Zapatero no logra ablandar a Rajoy
7-06-06
Zapatero no logra ablandar a Rajoy
CASIMIRO GARCIA-ABADILLO
Zapatero no logra ablandar a Rajoy
CASIMIRO GARCIA-ABADILLO
Rajoy pronunció ayer el discurso que esperaban de él muchos ciudadanos en el Debate sobre el estado de la Nación. No hizo concesiones a la galería y fue directo al grano.
«La única mesa que necesita ETA es aquélla en la que venga a depositar sus armas», lanzó como un directo a la mandíbula de la bancada socialista, que trató de esquivar el golpe entre risas.«No se rían, deberían ustedes avergonzarse», improvisó el líder de la oposición con una convicción que congeló el rictus de los que esperaban una nueva victoria parlamentaria de Zapatero.
(.../...)
Fue un debate de altura, en el que también el presidente, sobre todo en su primera intervención, estuvo brillante, sereno y hábil en el manejo de los argumentos.
Y es que Zapatero quería jugar el papel de bueno de la película.Perdonarle la vida a Rajoy llamándole al consenso, echando pelillos a la mar como si aquí no hubiera pasado nada. «Estoy dispuesto a olvidar lo que han dicho algunos representantes del PP», concedió como muestra de talante.
El problema para el presidente es que sus ofrecimientos de pacto, de acuerdo en torno al diálogo con ETA, llegan no sólo tarde, sino cuando la oposición está escaldada de tomaduras de pelo.
La cuestión es fácil de entender: si Zapatero quiere que el PP le dé su apoyo, tiene que suspender la reunión del PSE con los «representantes de la ilegalizada Batasuna» (el presidente concretó más que López, quien se refirió a la «izquierda abertzale»).
¿Pero es que es tan difícil de entender que el Gobierno no puede dar esa baza a Batasuna mientras dicha organización siga siendo no sólo ilegal, sino parte de ETA, según el Tribunal Supremo?
Otegi lo entiende a la perfección y no tuvo reparo en advertir ayer que sin la reunión con el PSE «no habría proceso». Y ¿qué es el proceso, según Otegi?: «Abrir las puertas a este pueblo y respetar lo que decida». Es decir, la autodeterminación.
Plantear el debate político sobre la base de la «búsqueda de la paz» no es más que un recurso demagógico. Todos queremos la paz. Hasta Franco hacía eslóganes con la paz («25 años de paz», ¿se acuerdan?). Entonces la izquierda decía: «No, no queremos la paz de los cementerios».
Pues bien. Todos los ciudadanos entienden que la paz es muy importante, que por salvar vidas vale la pena casi cualquier cosa. Ahora bien, no a cambio de vulnerar la ley, no a cambio de darles a los terroristas justo lo que querían conseguir cuando hace 40 años comenzaron a matar.
Si Zapatero quiere de verdad lograr que el PP le dé su respaldo, tendrá que hacer algo más que ofrecer buenas palabras. Pero, de nuevo, tendrá que elegir: o hacer feliz a Rajoy o hacer feliz a Otegi. No se puede hacer feliz a todo el mundo al mismo tiempo.
«La única mesa que necesita ETA es aquélla en la que venga a depositar sus armas», lanzó como un directo a la mandíbula de la bancada socialista, que trató de esquivar el golpe entre risas.«No se rían, deberían ustedes avergonzarse», improvisó el líder de la oposición con una convicción que congeló el rictus de los que esperaban una nueva victoria parlamentaria de Zapatero.
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Fue un debate de altura, en el que también el presidente, sobre todo en su primera intervención, estuvo brillante, sereno y hábil en el manejo de los argumentos.
Y es que Zapatero quería jugar el papel de bueno de la película.Perdonarle la vida a Rajoy llamándole al consenso, echando pelillos a la mar como si aquí no hubiera pasado nada. «Estoy dispuesto a olvidar lo que han dicho algunos representantes del PP», concedió como muestra de talante.
El problema para el presidente es que sus ofrecimientos de pacto, de acuerdo en torno al diálogo con ETA, llegan no sólo tarde, sino cuando la oposición está escaldada de tomaduras de pelo.
La cuestión es fácil de entender: si Zapatero quiere que el PP le dé su apoyo, tiene que suspender la reunión del PSE con los «representantes de la ilegalizada Batasuna» (el presidente concretó más que López, quien se refirió a la «izquierda abertzale»).
¿Pero es que es tan difícil de entender que el Gobierno no puede dar esa baza a Batasuna mientras dicha organización siga siendo no sólo ilegal, sino parte de ETA, según el Tribunal Supremo?
Otegi lo entiende a la perfección y no tuvo reparo en advertir ayer que sin la reunión con el PSE «no habría proceso». Y ¿qué es el proceso, según Otegi?: «Abrir las puertas a este pueblo y respetar lo que decida». Es decir, la autodeterminación.
Plantear el debate político sobre la base de la «búsqueda de la paz» no es más que un recurso demagógico. Todos queremos la paz. Hasta Franco hacía eslóganes con la paz («25 años de paz», ¿se acuerdan?). Entonces la izquierda decía: «No, no queremos la paz de los cementerios».
Pues bien. Todos los ciudadanos entienden que la paz es muy importante, que por salvar vidas vale la pena casi cualquier cosa. Ahora bien, no a cambio de vulnerar la ley, no a cambio de darles a los terroristas justo lo que querían conseguir cuando hace 40 años comenzaron a matar.
Si Zapatero quiere de verdad lograr que el PP le dé su respaldo, tendrá que hacer algo más que ofrecer buenas palabras. Pero, de nuevo, tendrá que elegir: o hacer feliz a Rajoy o hacer feliz a Otegi. No se puede hacer feliz a todo el mundo al mismo tiempo.
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