'Operacion Esfera'

18-10-06



11-M LA INVESTIGACION

'Operacion Esfera'



La policía inició este dispositivo, que inicialmente se llamó 'San Cristóbal', sobre radicales islámicos


FERNANDO LAZARO

MADRID.- Inicialmente se bautizó como operación San Cristóbal.El motivo: la mayoría de los sospechosos investigados residían en el madrileño barrio de San Cristóbal de los Angeles. El objetivo: controlar un entramado muy preciso de radicales islámicos que circulaban alrededor de las mezquitas de esa zona de Madrid.Los agentes de la Comisaría General de Información controlaban a una célula de fundamentalistas que se dedicaban a hacer proselitismo en favor de la Yihad, la lucha islámica.
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El control era constante aunque no intenso. No se les quería perder de vista ya que, según los datos obtenidos por los especialistas, estos sospechosos, en un futuro, podían dar el salto e integrarse en algún comando terrorista. Esta vigilancia se intensificó tras los atentados de las Torres Gemelas en Estados Unidos. El dispositivo nació a finales de 2002.

Con el paso de los meses y la acumulación del material obtenido por la policía sobre los sospechosos, se decidió cambiar de nombre al dispositivo, que pasó a llamarse operación Esfera. Los vigilados ya cruzaban las fronteras imaginarias de esa barriada y sus implicaciones, pese mantenerse centradas en Madrid, alcanzaban ya bastantes más zonas.

Estas dos operaciones se pusieron en marcha como consecuencia de los datos aportados por dos colaboradores policiales: uno denominado Juan y el otro, el que, además de colaborar con la policía española hacía lo mismo con los servicios secretos marroquíes.

Según informaron fuentes policiales, fue Juan, vinculado al movimiento muyahidin, quien, ya en 1999, aportó los primeros datos a los agentes de la Comisaría General de Información sobre una persona conocida como Abel que, posteriormente, fue identificada como Mustapha Maymouni, hombre clave en las conexiones radicales islamistas en España. De hecho, fue detenido finalmente en Marruecos por su presunta implicación en los atentados de Casablanca de mayo de 2003.

Los informadores policiales vincularon a éste con destacados miembros del movimiento Tablig Wa Dawa en España. Según los datos recopilados por los especialistas, los investigados en la operación Esfera realizaron proselitismo en favor de la participación en los conflictos armados de Bosnia y de Chechenia.

En los documentos policiales sobre estas operaciones ya se ponían de relieve las extremas medidas de seguridad que ponía en marcha Maymouni con el fin de evitar vigilancias policiales. Desde el principio, los agentes tuvieron claro que «habían pillado cacho» y que tenían algo importante entre manos. Según explicaron fuentes de la investigación, un hombre que adopta las medidas que tomaba Maymouni para evitar vigilancias policiales debía ser alguien representativo en la comunidad integrista.

Según las fuentes consultadas por EL MUNDO, Maymouni facilitó su número de su teléfono móvil a un reducido número de personas y lo mismo hizo con su domicilio. De esta forma, las dificultades para localizar o intervenirle el teléfono se multiplicaban. Siempre solía proporcionar los datos del domicilio de sus padres, residentes en Leganés, con el fin de evitar ser localizado en su vivienda particular. Asimismo, utilizaba intermediarios para cualquier tipo de encuentro. Es decir, él nunca contactaba directamente con la persona a la que iba a ver y siempre utilizaba a personas interpuestas. Estos intermediarios también fueron objeto de investigaciones policiales desde 2002.

Fue a partir de ese año cuando las pesquisas sobre este grupo radical se fueron estrechando. La información facilitada por el colaborador que, a su vez, trabajaba para los servicios secretos marroquíes, fue decisiva para potenciar la denominada operación Esfera. Este informador ya situó perfectamente a Maymouni en el centro, como el eje sobre el que giraba todo un grupo de fundamentalistas, dispuestos a dar el paso hacia la violencia. Era lo que las Fuerzas de Seguridad denominan una célula durmiente, un grupo decidido a tomar las armas en el momento en el que alguna autoridad islamista les diera la orden, según fuentes de la investigación. Se da la circunstancia de que este informador «centró» policialmente a Maymouni meses antes de que se produjeran los atentados de Casablanca.

El informador detallaba dónde y por cuánto tiempo se reunía Maymouni con jóvenes a los que intentaba captar para la Yihad con sus discursos. Como consecuencia de estos datos y de otros recibidos de otros informadores, la Comisaría General de Información consigue a finales de 2002 tener localizados a personajes fundamentales dentro del integrismo asentado en España. Así, entre otros, se trabaja ya sobre Serham El Tunecino, quien está considerado en aquel momento como la persona de contacto para acceder a Maymouni.

Los especialistas habían llegado a la conclusión de que El Tunecino, uno de los máximos responsables de los atentados del 11-M, estaba por debajo de Maymouni en la estructura jerárquica del islamismo radical instalado en España. También en aquellas fechas los analistas conocían ya la figura de El Egipcio, arrestado en Italia como uno de los presuntos autores intelectuales de la masacre de Madrid.

En las reuniones celebradas en la capital de España en aquel periodo, los asistentes ya defendían la posibilidad de realizar operaciones fuera de países que no fuera Afganistán. Eran varios los que no alcanzaban a entender por qué esa obsesión de los musulmanes por aquel país cuando la Yihad se podía realizar en cualquier otro punto geográfico, según explicaron a EL MUNDO fuentes de las investigaciones. Fruto de los datos obtenidos tanto por Juan como por el otro colaborador, los especialistas pudieron ir precisando las conexiones que había en Madrid entre el movimiento Tabligh Wa Dawa y las corrientes salafistas.

Las organizaciones extremistas y el movimiento Tabligh coincidían, según los análisis policiales, en el mismo sustrato social para lograr nuevas captaciones. Buscaban jóvenes entre 20 y 30 años, fundamentalmente solteros y muy impresionables. Por eso, el uso de los vídeos de combatientes musulmanes en Chechenia servía de forma muy clara para los propósitos de los captadores. En ambos casos, las organizaciones radicales exigen autofinanciación a sus integrantes.

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