La «Gala de Rubalcaba» en la Comisión

30-07-04

11-M LA INVESTIGACION / LAS COMPARECENCIAS

La «Gala de Rubalcaba» en la Comisión

Por Victoria Prego

No se lo pudieron poner más fácil. El portavoz del grupo parlamentario socialista se paseó por la Comisión de Investigación sin que nadie le pusiera ni una china en el zapato. Si no supiéramos la verdad, pensaríamos que había sido el propio PSOE quien había solicitado, suplicado incluso, su comparecencia con el astuto propósito de cerrar los trabajos parlamentarios con una estocada brillante, briosa y certera al anterior Gobierno. Pero no. Resulta que la presencia de Rubalcaba había sido pedida por el PP aunque, para pasmo de los presentes, fue la portavoz de ese partido quien le puso al socialista en bandeja de plata la oportunidad de atizar sin piedad y sin pausa a los anteriores gobernantes.
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Pérez Rubalcaba había empezado su intervención con un discurso medido y hasta constructivo. De hecho, hizo ante la Comisión una propuesta interesante que sería bueno que se tradujera en hechos: la consecución de un Pacto de Estado contra el terrorismo internacional. Pero, una vez terminado su parlamento, la portavoz popular inauguró su interrogatorio acusando directamente al interviniente de ser el verdadero manipulador-jefe de todas las falsedades de aquellos días. Y eso lo hizo antes de formular su primera y muy genérica pregunta. Ni hecho por encargo.

La respuesta fue automática: una larga y durísima exposición sobre la acción de los auténticos mentirosos y manipuladores que, en versión de Rubalcaba, fueron los miembros del Gobierno del PP y un desmentido en toda regla sobre las acusaciones lanzadas contra el PSOE . Y ya no se bajó el socialista de ahí, sin que la diputada popular consiguiera ni una sOla vez poner contra las cuerdas al compareciente. Al contrario, fue él quien la aniquiló a ella mientras sus compañeros, Martínez Pujalte y Del Burgo, se removían inquietos en sus asientos. Sólo al final, y en el segundo turno de intervenciones, Alicia Castro consiguió encajarle una pregunta muy concreta, a la que Rubalcaba no contestó. Pero ya era demasiado tarde. La intervención del dirigente socialista había quedado definitivamente sellada minutos antes con un paseo triunfal entre las filas de los grupos minoritarios, y del suyo propio, que pusieron gustosos la fanfarria de lo que pudo haberse llamado «La Gran Gala Rubalcaba», como dijo con humor uno de sus compañeros. Y todo sin despeinarse.

Si se hubieran ahorrado llamar a Rubalcaba, los miembros del PP podrían estar todavía saboreando las mieles del recital ofrecido el martes por Angel Acebes. Pero algún masoquista se ve que hay en Génova. O algo peor.

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