UN SECTOR DE ETA APUESTA POR ATENTAR EN FRANCIA
3-12-06
UN SECTOR DE ETA APUESTA POR ATENTAR EN FRANCIA
ANGELES ESCRIVA
UN SECTOR DE ETA APUESTA POR ATENTAR EN FRANCIA
ANGELES ESCRIVA
Un sector de ETA ha planteado a nivel interno la conveniencia para los intereses de la banda de perpetrar algunos atentados muy selectivos en Francia con el fin de forzar a las autoridades del país vecino a involucrarse en el proceso que no consideran suyo y de persuadirlas para que dejen de hostigar a los miembros de la organización terrorista.
Los militantes que han expuesto esta posibilidad han sugerido que se creen lugares seguros, que se revitalice la infraestructura en el País Vasco, para que los terroristas que desarrollen sus actividades delictivas en el país vecino puedan ocultarse cada vez que cometan una de sus acciones.
(.../...)
Este plan, que únicamente ha sido comentado sin que la dirección de la banda haya tomado una decisión sobre él, ha sido detectado por las Fuerzas de Seguridad y le ha sido comunicado al Gobierno, aunque lo cierto es que se salta todas las normas de autoprotección que la organización terrorista ha venido observando durante toda su existencia.
De hecho, sus sucesivas cúpulas dirigentes se han resistido a atentar en territorio francés precisamente para evitar que las autoridades galas consideren la violencia de ETA como un problema propio de primera magnitud, reaccionen policialmente de manera proporcional y eliminen definitivamente lo que, cada vez con mayores dificultades, ha venido siendo la retaguardia de la organización terrorista.
Sin embargo, los expertos advierten que ETA ha ido cambiando cada una de sus costumbres a medida que ha ido evolucionando o a medida que se ha ido viendo acorralada. Ocurrió por ejemplo con la organización de sus comandos. La banda terrorista los mantenía de manera estanca hasta hace unos años que, saltándose todas las normas de seguridad, algunos de sus miembros compartieron parte de la infraestructura y provocaron así la caída de varios grupos en una sola operación.
Hay otro hecho que se ha producido en los últimos días y que resulta novedoso en este sentido y es el de que el último Zutabe -boletín interno- de la banda conocido, además de respaldar y anunciar un rebrote de la violecia callejera, recoge de manera expresa una amenaza a los periodistas franceses. Y cabe mencionar que, antes de que se iniciase el proceso, jueces y fiscales antiterroristas galas como Laurent Levert o Irene Stoler, habían sido incluidas en una lista de objetivos en un hecho sin precedentes hasta ese momento. Desde el primer momento del alto el fuego, la banda terrorista ha querido involucrar al Gobierno francés para mantener su reivindicación sobre la denominada territorialidad, es decir, para justificar sus aspiraciones sobre la ficticia unidad administrativa y política de Euskal Herria. Incluso destinó uno de los comunicados emitidos en los últimos meses a solicitar de la opinión pública gala que reflexionase sobre su posición y presionase a su Gobierno para que, aviniéndose a sus exigencias, adoptase medidas que impidiesen la prolongación del «conflicto».
Pero el Ejecutivo francés ha optado durante todo este tiempo por ningunear a la banda, asegurar que el problema del terrorismo y las negociaciones que pudieran emprenderse para eliminarlo eran un problema cinscunscrito a nuestro país, y por negarse a mantener cualquier tipo de contacto con ETA. En los meses de la tregua, de hecho, el gobierno galo no se ha hecho eco de las reclamaciones de la banda sobre las decenas de presos de los centros penitenciarios de la Administración francesa, los jueces del país vecino han dictado sentencias ejemplares, y los expertos policiales de la Gendarmería no han dudado en transmitir cuantas veces hiciera falta su escepticismo sobre las verdaderas intenciones de la banda terrorista y la constatación de los movimientos que sus militantes venían efectuando.
Los militantes que han expuesto esta posibilidad han sugerido que se creen lugares seguros, que se revitalice la infraestructura en el País Vasco, para que los terroristas que desarrollen sus actividades delictivas en el país vecino puedan ocultarse cada vez que cometan una de sus acciones.
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Este plan, que únicamente ha sido comentado sin que la dirección de la banda haya tomado una decisión sobre él, ha sido detectado por las Fuerzas de Seguridad y le ha sido comunicado al Gobierno, aunque lo cierto es que se salta todas las normas de autoprotección que la organización terrorista ha venido observando durante toda su existencia.
De hecho, sus sucesivas cúpulas dirigentes se han resistido a atentar en territorio francés precisamente para evitar que las autoridades galas consideren la violencia de ETA como un problema propio de primera magnitud, reaccionen policialmente de manera proporcional y eliminen definitivamente lo que, cada vez con mayores dificultades, ha venido siendo la retaguardia de la organización terrorista.
Sin embargo, los expertos advierten que ETA ha ido cambiando cada una de sus costumbres a medida que ha ido evolucionando o a medida que se ha ido viendo acorralada. Ocurrió por ejemplo con la organización de sus comandos. La banda terrorista los mantenía de manera estanca hasta hace unos años que, saltándose todas las normas de seguridad, algunos de sus miembros compartieron parte de la infraestructura y provocaron así la caída de varios grupos en una sola operación.
Hay otro hecho que se ha producido en los últimos días y que resulta novedoso en este sentido y es el de que el último Zutabe -boletín interno- de la banda conocido, además de respaldar y anunciar un rebrote de la violecia callejera, recoge de manera expresa una amenaza a los periodistas franceses. Y cabe mencionar que, antes de que se iniciase el proceso, jueces y fiscales antiterroristas galas como Laurent Levert o Irene Stoler, habían sido incluidas en una lista de objetivos en un hecho sin precedentes hasta ese momento. Desde el primer momento del alto el fuego, la banda terrorista ha querido involucrar al Gobierno francés para mantener su reivindicación sobre la denominada territorialidad, es decir, para justificar sus aspiraciones sobre la ficticia unidad administrativa y política de Euskal Herria. Incluso destinó uno de los comunicados emitidos en los últimos meses a solicitar de la opinión pública gala que reflexionase sobre su posición y presionase a su Gobierno para que, aviniéndose a sus exigencias, adoptase medidas que impidiesen la prolongación del «conflicto».
Pero el Ejecutivo francés ha optado durante todo este tiempo por ningunear a la banda, asegurar que el problema del terrorismo y las negociaciones que pudieran emprenderse para eliminarlo eran un problema cinscunscrito a nuestro país, y por negarse a mantener cualquier tipo de contacto con ETA. En los meses de la tregua, de hecho, el gobierno galo no se ha hecho eco de las reclamaciones de la banda sobre las decenas de presos de los centros penitenciarios de la Administración francesa, los jueces del país vecino han dictado sentencias ejemplares, y los expertos policiales de la Gendarmería no han dudado en transmitir cuantas veces hiciera falta su escepticismo sobre las verdaderas intenciones de la banda terrorista y la constatación de los movimientos que sus militantes venían efectuando.
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