ZAPATERO DEBE RECTIFICAR Y RAJOY AYUDARLE A HACERLO
6-06-06
EDITORIAL
ZAPATERO DEBE RECTIFICAR Y RAJOY AYUDARLE A HACERLO
EDITORIAL
ZAPATERO DEBE RECTIFICAR Y RAJOY AYUDARLE A HACERLO
El PSOE ha renunciado a enmendar la propuesta de resolución presentada por el PP sobre el diálogo con ETA que hoy se debatirá en el Congreso y se limitará a votar en contra. Aunque durante el fin de semana Zapatero barajó la posibilidad de comparecer hoy mismo -en la última jornada del Debate del estado de la Nación- para solicitar autorización para abrir el diálogo con ETA, afortunadamente ha decidido aplazar esta sesión al menos dos semanas. Tanto su comparecencia como una hipotética resolución del PSOE u otros grupos en contra de la presentada por el PP hubiera supuesto la desaparición de cualquier posibilidad de retomar el entendimiento perdido con Mariano Rajoy.
Zapatero ha querido de esta forma rebajar la tensión del debate, que ha alcanzado cotas muy altas. Ayer mismo, el secretario de Organización del PSOE atribuyó la ruptura del consenso a la «crisis interna del PP», lo cual no deja de ser una simpleza, mientras que el secretario general del PP, Angel Acebes, se pronunció en términos exagerados e impropios -por mucho que lo que anuncia el PSE coincida con las pretensiones de Aoneta- al asegurar que «el proyecto de Zapatero es el de ETA».
La escalada verbal, sin embargo, es lo de menos. Lo ideal sería el restablecimiento de los puntos de acuerdo -que aunque mínimos existían- entre el presidente del Gobierno y Mariano Rajoy. Pero es Zapatero quien debe de encontrar la fórmula para restañar la herida que él mismo abrió, bien sea por torpeza o bien porque quisiera descubrir hasta dónde llega el aguante de la opinión pública. En este sentido, tanto la renuncia del PSOE a presentar una resolución alternativa a la del PP como el aplazamiento de la comparecencia de Zapatero y las escurridizas palabras del ministro Rubalcaba, llamando al consenso y comprometiéndose a informar -¿no lo habían hecho ya?- a la oposición de los pasos que se den son signos de distensión que hay que valorar positivamente.
Pero no bastan. El presidente debe rectificar su grave error, buscando una salida que satisfaga a todos los que se han sentido engañados por él y -al margen de las formas- eso pasa por renunciar a la reunión con Batasuna hasta que la formación ilegalizada renuncie a la violencia. Ese encuentro violaría la legalidad vigente y otorgaría virtualidad a la penúltima jactancia de Batasuna, en boca ayer de Jone Goiricelaia: «La legalidad española sólo la tienen ahora en cuenta el PP y la derecha navarra y francesa».
No faltará quien opine que estos gestos del Gobierno son simples fintas de Zapatero debido al rechazo que su actuación ha tenido en amplios sectores de la opinión pública y que únicamente trata de ganar tiempo ante la manifestación convocada para el sábado por la AVT, que probablemente volverá a ser multitudinaria. También entendemos que a Rajoy le resulte ya poco menos que imposible fiarse del presidente, pero si se encuentra una manera de bloquear la cita de Patxi López con Batasuna, él debería facilitar la recuperación del consenso.
Zapatero ha querido de esta forma rebajar la tensión del debate, que ha alcanzado cotas muy altas. Ayer mismo, el secretario de Organización del PSOE atribuyó la ruptura del consenso a la «crisis interna del PP», lo cual no deja de ser una simpleza, mientras que el secretario general del PP, Angel Acebes, se pronunció en términos exagerados e impropios -por mucho que lo que anuncia el PSE coincida con las pretensiones de Aoneta- al asegurar que «el proyecto de Zapatero es el de ETA».
La escalada verbal, sin embargo, es lo de menos. Lo ideal sería el restablecimiento de los puntos de acuerdo -que aunque mínimos existían- entre el presidente del Gobierno y Mariano Rajoy. Pero es Zapatero quien debe de encontrar la fórmula para restañar la herida que él mismo abrió, bien sea por torpeza o bien porque quisiera descubrir hasta dónde llega el aguante de la opinión pública. En este sentido, tanto la renuncia del PSOE a presentar una resolución alternativa a la del PP como el aplazamiento de la comparecencia de Zapatero y las escurridizas palabras del ministro Rubalcaba, llamando al consenso y comprometiéndose a informar -¿no lo habían hecho ya?- a la oposición de los pasos que se den son signos de distensión que hay que valorar positivamente.
Pero no bastan. El presidente debe rectificar su grave error, buscando una salida que satisfaga a todos los que se han sentido engañados por él y -al margen de las formas- eso pasa por renunciar a la reunión con Batasuna hasta que la formación ilegalizada renuncie a la violencia. Ese encuentro violaría la legalidad vigente y otorgaría virtualidad a la penúltima jactancia de Batasuna, en boca ayer de Jone Goiricelaia: «La legalidad española sólo la tienen ahora en cuenta el PP y la derecha navarra y francesa».
No faltará quien opine que estos gestos del Gobierno son simples fintas de Zapatero debido al rechazo que su actuación ha tenido en amplios sectores de la opinión pública y que únicamente trata de ganar tiempo ante la manifestación convocada para el sábado por la AVT, que probablemente volverá a ser multitudinaria. También entendemos que a Rajoy le resulte ya poco menos que imposible fiarse del presidente, pero si se encuentra una manera de bloquear la cita de Patxi López con Batasuna, él debería facilitar la recuperación del consenso.
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