Una accidentada huelga de hambre
18-06-06
REFERÉNDUM EN CATALUÑA / La guerra lingüística
Una accidentada huelga de hambre
Los Mossos intentan impedir la protesta de Carmelo González a favor del bilingüismo
OSCAR BENITEZ
REFERÉNDUM EN CATALUÑA / La guerra lingüística
Una accidentada huelga de hambre
Los Mossos intentan impedir la protesta de Carmelo González a favor del bilingüismo
OSCAR BENITEZ
BARCELONA.- «Sólo buscaban intimidarnos». Así interpretó ayer Carmelo González la actitud de los Mossos d'Esquadra que, a horas intempestivas de la madrugada, se presentaron en la plaza de Sant Jaume e intentaron impedir la huelga de hambre que él protagonizaba.
Carmelo González, tras casi un año de combate cívico contra el Gobierno catalán para que su hija pueda estudiar en castellano, decidió llevar a cabo una huelga de hambre durante 24 horas frente al Palau de la Generalitat catalana.
(.../...)
Esta protesta, que González inició a las 16.00 horas del viernes y que contó con la presencia de diversas plataformas cívicas, estuvo desde el principio marcada por la polémica. Nada más comenzar, un grupo de nacionalistas radicales le increparon con gritos de «puto inmigrante español» delante de los medios de comunicación. Las vociferantes amenazas de los independentistas amainaron al cabo de un rato, pero los problemas no se acabaron allí.
«Aquella actitud xenófoba ya me la esperaba», explicó González, «pero lo que realmente me parece lamentable es que más tarde fueran las autoridades las que trataran de boicotear nuestra protesta».
«Hacia las tres de la madrugada, un coche de los mossos camuflado se detuvo ante nosotros», relataba ayer. «Dos agentes de paisano se dirigieron hacia mí y, sin mediar casi explicación, me conminaron a marcharme empleando un tono duro y autoritario».
El asesor legal de González mostró entonces a los agentes autonómicos un documento que acreditaba que tenían permiso para permanecer allí durante 24 horas.
«Nos dejaron quedarnos, pero la conducta de los policías fue muy áspera», se lamentó. «Esta aparición nocturna de los agentes me parece anacrónica, digna de otros tiempos», añadió. Según Carmelo González, «hicieron gala de un estilo rancio y fascistoide, impropio de un gobierno democrático».
Pese a este «vergonzoso episodio policial», González dijo sentirse «arropado afectivamente» por muchos ciudadanos. Los vítores y aplausos de los asistentes al acabar ayer la protesta, coreando «¡valiente, valiente!», demostraron ese afecto.
Carmelo González, tras casi un año de combate cívico contra el Gobierno catalán para que su hija pueda estudiar en castellano, decidió llevar a cabo una huelga de hambre durante 24 horas frente al Palau de la Generalitat catalana.
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Esta protesta, que González inició a las 16.00 horas del viernes y que contó con la presencia de diversas plataformas cívicas, estuvo desde el principio marcada por la polémica. Nada más comenzar, un grupo de nacionalistas radicales le increparon con gritos de «puto inmigrante español» delante de los medios de comunicación. Las vociferantes amenazas de los independentistas amainaron al cabo de un rato, pero los problemas no se acabaron allí.
«Aquella actitud xenófoba ya me la esperaba», explicó González, «pero lo que realmente me parece lamentable es que más tarde fueran las autoridades las que trataran de boicotear nuestra protesta».
«Hacia las tres de la madrugada, un coche de los mossos camuflado se detuvo ante nosotros», relataba ayer. «Dos agentes de paisano se dirigieron hacia mí y, sin mediar casi explicación, me conminaron a marcharme empleando un tono duro y autoritario».
El asesor legal de González mostró entonces a los agentes autonómicos un documento que acreditaba que tenían permiso para permanecer allí durante 24 horas.
«Nos dejaron quedarnos, pero la conducta de los policías fue muy áspera», se lamentó. «Esta aparición nocturna de los agentes me parece anacrónica, digna de otros tiempos», añadió. Según Carmelo González, «hicieron gala de un estilo rancio y fascistoide, impropio de un gobierno democrático».
Pese a este «vergonzoso episodio policial», González dijo sentirse «arropado afectivamente» por muchos ciudadanos. Los vítores y aplausos de los asistentes al acabar ayer la protesta, coreando «¡valiente, valiente!», demostraron ese afecto.
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