LAS VICTIMAS NO CRITICAN AL SUPREMO, SINO AL GOBIERNO
25-02-07
Editorial
LAS VICTIMAS NO CRITICAN AL SUPREMO, SINO AL GOBIERNO
Editorial
LAS VICTIMAS NO CRITICAN AL SUPREMO, SINO AL GOBIERNO
La concentración convocada ayer por la AVT en protesta por la rebaja de pena a De Juana Chaos, en apoyo de las víctimas del etarra y a favor de que éste cumpla íntegramente los meses que le quedan de condena fue un éxito de participación, como lo fueron anteriormente todas las manifestaciones que organizó esta entidad en contra de la política antiterrorista del Gobierno. He aquí, en primer lugar, dos hechos a destacar. La empatía de la sociedad española hacia las víctimas, que lleva una y otra vez a miles de ciudadanos a secundar sus llamamientos; y la oposición abierta y nada disimulada de éstas hacia el Ejecutivo, al que acusan de ser condescendiente con ETA a costa de la memoria, la dignidad y la justicia, las tres palabras que volvieron a presidir el acto. Los organizadores de la concentración de ayer en Madrid atribuyeron la rebaja de pena a De Juana precisamente a esa presunta benevolencia del Gobierno en atención al proceso de paz, y no al Tribunal Supremo. De hecho, las víctimas se cuidaron de mostrar en sus discursos su acatamiento y respeto a las sentencias judiciales, pero cargaron -a veces injusta y desproporcionadamente- contra el gabinete de Zapatero.
La concentración había puesto en un brete tanto a populares como a socialistas. A los primeros, porque su presencia podía entenderse como un intento de desacreditar a la Justicia. Así lo interpretó el PSOE desde el primer momento, que criticó con dureza al PP. Rajoy optó por que su partido estuviera al lado de la AVT, como en el resto de sus convocatorias, pero con una presencia más discreta, para que no pudiera acusárseles de cuestionar la independencia de los jueces.
La papeleta de los socialistas era peor. La concentración ponía en evidencia -nada menos que con los rostros y las voces de supervivientes de atentados de De Juana- el divorcio entre el Gobierno y las víctimas, una quiebra difícilmente justificable ante la opinión pública. Estuvieron de más algunos excesos verbales, como calificar al Ejecutivo de «cobarde» o «ruin», pero los organizadores cumplieron su objetivo de dejar al descubierto, con la contundencia de sus propias experiencias, una política antiterrorista que cuestiona buena parte de la sociedad española. Mientras las víctimas de ETA exponían sus descarnados testimonios, sus acólitos respondían casi a la misma hora en Bilbao con una concentración a favor de los presos. En los incidentes que se registraron a continuación se detuvo a un envalentonado Permach, portavoz de Batasuna. Veremos qué cargos se formulan contra él.
Lo tremendo del caso De Juana no es que se haya rebajado la condena del etarra por sus amenazas -en una sentencia que respetamos, pero de la que disentimos- sino que pudiera saldar con 19 años de cárcel sus 25 asesinatos. Y de ello son responsables los primeros gobiernos de la Democracia, que no supieron adecuar (lo hizo, aunque tarde, Aznar) el Código Penal a la realidad de un Estado de Derecho amenazado por una banda terrorista. Si bien eso ya no tiene solución, sí es legítima y cabe satisfacer la petición de la AVT de que De Juana cumpla hasta el último día de su reducida condena.
La concentración había puesto en un brete tanto a populares como a socialistas. A los primeros, porque su presencia podía entenderse como un intento de desacreditar a la Justicia. Así lo interpretó el PSOE desde el primer momento, que criticó con dureza al PP. Rajoy optó por que su partido estuviera al lado de la AVT, como en el resto de sus convocatorias, pero con una presencia más discreta, para que no pudiera acusárseles de cuestionar la independencia de los jueces.
La papeleta de los socialistas era peor. La concentración ponía en evidencia -nada menos que con los rostros y las voces de supervivientes de atentados de De Juana- el divorcio entre el Gobierno y las víctimas, una quiebra difícilmente justificable ante la opinión pública. Estuvieron de más algunos excesos verbales, como calificar al Ejecutivo de «cobarde» o «ruin», pero los organizadores cumplieron su objetivo de dejar al descubierto, con la contundencia de sus propias experiencias, una política antiterrorista que cuestiona buena parte de la sociedad española. Mientras las víctimas de ETA exponían sus descarnados testimonios, sus acólitos respondían casi a la misma hora en Bilbao con una concentración a favor de los presos. En los incidentes que se registraron a continuación se detuvo a un envalentonado Permach, portavoz de Batasuna. Veremos qué cargos se formulan contra él.
Lo tremendo del caso De Juana no es que se haya rebajado la condena del etarra por sus amenazas -en una sentencia que respetamos, pero de la que disentimos- sino que pudiera saldar con 19 años de cárcel sus 25 asesinatos. Y de ello son responsables los primeros gobiernos de la Democracia, que no supieron adecuar (lo hizo, aunque tarde, Aznar) el Código Penal a la realidad de un Estado de Derecho amenazado por una banda terrorista. Si bien eso ya no tiene solución, sí es legítima y cabe satisfacer la petición de la AVT de que De Juana cumpla hasta el último día de su reducida condena.
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