VICTORIA PREGO: La incompetencia y la nada

09-05-07





PREGUERIAS

La incompetencia y la nada

VICTORIA PREGO

Muchos años le ha costado a la Guardia Civil tener en democracia el prestigio social de que ahora disfruta. Le ha costado también mucho aguante, mucho silencio, mucha disciplina y muchos servicios a la población. Además, claro, de demasiadas víctimas del terrorismo. Gracias a tanto esfuerzo, ha ido cambiando la percepción de la sociedad hacia una institución que, hasta hace poco, se consideraba la representación genuina de la represión y la intolerancia del régimen de Franco.


Y resulta que ahora, alcanzada la meta y cuando la imagen de la Guardia Civil ya llanea cómodamente entre las filas de la opinión pública, aparecen sus mandos a declarar ante el juicio más importante de nuestra Historia y ofrecen el mismo lamentable espectáculo que nos propinaron anteriormente muchos altos responsables de la Policía Nacional. (.../...)


El día de ayer fue, por eso, amargo. Cuando la evidencia dice que se produjeron fallos manifiestos en el seguimiento e investigación de las informaciones ofrecidas por los confidentes sobre las tramas de tráfico de explosivos, y cuando en esos fallos está inmersa la Guardia Civil, los responsables vienen a decirnos que no tienen por qué saber más de lo que saben, que es, literalmente, nada. Las declaraciones del general Laguna, del teniente coronel Bolinaga y del coronel Aldea fueron una deliberada exhibición coral de incompetencia para no tener que afrontar ante el tribunal la menor responsabilidad, ni siquiera moral, ante asuntos que han acabado revelándose como decisivos en lo que pasó.

Entre su esfuerzo por no señalar el nefasto comportamiento de la UCO a la hora de asumir la investigación sobre la trama de explosivo, el temor a contrariar a sus superiores y el pavor a destacarse en el ejercicio de la crítica, sus testimonios parecieron un ejercicio de omertà corporativa que impidió aclarar decenas de incógnitas sobre qué fue lo que en realidad ocurrió entre Asturias y Madrid para que todos los soplos recibidos, todos diciendo lo mismo, acabaran esfumándose en el aire.

Cierto que tampoco los letrados se lucieron ayer. El hoy coronel Aldea, por ejemplo, es autor de un informe crudo y valiente en el que, en su día, puso el dedo en la llaga sobre los errores cometidos. Ese escrito está en el sumario. Pues nadie le preguntó por él. Y Aldea se puso de canto, como si tal texto no hubiera salido nunca de sus manos. Ni una mención por su parte, pero es que ni una, a su clarividente análisis de lo ocurrido.

Hubo, es verdad, unas pocas preguntas certeras que se estrellaron lánguidamente contra la nada. Ahora que se les va a liberar de los rigores de la disciplina militar, se podría sugerir a los oficiales y números de la Guardia Civil que exijan a sus mandos un poco más de dignidad y de profesionalidad cuando ostenten sus cargos en público.



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