Investigan una trama policial por traficar con Goma 2 ECO en Madrid
30-11-06
BAJO SOSPECHA / Uno de los agentes estaba destinado en la comisaría de Puente de Vallecas cuando apareció la mochila del 11-M / La Audiencia Nacional ha autorizado a la Policía más de una docena de 'pinchazos'
Investigan una trama policial por traficar con Goma 2 ECO en Madrid
FERNANDO LAZARO
BAJO SOSPECHA / Uno de los agentes estaba destinado en la comisaría de Puente de Vallecas cuando apareció la mochila del 11-M / La Audiencia Nacional ha autorizado a la Policía más de una docena de 'pinchazos'
Investigan una trama policial por traficar con Goma 2 ECO en Madrid
MADRID.- Todo apunta a una mafia policial. El pasado 15 de agosto apareció en Leganés (Madrid) un paquete con cinco kilos de Goma 2 ECO, similar a la que presuntamente se utilizó en la masacre de Madrid. El explosivo, ya conectado a detonadores, estaba en manos de un confidente policial, que fue quien dio la voz de alarma a su controlador.
Todo parecía indicar que se trataba de un asunto de delincuencia común y que el explosivo había desaparecido de una cantera privada de Colmenar Viejo (Madrid).
(.../...)
Pero las pesquisas han dado un giro inesperado y ahora apuntan a un asunto mucho más serio, en el que estarían implicados funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía. Ahora, la sospecha principal es que fue un policía el que facilitó, a través de terceras personas, el explosivo al confidente para que se lo entregara a alguien aún por identificar. Y no se descarta que se tratara de islamistas radicales. Sigue en
También se baraja la posibilidad de que toda esta operación fuera una entrega controlada para, posteriormente, desmantelar un comando islamista.
Los explosivos en poder del confidente de Leganés pusieron en alerta a todos los servicios policiales: agentes de información, técnicos en desactivación de explosivos... Hubo detenciones. Hubo tomas de declaración por parte de la Policía y de la Audiencia Nacional.
Pero el juez Juan del Olmo, que estaba de guardia en la Audiencia Nacional, dejó en libertad tanto al confidente que estaba en posesión de los explosivos como al que, según éste, se los había proporcionado: un vecino de la localidad madrileña de El Alamo. La mujer del confidente, que le acompañaba aquella noche también quedó en libertad.
Luego llegarían más sorpresas: uno de los sospechosos que está siendo investigado por la Brigada Provincial de Información sobre la Goma 2 estuvo destinado, en la noche del 11-M, en la comisaría del Puente de Vallecas, la misma donde apareció la polémica mochila número 13, la bolsa con el explosivo y el teléfono móvil que aportó las claves para el esclarecimiento de los atentados que habían tenido lugar esa mañana.
La tarea no está siendo fácil. Según explicaron a EL MUNDO fuentes de la investigación, los agentes aún no han podido acreditar siquiera dónde fue sustraído el explosivo detectado el pasado agosto.
Inicialmente, se apuntó que había aparecido un paquete con varios cartuchos de Goma 2 ECO con un peso aproximado de cinco kilos. Ahora, las fuentes consultadas por este periódico indican que el explosivo estaba preparado para hacer explosión. Estaba conectado a detonadores.
Este dato aumentó la incertidumbre por parte de los agentes encargados de la investigación, quienes, inicialmente, sospecharon de que podía tratarse de una operación de terroristas para perpetrar otro atentado en Madrid.
Casi tres meses después, la situación ha variado radicalmente. Ahora, las pesquisas se centran en agentes del Cuerpo Nacional de Policía. Según la información que obra en poder de este periódico, la Brigada Provincial de Información, con el visto bueno del juez Del Olmo, tiene intervenidos más de una docena de teléfonos. Muchos de ellos pertenecen a agentes de la Policía Nacional. Según estas fuentes, los agentes investigados forman parte de diferentes plantillas, la mayoría de ellas de Madrid. También se investiga a otros funcionarios de las unidades centrales. Pero el dato que más alarma ha creado entre los agentes antiterroristas de Madrid es la coincidencia de que uno de los sospechosos de formar parte de esta trama que presuntamente traficaba con explosivos estuviera también directamente relacionado con labores de vigilancia en la comisaría de Puente de Vallecas.
Es decir, que este agente estaba trabajando en aquella comisaría la noche en que apareció la polémica bolsa. Un inspector de la comisaría de Puente de Vallecas denunció, en un escrito enviado al director general de la Policía y publicado por EL MUNDO, que la cadena de custodia de la mochila se había roto. Es decir, durante algún tiempo la prueba clave del 11-M estuvo fuera del control policial.
Esta información provocó que el juez del Olmo, que desconocía la denuncia de este inspector, le citara a declarar. En su comparecencia ante el instructor del 11-M, este mando explicó que aquel día sólo vio una bolsa con características similares a la presuntamente utilizada por los terroristas. Cuando el magistrado le enseñó la que fue descubierta en la comisaría de Vallecas, el agente negó rotundamente que se tratara de ella y concretó que había diferencias sustanciales en la forma, el color y las asas. Además, en el informe conjunto elaborado por la UCIE y la UCI en agosto 2005 a instancias de Del Olmo, se afirma que «existe un vestigio físico sobre la parte externa de la mochila-bomba desactivada por el Tedax, registrado como PERFIL 11, que por las peripecias sufridas por dicha mochila y porque pudo ser manipulada por personas no identificadas en Ifema, consideramos que no necesariamente pertenece a un terrorista».
Asimismo, en la trama que se investiga ahora, una de las circunstancias que más inquietó a los investigadores es la cercanía entre el lugar en el que estaba el confidente policial con el explosivo el pasado mes de agosto, y la calle Carmen Martín Gaite en Leganés, donde murieron los presuntos autores materiales de la matanza del 11-M. De hecho, entre ambos puntos hay un trayecto de apenas dos minutos en coche.
Todo parecía indicar que se trataba de un asunto de delincuencia común y que el explosivo había desaparecido de una cantera privada de Colmenar Viejo (Madrid).
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Pero las pesquisas han dado un giro inesperado y ahora apuntan a un asunto mucho más serio, en el que estarían implicados funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía. Ahora, la sospecha principal es que fue un policía el que facilitó, a través de terceras personas, el explosivo al confidente para que se lo entregara a alguien aún por identificar. Y no se descarta que se tratara de islamistas radicales. Sigue en
También se baraja la posibilidad de que toda esta operación fuera una entrega controlada para, posteriormente, desmantelar un comando islamista.
Los explosivos en poder del confidente de Leganés pusieron en alerta a todos los servicios policiales: agentes de información, técnicos en desactivación de explosivos... Hubo detenciones. Hubo tomas de declaración por parte de la Policía y de la Audiencia Nacional.
Pero el juez Juan del Olmo, que estaba de guardia en la Audiencia Nacional, dejó en libertad tanto al confidente que estaba en posesión de los explosivos como al que, según éste, se los había proporcionado: un vecino de la localidad madrileña de El Alamo. La mujer del confidente, que le acompañaba aquella noche también quedó en libertad.
Luego llegarían más sorpresas: uno de los sospechosos que está siendo investigado por la Brigada Provincial de Información sobre la Goma 2 estuvo destinado, en la noche del 11-M, en la comisaría del Puente de Vallecas, la misma donde apareció la polémica mochila número 13, la bolsa con el explosivo y el teléfono móvil que aportó las claves para el esclarecimiento de los atentados que habían tenido lugar esa mañana.
La tarea no está siendo fácil. Según explicaron a EL MUNDO fuentes de la investigación, los agentes aún no han podido acreditar siquiera dónde fue sustraído el explosivo detectado el pasado agosto.
Inicialmente, se apuntó que había aparecido un paquete con varios cartuchos de Goma 2 ECO con un peso aproximado de cinco kilos. Ahora, las fuentes consultadas por este periódico indican que el explosivo estaba preparado para hacer explosión. Estaba conectado a detonadores.
Este dato aumentó la incertidumbre por parte de los agentes encargados de la investigación, quienes, inicialmente, sospecharon de que podía tratarse de una operación de terroristas para perpetrar otro atentado en Madrid.
Casi tres meses después, la situación ha variado radicalmente. Ahora, las pesquisas se centran en agentes del Cuerpo Nacional de Policía. Según la información que obra en poder de este periódico, la Brigada Provincial de Información, con el visto bueno del juez Del Olmo, tiene intervenidos más de una docena de teléfonos. Muchos de ellos pertenecen a agentes de la Policía Nacional. Según estas fuentes, los agentes investigados forman parte de diferentes plantillas, la mayoría de ellas de Madrid. También se investiga a otros funcionarios de las unidades centrales. Pero el dato que más alarma ha creado entre los agentes antiterroristas de Madrid es la coincidencia de que uno de los sospechosos de formar parte de esta trama que presuntamente traficaba con explosivos estuviera también directamente relacionado con labores de vigilancia en la comisaría de Puente de Vallecas.
Es decir, que este agente estaba trabajando en aquella comisaría la noche en que apareció la polémica bolsa. Un inspector de la comisaría de Puente de Vallecas denunció, en un escrito enviado al director general de la Policía y publicado por EL MUNDO, que la cadena de custodia de la mochila se había roto. Es decir, durante algún tiempo la prueba clave del 11-M estuvo fuera del control policial.
Esta información provocó que el juez del Olmo, que desconocía la denuncia de este inspector, le citara a declarar. En su comparecencia ante el instructor del 11-M, este mando explicó que aquel día sólo vio una bolsa con características similares a la presuntamente utilizada por los terroristas. Cuando el magistrado le enseñó la que fue descubierta en la comisaría de Vallecas, el agente negó rotundamente que se tratara de ella y concretó que había diferencias sustanciales en la forma, el color y las asas. Además, en el informe conjunto elaborado por la UCIE y la UCI en agosto 2005 a instancias de Del Olmo, se afirma que «existe un vestigio físico sobre la parte externa de la mochila-bomba desactivada por el Tedax, registrado como PERFIL 11, que por las peripecias sufridas por dicha mochila y porque pudo ser manipulada por personas no identificadas en Ifema, consideramos que no necesariamente pertenece a un terrorista».
Asimismo, en la trama que se investiga ahora, una de las circunstancias que más inquietó a los investigadores es la cercanía entre el lugar en el que estaba el confidente policial con el explosivo el pasado mes de agosto, y la calle Carmen Martín Gaite en Leganés, donde murieron los presuntos autores materiales de la matanza del 11-M. De hecho, entre ambos puntos hay un trayecto de apenas dos minutos en coche.
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