El voto a Al Qaeda:David Gistau

10-05-07




A SANGRE FRIA

El voto a Al Qaeda

DAVID GISTAU

Un abogado de la acusación particular preguntó al comisario Cabanillas, de la UCI, si el descubrimiento de Titadyn en los explosivos de los trenes habría alentado la teoría etarra. Gómez Bermúdez neutralizó la pregunta, probablemente porque entrar a valorar hipótesis en vez de hechos consumados supondría una digresión que no puede permitirse este juicio tan complejo, coral y comprimido en una agenda determinada. Lo cierto es que la autoría etarra cada vez está más extraviada en el ámbito de lo que podría haber sido. Y el intento de colarla entre los hechos consumados se ampara en argumentos cada vez más peregrinos, tales como un ejemplar de Gara usado como mantel en la celda de un terrorista islámico o ciertas relaciones improvisadas, propias de la camaradería carcelaria y quién sabe si de la simpatía ante el enemigo común y el corporativismo nihilista. (.../...)

Pero la fase pericial desafía los prejuicios y las convicciones basadas en lo que uno querría que hubiera pasado porque aborda, para avalar testimonios y pesquisas, pruebas concretas: huellas, rastreos de llamadas como las intercambiadas en Asturias por El Chino y Trashorras los días en que los explosivos eran robados en Mina Conchita, análisis de ADN. Y, al menos de momento, ninguna de ellas abre una trocha que conduzca sino al interior del habitáculo, a los suicidas de Leganés y a aquellos huidos que, desde luego, no son gente de chapela.

Otras cuestiones son las que atufan: las negligencias policiales y el aprovechamiento político del atentado una vez cometido, incluyendo los indicios de pruebas sobrevenidas o priorizadas y la campaña de agit-prop desencadenada por Rubalcaba cuando aún pensaba que «no merecemos un Gobierno que nos mienta» y por los medios relacionados con el PSOE, con la falsa exclusiva de los cadáveres de suicidas -otra confusión entre lo que uno querría que hubiera pasado y lo que pasó- premiada con un Ondas. Pero, en lo concerniente a la autoría, la maleza de teorías va desbrozándose hasta desnudar una sola que ya provoca indicios de desmoronamiento en algunos de los procesados como Slimane, el acusado que lloró durante su declaración, a quien ayer hubo que poner los grilletes cuando sucumbió a un arrebato de ansiedad que le dejó, con la cabeza entre las manos, susurrando: «No lo aguanto».

Los aspectos más políticos del atentado también aparecieron con relación a los vídeos de reivindicación. En ellos, Abú Dujana al Afgani, en cuya voz Cabanillas reconoce la de El Chino, confiesa la intención de derrocar un Gobierno, el de Aznar. En la noche electoral del 14-M, algunos humoristas como Wyoming fueron capaces, a pesar de la cercanía en el tiempo de la tragedia, de chotearse con este asunto diciendo que el pueblo español había preferido ser gobernado por Al-Qaeda antes que por Aznar. Ahora, por si había dudas, sabemos que no fue un mal chiste, sino un diagnóstico certero: tanto darle vueltas al efecto estimulante de Sarkozy, y resulta que era El Chino quien sabía cómo movilizar a los abstencionistas.

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