Queda claro que las cosas no están claras

28-02-07



PREGUERIAS

Queda claro que las cosas no están claras


VICTORIA PREGO

Un día frenético el de ayer, dentro y fuera de la sala del juicio. El primer informe de los peritos evidencia que son demasiadas excepciones ya, demasiados errores y demasiadas casualidades como para poder dar por buena la versión oficial, la que se había mantenido indemne en algunos círculos dispuestos a bendecir lo que viniera de fuentes gubernamentales. No está mal tener confianza en nuestros dirigentes, pero es peligroso tenerles fe porque eso obstruye las entendederas. Y porque, aunque nadie pone en duda la honestidad personal de nuestros líderes, es de tontos ignorar que a esa integridad ellos suman necesariamente sus intereses electorales.

(.../...)

Por alguna razón que se me escapa, desde el primer día se dictó desde el Gobierno el dogma de fe según el cual el meter la nariz en lo sucedido el 11-M era prueba fehaciente de que se estaba buscando la deslegitimación de los resultados electorales del día 14. Silogismo éste que ha conseguido paralizar a muchas mentes despiertas y ha obligado a hacer un esfuerzo de resistencia moral a quienes, muy pocos, se han atrevido a husmear en la zona prohibida.

El caso es que ya tenemos, por fin, una primera exposición analítica sobre los explosivos que se presenta desnuda de consideraciones y sólo dispuesta para el examen minuciosísimo de los observadores. Pero lo que para los ojos de un lego se deriva ya de este primer informe de los peritos es una intensa impresión de que está claro que las cosas no están claras. Ni mucho menos. No lo estuvieron desde el principio, cuando a quienes levantaban la mano para preguntar se les acusaba de saboteadores del sistema, de gentes amorales que buscan dinamitar la serena democracia que nos gobierna y se calificaba poco menos que de fascista a todo el que osara hacerse preguntas en público en torno al tema. No era verdad que estuviera todo claro. No lo está todavía.

Mientras el debate en torno al informe de los peritos se abría fuera de la sala, dentro de ella asistíamos a un espectáculo insólito, cual era el del fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, batallando en este juicio con un interrogatorio extenuante a este Zouhier cuyo único interés, entre tanto disparate, fue el de dejar claro que él había avisado a la Guardia Civil de que sujetos como el asturiano Trashorras estaban traficando con explosivos. Ése era su objetivo y lo cumplió. El del fiscal era demostrar que estábamos ante un charlatán embustero. También lo cumplió. Pero quedó pendiente de responder la pregunta de por qué la Guardia Civil no hizo el seguimiento exhaustivo de aquel soplo a cargo de aquel charlatán que les estaba dando una información tan valiosa.

Trashorras se descolgó con una mención a los etarras de la caravana de la muerte que heló el aire en la sala. Hoy escucharemos más. Intenso día el de ayer.

victoria.prego@el-mundo.es

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