ETA SIGUE EXTORSIONANDO, ZAPATERO DEBE PARAR EL RELOJ
21-06-06
Editorial
ETA SIGUE EXTORSIONANDO, ZAPATERO DEBE PARAR EL RELOJ
Editorial
ETA SIGUE EXTORSIONANDO, ZAPATERO DEBE PARAR EL RELOJ
La detención de 12 personas en el País Vasco y en el sur de Francia vinculadas a la red de cobro del impuesto revolucionario de ETA es, en primer lugar, una buena noticia porque demuestra que el Estado de Derecho sigue funcionando. La airada reacción de Otegi y los dirigentes de Batasuna contra esta operación corrobora que la banda ha acusado el golpe.
Las detenciones y los registros fueron ordenados por los jueces Marlaska y Le Vert, que, sin duda, disponían de información policial sobre esta red de extorsión de ETA, que, como publicaba EL MUNDO el pasado domingo, sigue activa. Nuestro periódico revelaba que dos etarras habían transportado 60.000 euros de San Sebastián a Bayona hace menos de un mes, fruto del cobro del impuesto revolucionario. También informaba que esas dos personas fueron seguidas por la Policía, por lo que es licíto suponer que la publicación de este transporte de fondos pudo precipitar la decisión de los jueces de llevar a cabo la operación de ayer.
Lo que conocemos hasta ahora es la implicación como coordinador de la red de Angel Iturbe Abasolo, hermano de Txomin, y de intermediarios entre los que figuran militantes históricos como Julen Madariaga y Eloy Uriarte, conocido como Sr. Robles, que actuaban poniendo en contacto a los extorsionados con ETA.
Nada nuevo bajo el sol, pero lo relevante es que todo indica que esta red de extorsión seguía activa hasta ayer. Así lo demuestra un recibo de 64.000 euros pagados por unos empresarios, fechado hace pocos días, lo que contradice la versión de la Fiscalía, que aseguraba que la investigación se refería a hechos pasados.
La banda, cuyos dirigentes condicionaron en Gara el alto el fuego a que se desaten «los nudos» del derecho de autodeterminación y la anexión de Navarra, nunca se ha comprometido a renunciar al impuesto revolucionario ni a desmantelar su estructura operativa. Ello indica que una cosa es lo que dice y hace ETA y otra bien distinta, las interpretaciones del Gobierno, que tienden a minimizar cualquier dato objetivo que ponga en cuestión las buenas intenciones de la banda. Incluso concediendo que pueda existir una oportunidad real para lograr que ETA renuncie a la violencia, parece lógico adoptar las máximas cautelas en una situación que, cuando menos, es bastante confusa. No se puede ir a piñón fijo contra los acontecimientos.
Zapatero ha establecido unas reglas de procedimiento, que ha tenido que ir variando conforme a las circunstancias. El presidente habló de una hoja de ruta que comenzaba en la verificación, la convocatoria del Pacto Antiterrorista y el consenso con la oposición antes de pasar a la comunicación en el Congreso como requisito previo al inicio de la negociación con ETA. Estos pasos no se están cumpliendo.
Zapatero tiene lógicamente la iniciativa, pero en las actuales circunstancias de incertidumbre y confusión, no hay ninguna razón para tener prisa y menos para forzar los acontecimientos. Si ETA ha decidido no volver a matar, da igual negociar en julio que en septiembre. Y si es al revés, comenzar a negociar será un grave error. Por ello, lo más sensato es parar el reloj e intentar recuperar el imprescindible consenso con la oposición.
Las detenciones y los registros fueron ordenados por los jueces Marlaska y Le Vert, que, sin duda, disponían de información policial sobre esta red de extorsión de ETA, que, como publicaba EL MUNDO el pasado domingo, sigue activa. Nuestro periódico revelaba que dos etarras habían transportado 60.000 euros de San Sebastián a Bayona hace menos de un mes, fruto del cobro del impuesto revolucionario. También informaba que esas dos personas fueron seguidas por la Policía, por lo que es licíto suponer que la publicación de este transporte de fondos pudo precipitar la decisión de los jueces de llevar a cabo la operación de ayer.
Lo que conocemos hasta ahora es la implicación como coordinador de la red de Angel Iturbe Abasolo, hermano de Txomin, y de intermediarios entre los que figuran militantes históricos como Julen Madariaga y Eloy Uriarte, conocido como Sr. Robles, que actuaban poniendo en contacto a los extorsionados con ETA.
Nada nuevo bajo el sol, pero lo relevante es que todo indica que esta red de extorsión seguía activa hasta ayer. Así lo demuestra un recibo de 64.000 euros pagados por unos empresarios, fechado hace pocos días, lo que contradice la versión de la Fiscalía, que aseguraba que la investigación se refería a hechos pasados.
La banda, cuyos dirigentes condicionaron en Gara el alto el fuego a que se desaten «los nudos» del derecho de autodeterminación y la anexión de Navarra, nunca se ha comprometido a renunciar al impuesto revolucionario ni a desmantelar su estructura operativa. Ello indica que una cosa es lo que dice y hace ETA y otra bien distinta, las interpretaciones del Gobierno, que tienden a minimizar cualquier dato objetivo que ponga en cuestión las buenas intenciones de la banda. Incluso concediendo que pueda existir una oportunidad real para lograr que ETA renuncie a la violencia, parece lógico adoptar las máximas cautelas en una situación que, cuando menos, es bastante confusa. No se puede ir a piñón fijo contra los acontecimientos.
Zapatero ha establecido unas reglas de procedimiento, que ha tenido que ir variando conforme a las circunstancias. El presidente habló de una hoja de ruta que comenzaba en la verificación, la convocatoria del Pacto Antiterrorista y el consenso con la oposición antes de pasar a la comunicación en el Congreso como requisito previo al inicio de la negociación con ETA. Estos pasos no se están cumpliendo.
Zapatero tiene lógicamente la iniciativa, pero en las actuales circunstancias de incertidumbre y confusión, no hay ninguna razón para tener prisa y menos para forzar los acontecimientos. Si ETA ha decidido no volver a matar, da igual negociar en julio que en septiembre. Y si es al revés, comenzar a negociar será un grave error. Por ello, lo más sensato es parar el reloj e intentar recuperar el imprescindible consenso con la oposición.
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