indicó a la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Policía que ese grupo estaba compuesto por algunos de los islamistas que el 3 de abril de 2004 se suicidaron en el piso de Leganés, como El Tunecino y Alekema Lamari.

Pero el mayor éxito policial y del confidente Cartagena se produjo en octubre de 2004, cuando la UCIE, bajo la supervisión del magistrado Baltasar Garzón, llevó a cabo la operación Nova, que sirvió para detener a más de 20 islamistas.

Entre los detenidos de la operación Nova se encontraba Mohamed Achraf, marroquí y un importante dirigente islamista a nivel europeo que, según el juez y la Policía, pretendía atentar contra la Audiencia Nacional con un camión cargado de explosivos.

En septiembre de 2004, el juez Baltasar Garzón, a instancias de la UCIE, convirtió a Abdelkader Farssaoui en testigo protegido con el número 11.304, que curiosamente coincide con la fecha en la que los terroristas islamistas llevaron a cabo los atentados en los trenes de la muerte: 11 de marzo de 2004.

Desde aquella fecha hasta hoy, Abdelkader Farssaoui recibe protección policial y una ayuda económica del Ministerio del Interior. Cartagena, según cuenta en su escrito, se ha sentido «amenazado y chantajeado» desde el momento en que los agentes de la UCIE contactaron con él en la mezquita de Villaverde (Madrid), a mediados del año 2002.

En el relato de hechos que realiza en su denuncia indica, entre otras muchas cosas, que «días antes de la declaración ante Garzón, la UCIE me prohibió mencionar ante el juez la relación ETA-islamistas».

De Madrid a Almería

Cartagena, que ejercía de imán de la mezquita madrileña de Takouma (Villaverde) y solía dirigir los rezos de una parte del grupo que luego atentó en el 11-M, era muy respetado por los islamistas. Eso le permitió introducirse en el grupo que preparó los atentados y saber cuáles eran las intenciones de Serhane ben Abdelmajik Fakhet, El Tunecino (muerto en Leganés) y Said Berraj (huido días antes del 11-M). Después, en Almería, Farssaoui contactó con el marroquí Mohamed Achraf, que se convirtió en el máximo dirigente de la operación Nova.

Farssaoui también consiguió saber lo que hablaban los islamistas entre ellos, y sus razonamientos. En la página 14 de la denuncia, Cartagena narra una conversación que mantuvo con dos islamistas antes de los sucesos del 11-M: «En un encuentro de Ramadán con Mustafá Rifi y Said Berraj estuvimos hablando sobre la colaboración de infieles con islamistas para actos terroristas en lugares públicos» (refiriéndose a organismos oficiales), «y el primero me puso el ejemplo de ETA, diciéndome: 'A estos les vendría bien, por dos motivos. Uno, porque así no estaría hecho por ellos mismos y conseguirían su objetivo, y, por otro lado, obtendrían un beneficio económico con la venta de explosivos'».

Mustafá Rifi llega aún más lejos en sus reflexiones islamistas o coránicas sobre la posible colaboración con ETA: «Así está permitido tener este tipo de contactos».

Said Berraj, que ejercía de vigilante jurado en una urbanización madrileña, logró huir días antes de los atentados del 11-M y era uno de los hombres duros de la célula de El Tunecino. Vivía en Villaverde y estaba siendo investigado desde hacía tiempo porque se le relacionó con Barakat Yarkas, Abu Dahdah, condenado por el Tribunal Supremo, en junio de 2006, a 12 años de prisión por dirigir el grupo de Al Qaeda en España.

Otro de los interlocutores de Cartagena era Mustafá Rifi y, según ha podido saber EL MUNDO, se trata de un marroquí de la zona del Rif -de ahí su apodo o alías de Rifi- que acudía con frecuencia a las reuniones de Serhane ben Abdelmajik Fakhet, El Tunecino.

El Rifi, que en la actualidad se encuentra en paradero desconocido, estaba dispuesto a convertirse en un mártir de la yihad. El seguidor de El Tunecino ya fue mencionado por Cartagena en la declaración judicial que prestó el 20 de octubre de 2004 ante el magistrado Baltasar Garzón, pero en ningún momento ha sido investigado y mucho menos imputado en ninguna causa.

Las reflexiones de los islamistas y otras informaciones sobre ETA, según quedan reflejadas en la denuncia de Cartagena, fueron transmitidas por el confidente policial a los agentes de la UCIE en tiempo real. Pero los inspectores de la Unidad Central de Información Exterior, que en aquella época dirigía el comisario Mariano Rayón, prohibieron a Abdelkader Farssaoui comunicar o trasladar esas informaciones al juez Baltasar Garzón.

Cartagena recuerda uno de aquellos momentos: «Días antes de la declaración ante Garzón» -la primera, según consta en el sumario de la operación Nova, se produjo el 29 de septiembre de 200-, «la UCIE me prohibió mencionar ante el juez la relación ETA-islamistas».

Según el escrito presentado el viernes en la Audiencia Nacional, los comentarios o informaciones que Farssaoui facilitó a la UCIE sobre ETA fueron aún más lejos: «Una vez les comenté que Mohamed Achraf», supuesto cabecilla de la operación Nova, «había coincidido en la cárcel con el etarra que intentó asesinar al rey. Creo que se llama Rego Vidal y este le ofreció contactos con otros miembros de la banda por si necesitaba algo. Med Achraf me enseñó algunos números de teléfono supuestamente de etarras y me aseguró que es [sic] buena gente y de importancia».

En efecto, EL MUNDO ha podido comprobar que días antes de la declaración judicial, el 14 de septiembre de 2004, Cartagena manifestó a la UCIE: «Med Achraf le dijo al testigo que había coincidido en una ocasión en los calabozos de la Audiencia Nacional con el miembro de ETA que intentó matar en una ocasión al Rey de España, y que el ETARRA (sic) le había dejado teléfonos de contactos por si necesitaba alguna colaboración». Esa declaración policial está incorporada al sumario de la operación Nova.

Siguiendo las instrucciones de la UCIE, Abdelkader Farssaoui logró llegar a lo más alto del grupo que dirigía Serhane ben Abdelmajik Fakhet, El Tunecino. La confianza entre el líder del comando de Leganés y el imam era total, y por ese motivo el primero invitó al segundo a que cambiara su lugar de residencia: «Les comuniqué» (se refiere a los agentes policiales) «que El Tunecino me preguntó que si me gustaría vivir en alrededores de Bilbao [sic] con mi ex esposa, ya que él tenía allí un piso de dos plantas y quería hacerme un contrato en mi nombre, pagando él las mensualidades».

En trámite de separación

La respuesta de la UCIE a la propuesta de El Tunecino fue tajante: no. Cartagena tenía que justificar, de la mejor forma posible, ante Serhane ben Abdelmajik Fakhet su rechazo ante tan atrayente oferta: «Yo le dije que tenía problemas y que estoy con trámites de separación con mi anterior esposa».

El Tunecino, siempre según la denuncia del imam de Villaverde, insistió en su propuesta: «Entonces, me dijo que así podría compartir el piso con otros hermanos y que él vendría solamente los fines de semana».

La nueva oferta de Serhane puso nervioso a los agentes de la UCIE que, sin razón aparente, se negaban una y otra vez a que su confidente se ausentara de Madrid: «Les comuniqué a la UCIE la propuesta de El Tunecino y ellos no quisieron que me marchase en ese momento». Sherhane volvió a insistir ante el topo policial: «Cuando le dije a El Tunecino que no me podía ir me pidió que le acompañase para hacer la gestión del contrato. Y también la UCIE rechazó que le acompañase poniendo yo excusa a El Tunecino para no ir».

El resultado final de ese largo tira y afloja entre la UCIE y El Tunecino, con Cartagena de por medio, fue que el líder del comando Leganés pidió al imam que no hablara con nadie de aquella oferta, y mucho menos del piso dúplex de Bilbao. De todas formas, la puerta de Sherhane quedó abierta para Cartagena cuando el terrorista le dijo: «Si algún día tiene las cosas resueltas y quiero irme allí, bienvenido seré [sic]».

Hay que recordar que Jamal Ahmidam, El Chino, otro de los terroristas islamistas que participaron en el 11-M y que después se suicidó en el piso de Leganés junto a El Tunecino, también se movía con bastante facilidad por Bilbao y San Sebastián. Incluso tenía su almacén o centro de operaciones muy cerca de Bilbao, en un apartamento de Laredo (Santander).

Tiros en Bilbao

En el último trimestre de 2003 y en los meses de enero y febrero de 2004, El Chino vendió cientos de kilos de hachís en el País Vasco y tuvo dos importantes incidentes. El primero, en Bilbao. Jamal Ahmidam se presentó la noche del 31 de diciembre de 2003 en el bar Txikia y le pegó un tiro en la rodilla a un compatriota suyo. El segundo fue en San Sebastián, horas más tarde, y allí esgrimió un cuchillo contra otro marroquí (ver EL MUNDO del 8 y 23 enero de 2006).

Rafá Zouhier, confidente de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, también informó telefónicamente el 17 de marzo de 2004, seis días después de los atentados del 11-M, a uno de sus controladores de que El Chino consiguió detonadores y «otras cosas» en el País Vasco.

Todos los inconvenientes y negativas que la UCIE puso a Abdelkader Farssaoui para que viajara a Bilbao se transformaron en ruegos y suplicas cuando los agentes policiales propusieron al imam de Villaverde que se desplazara hasta un país árabe: Siria. En esa ocasión, el que dijo no de manera rotunda fue Cartagena: «En una ocasión se enfadaron conmigo muchísimo, porque he rechazado realizar un viaje que me pidieron a Siria [sic]. Entregándome un pasaporte español con datos árabes y allí me iba a buscar un tal Carlos que me explicaría cual es el objetivo de dicho viaje».

El documento español que la UCIE ofreció a Abdelkader Farssaoui era auténtico, pero los datos que aparecían en él estaban falsificados. De repente, el imam de Villaverde pasaba a llamarse Karim Badr.

Este periódico ha podido saber que Cartagena nunca se fió de aquel pretendido viaje a tierras sirias y que, incluso, llegó a temer por su vida porque pensaba que se había convertido en un «testigo negativo».

El misterio y la intriga, al parecer, fueron dos constantes en la relación entre el confidente policial y los agentes de la UCIE. Tras la operación Nova, que se llevó a cabo entre los meses de octubre y noviembre de 2004, y cuando Farssaoui ya había sido calificado por el juez Baltasar Garzón como testigo protegido, con el número 11.304, el magistrado Juan del Olmo citó a declarar a Cartagena por los atentados del 11-M.

Automáticamente, los agentes de la Unidad Central de Información Exterior se pusieron nerviosos y en guardia y le dieron una serie de indicaciones o recomendaciones a Cartagena: «Al recibir un telegrama para asistir a declarar ante el magistrado Juan del Olmo, los de la UCIE se reúnen conmigo un día antes de ir a declarar, y me aseguraron que puedo negarme a declarar ante el magistrado ya que soy testigo protegido de otro juzgado».

Los intentos de los agentes de la UCIE para que Cartagena no declarara ante el magistrado Del Olmo continuaron, según indica el confidente policial en la denuncia que presentó el pasado viernes ante la Audiencia Nacional: «Cuando les he enseñado el telegrama» -se refiere a los policías- «donde especifica la obligación de declarar como testigo, me dicen que intente no declarar y que si me es obligatorio [sic] que le diga que acuda a mis declaraciones ante el juez Baltasar Garzón y ni un dato más (y eso es lo que yo hice)».

Cartagena termina ese capítulo de su denuncia judicial con un nuevo recordatorio al pretendido boicoteo de los policías de la UCIE al magistrado Del Olmo: «Me llamaron varias veces para decirme nuevamente que no declarase».

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