ETA 'emplaza' al Gobierno a 'cumplir sus compromisos de alto el fuego'
22-06-06
ALTO EL FUEGO / Las exigencias de la banda
ETA 'emplaza' al Gobierno a 'cumplir sus compromisos de alto el fuego'
Se autodefine como «la expresión organizada de la dignidad» de quienes «luchamos con las armas en la mano» y advierte que «nuevas generaciones se sumarán a la lucha respondiendo con fuerza» si continúa «la actual opresión»
ANGELES ESCRIVA
ALTO EL FUEGO / Las exigencias de la banda
ETA 'emplaza' al Gobierno a 'cumplir sus compromisos de alto el fuego'
Se autodefine como «la expresión organizada de la dignidad» de quienes «luchamos con las armas en la mano» y advierte que «nuevas generaciones se sumarán a la lucha respondiendo con fuerza» si continúa «la actual opresión»
ANGELES ESCRIVA
MADRID.- ETA hizo público ayer un comunicado inequívocamente duro, que ha provocado cierta preocupación en el Gobierno y en el que mezcla las amenazas con las exigencias al Ejecutivo y con la advertencia de que no admitirá engaños.
La banda terrorista se reafirma en su decisión de mantener la situación actual, pero le recuerda al Gobierno que «para poder desarrollar un proceso de negociación, las autoridades españolas deben adoptar y cumplir los compromisos de alto el fuego». En román paladino, lo que exige es que se mueva -así lo entienden fuentes gubernamentales consultadas por este periódico- y que cumplimente unos supuestos pactos que el Gobierno niega pero que la banda dice tener asumidos.
(.../...)
Estos pactos comprenderían el fin de las operaciones policiales, los acercamientos de presos a cárceles vascas y el resto de medidas penitenciarias que puedan favorecer a los reclusos etarras, así como el cierre de los procesos judiciales y la legalización de Batasuna. Según su propia expresión, exige «el cese total de la represión, los ataques contra el colectivo de presos políticos a través de las leyes de excepción y el cese de la presión, chantaje y extorsión contra las actividades políticas de la izquierda independentista».
ETA asegura que está dispuesta a alcanzar «mediante el diálogo y la negociación una paz justa y duradera con el Estado español», pero acto seguido advierte de que «nunca aceptará que el Gobierno español intente utilizar tácticamente este proceso para intentar engañar al pueblo vasco o trate simplemente de neutralizar a ETA». De hecho, y por si no hubiese quedado claro, añade: «Que no le quepa ninguna duda a nadie que, de continuar la actual situación de opresión y conculcación de derechos, nuevas generaciones se sumarán a la lucha respondiendo con fuerza a quienes por la fuerza mantengan esta situación de injusticia».
Aparte de poner las condiciones para iniciar el proceso de negociación, la banda terrorista especifica, de nuevo, qué es lo que entiende por «negociación y diálogo» para lograr lo que, desde su punto de vista, ha de ser «una paz justa y duradera». Y, para hacerlo, se refiere una vez más a cuestiones políticas que teóricamente sólo debieran ser abordadas, según las normas del proceso iniciado, por los partidos políticos.
«Quizás nunca antes hayamos estado tan cerca de solucionar el conflicto político», señala, pero para ello se debe llegar a un acuerdo en el que «Euskal Herria lograría unos mínimos democráticos con los que poder construir su futuro, recuperar su territorialidad y la responsabilidad plena de su soberanía», y «el Estado español alcanzaría la estabilidad política necesaria para poder dar soluciones a su crisis política».
ETA pone más condiciones, algunas ya exigidas en comunicados anteriores y otras precisadas en éste. Emplaza al Gobierno a «expresar su compromiso de respetar lo que el pueblo vasco acuerde y decida sobre su futuro», sin «injerencias»; y a que «pase de las palabras a los hechos, dando los pasos necesarios para garantizar que ninguna legislación, ordenamiento jurídico ni Constitución sea obstáculo o límite en el desarrollo de la decisión que adopte el pueblo vasco», una condición que los socialistas vascos en más de una ocasión han asegurado públicamente que no constituiría impedimento alguno para llegar a un acuerdo.
La banda realiza un ejercicio de autoafirmación y se define como «la expresión organizada de la dignidad de miles de mujeres y hombres que con las armas en la mano luchamos [sic, en presente] para que el Estado reconozca sus derechos nacionales». Y, una vez más -es de suponer que para consumo interno-, sostiene que se ha demostrado que las estrategias desarrolladas por los diferentes gobiernos han fracasado, que el sistema autonómico ya no sirve y que suya es la autoría de la «crisis» que atraviesa el Estado.
Del mismo modo que, hace escasos días, realizaba una peculiar lectura de la Historia francesa, en este caso también prepara sus advertencias con la interpretación previa de la Historia española, que es la que justifica su actividad terrorista. Y también se dirige a la opinión pública española para que apoye la iniciativa del Gobierno y rechace la actitud del PP. Según el texto, «la sociedad haría bien en apoyar los pasos de quienes actúan de manera valiente y decidida asumiendo riesgos políticos», «dando la espalda a quienes insisten en alimentar la injusticia, el odio y la venganza de manera irresponsable y mezquina apostando por la represión y el enfrentamiento».
El comunicado finaliza con una advertencia más, y es la de que responderá según como lo haga el Gobierno. La última vez que ETA aseguró haberse sentido engañada fue en la negociación de la última tregua con el PNV. Entonces dijo haber comprobado el engaño y rompió la tregua. Pero, antes, anunció a los negociadores nacionalistas que iba a hacer pública su determinación. En esta ocasión, se limita a las advertencias, según los expertos, como un modo de presión.
La banda terrorista se reafirma en su decisión de mantener la situación actual, pero le recuerda al Gobierno que «para poder desarrollar un proceso de negociación, las autoridades españolas deben adoptar y cumplir los compromisos de alto el fuego». En román paladino, lo que exige es que se mueva -así lo entienden fuentes gubernamentales consultadas por este periódico- y que cumplimente unos supuestos pactos que el Gobierno niega pero que la banda dice tener asumidos.
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Estos pactos comprenderían el fin de las operaciones policiales, los acercamientos de presos a cárceles vascas y el resto de medidas penitenciarias que puedan favorecer a los reclusos etarras, así como el cierre de los procesos judiciales y la legalización de Batasuna. Según su propia expresión, exige «el cese total de la represión, los ataques contra el colectivo de presos políticos a través de las leyes de excepción y el cese de la presión, chantaje y extorsión contra las actividades políticas de la izquierda independentista».
ETA asegura que está dispuesta a alcanzar «mediante el diálogo y la negociación una paz justa y duradera con el Estado español», pero acto seguido advierte de que «nunca aceptará que el Gobierno español intente utilizar tácticamente este proceso para intentar engañar al pueblo vasco o trate simplemente de neutralizar a ETA». De hecho, y por si no hubiese quedado claro, añade: «Que no le quepa ninguna duda a nadie que, de continuar la actual situación de opresión y conculcación de derechos, nuevas generaciones se sumarán a la lucha respondiendo con fuerza a quienes por la fuerza mantengan esta situación de injusticia».
Aparte de poner las condiciones para iniciar el proceso de negociación, la banda terrorista especifica, de nuevo, qué es lo que entiende por «negociación y diálogo» para lograr lo que, desde su punto de vista, ha de ser «una paz justa y duradera». Y, para hacerlo, se refiere una vez más a cuestiones políticas que teóricamente sólo debieran ser abordadas, según las normas del proceso iniciado, por los partidos políticos.
«Quizás nunca antes hayamos estado tan cerca de solucionar el conflicto político», señala, pero para ello se debe llegar a un acuerdo en el que «Euskal Herria lograría unos mínimos democráticos con los que poder construir su futuro, recuperar su territorialidad y la responsabilidad plena de su soberanía», y «el Estado español alcanzaría la estabilidad política necesaria para poder dar soluciones a su crisis política».
ETA pone más condiciones, algunas ya exigidas en comunicados anteriores y otras precisadas en éste. Emplaza al Gobierno a «expresar su compromiso de respetar lo que el pueblo vasco acuerde y decida sobre su futuro», sin «injerencias»; y a que «pase de las palabras a los hechos, dando los pasos necesarios para garantizar que ninguna legislación, ordenamiento jurídico ni Constitución sea obstáculo o límite en el desarrollo de la decisión que adopte el pueblo vasco», una condición que los socialistas vascos en más de una ocasión han asegurado públicamente que no constituiría impedimento alguno para llegar a un acuerdo.
La banda realiza un ejercicio de autoafirmación y se define como «la expresión organizada de la dignidad de miles de mujeres y hombres que con las armas en la mano luchamos [sic, en presente] para que el Estado reconozca sus derechos nacionales». Y, una vez más -es de suponer que para consumo interno-, sostiene que se ha demostrado que las estrategias desarrolladas por los diferentes gobiernos han fracasado, que el sistema autonómico ya no sirve y que suya es la autoría de la «crisis» que atraviesa el Estado.
Del mismo modo que, hace escasos días, realizaba una peculiar lectura de la Historia francesa, en este caso también prepara sus advertencias con la interpretación previa de la Historia española, que es la que justifica su actividad terrorista. Y también se dirige a la opinión pública española para que apoye la iniciativa del Gobierno y rechace la actitud del PP. Según el texto, «la sociedad haría bien en apoyar los pasos de quienes actúan de manera valiente y decidida asumiendo riesgos políticos», «dando la espalda a quienes insisten en alimentar la injusticia, el odio y la venganza de manera irresponsable y mezquina apostando por la represión y el enfrentamiento».
El comunicado finaliza con una advertencia más, y es la de que responderá según como lo haga el Gobierno. La última vez que ETA aseguró haberse sentido engañada fue en la negociación de la última tregua con el PNV. Entonces dijo haber comprobado el engaño y rompió la tregua. Pero, antes, anunció a los negociadores nacionalistas que iba a hacer pública su determinación. En esta ocasión, se limita a las advertencias, según los expertos, como un modo de presión.
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