UNA TRAMA QUE ESTREMECE Y LA MANIPULACION PARA TAPARLA
2-12-06
Editorial
UNA TRAMA QUE ESTREMECE Y LA MANIPULACION PARA TAPARLA
Todo indica que la detención de agentes de la Policía Nacional, ordenada ayer por el juez Del Olmo, se precipitó tras la publicación en EL MUNDO de la existencia de una red de tráfico de dinamita y de drogas a la que están vinculados miembros de ese cuerpo policial.
Es muy probable que precisamente la publicación de esa información haya evitado a los responsables de las Fuerzas de Seguridad caer en la tentación de echar tierra sobre este asunto. Lo cierto es que ayer el juez instructor ordenó esas detenciones, que corroboran lo denunciado por este periódico.
(.../...)
Ello confirma que nos hallamos ante una violación de las leyes extraordinariamente grave, pues, tras lo que hemos vivido en España, resulta estremecedor que agentes de la Policía Nacional puedan estar implicados en una red de tráfico de Goma 2 Eco, de drogas e incluso, tal vez, en un asesinato. Como bien expresó Mariano Rajoy, «se le ponen a uno los pelos de punta».
El propio Sindicato Unificado de Policía (SUP) emitió ayer una nota particularmente dura, pidiendo «el esclarecimiento absoluto de los hechos, la depuración de responsabilidades y la revisión inmediata del control interno». El SUP calificaba a esos agentes de «terroristas infiltrados en la Policía».
Decíamos hace unos días que existen dos sospechosas coincidencias en este asunto. La primera casualidad es que la red de tráfico de Goma 2 Eco operaba en Leganés, cerca del lugar donde murieron los siete islamistas del comando del 11-M. La segunda coincidencia es que al menos dos de los agentes detenidos trabajaban en la comisaría de Vallecas donde apareció la famosa mochila. El MUNDO revela hoy otra tercera: que uno de esos agentes que estaban adscritos a Vallecas nació en Nador (Marruecos) y sus compañeros le apodan El Moro.
En una nota divulgada anoche, Interior intentaba desvincular estas detenciones del 11-M. Su premura en hacerlo pone en evidencia la inconsistencia de la pretensión.
Interior dice en su nota que los siete detenidos están «implicados en distintas actividades propias de la delincuencia común». Poco antes de dar a conocer ese comunicado fuentes del Ministerio filtraban que dos de los agentes habían sido detenidos por «revelación de secretos»; o sea, por haber filtrado la información a EL MUNDO.
Jamás revelaremos nuestras fuentes pero si esto fuera así, pondría de relieve el rasero moral de los responsables de Interior, que estarían metiendo en el mismo saco a quien trafica con Goma 2 y a quien lo denuncia. Pero, sobre todo, evidenciaría una nueva operación para manipular a la opinión pública e intimidar a quienes se atrevan a denunciar la corrupción policial, muy similar a la realizada contra los peritos de la Policía Científica.
La cúpula de Interior ha perdido toda la credibilidad y, en vez de atajar por lo sano las irregularidades de su departamento, intenta sembrar la confusión con medias verdades y filtraciones interesadas. En lugar de tratar de averiguar quiénes hablan con los periodistas más le valdría poner algo de su parte para esclarecer qué policías le dieron hace ya seis meses el tristemente famoso chivatazo a ETA.
Editorial
UNA TRAMA QUE ESTREMECE Y LA MANIPULACION PARA TAPARLA
Todo indica que la detención de agentes de la Policía Nacional, ordenada ayer por el juez Del Olmo, se precipitó tras la publicación en EL MUNDO de la existencia de una red de tráfico de dinamita y de drogas a la que están vinculados miembros de ese cuerpo policial.
Es muy probable que precisamente la publicación de esa información haya evitado a los responsables de las Fuerzas de Seguridad caer en la tentación de echar tierra sobre este asunto. Lo cierto es que ayer el juez instructor ordenó esas detenciones, que corroboran lo denunciado por este periódico.
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Ello confirma que nos hallamos ante una violación de las leyes extraordinariamente grave, pues, tras lo que hemos vivido en España, resulta estremecedor que agentes de la Policía Nacional puedan estar implicados en una red de tráfico de Goma 2 Eco, de drogas e incluso, tal vez, en un asesinato. Como bien expresó Mariano Rajoy, «se le ponen a uno los pelos de punta».
El propio Sindicato Unificado de Policía (SUP) emitió ayer una nota particularmente dura, pidiendo «el esclarecimiento absoluto de los hechos, la depuración de responsabilidades y la revisión inmediata del control interno». El SUP calificaba a esos agentes de «terroristas infiltrados en la Policía».
Decíamos hace unos días que existen dos sospechosas coincidencias en este asunto. La primera casualidad es que la red de tráfico de Goma 2 Eco operaba en Leganés, cerca del lugar donde murieron los siete islamistas del comando del 11-M. La segunda coincidencia es que al menos dos de los agentes detenidos trabajaban en la comisaría de Vallecas donde apareció la famosa mochila. El MUNDO revela hoy otra tercera: que uno de esos agentes que estaban adscritos a Vallecas nació en Nador (Marruecos) y sus compañeros le apodan El Moro.
En una nota divulgada anoche, Interior intentaba desvincular estas detenciones del 11-M. Su premura en hacerlo pone en evidencia la inconsistencia de la pretensión.
Interior dice en su nota que los siete detenidos están «implicados en distintas actividades propias de la delincuencia común». Poco antes de dar a conocer ese comunicado fuentes del Ministerio filtraban que dos de los agentes habían sido detenidos por «revelación de secretos»; o sea, por haber filtrado la información a EL MUNDO.
Jamás revelaremos nuestras fuentes pero si esto fuera así, pondría de relieve el rasero moral de los responsables de Interior, que estarían metiendo en el mismo saco a quien trafica con Goma 2 y a quien lo denuncia. Pero, sobre todo, evidenciaría una nueva operación para manipular a la opinión pública e intimidar a quienes se atrevan a denunciar la corrupción policial, muy similar a la realizada contra los peritos de la Policía Científica.
La cúpula de Interior ha perdido toda la credibilidad y, en vez de atajar por lo sano las irregularidades de su departamento, intenta sembrar la confusión con medias verdades y filtraciones interesadas. En lugar de tratar de averiguar quiénes hablan con los periodistas más le valdría poner algo de su parte para esclarecer qué policías le dieron hace ya seis meses el tristemente famoso chivatazo a ETA.
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