El soponcio de 'El Egipcio'

17-05-07



JUICIO POR UNA MASACRE / La opinión / A SANGRE FRIA

El soponcio de 'El Egipcio'


DAVID GISTAU

Al numerito montado por 'El Egipcio' y Belhadj dentro del habitáculo sólo le faltó un par de vestidos de cola con lunares y tal vez una peineta por cabeza para terminar de parecerse a las apariciones marianas que Isabel Pantoja lleva unos días protagonizando por las campas y plazas mayores de España. En ambos casos se trata de una escenificación del dolor algo sobreactuada que sólo cuando se trata de la tonadillera encuentra a un público sensible e inclinado a la compasión. Porque las privaciones voluntarias de buena parte de los procesados, por más que Belhadj, Bouchar y El Egipcio las acompañen con una languidez que anuncia soponcio, sólo van a encontrarse con una sala alejadísima de la piedad y con un tribunal firme que no aceptará la coacción y que proseguirá con el juicio aun cuando a los huelguistas haya que expulsarlos definitivamente para dejarlos en una cama de hospital enchufados a un suero. De momento, el que ya le ha encontrado un aspecto positivo a la huelga de hambre de sus compañeros accidentales es Rafá Zouhier, quien al parecer ayer bromeó con las raciones sobrantes de macarrones y natillas que iba a poder echarse al coleto durante el receso de mediodía.
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En la medida en que tengan determinación para continuar con la huelga contra los consejos de sus abogados, los acusados se irán deteriorando a la vista hasta que llegue el día en que simplemente no podrán asistir. Sólo en esto quedará alterada la rutina judicial, que no espera a nadie obligada tanto por la agenda como por el principio de no dejarse doblegar por la voluntad de un preso. Demasiado baqueteados están los miembros del tribunal por los desafueros nihilistas de los machacas etarras con los que ya se las han visto tantas veces como para arrugarse ahora porque El Egipcio tenga jaqueca. La huelga, como ya escribimos la semana pasada, revela que a los procesados no les quedan ya ases en la manga con los que distraer sus culpas. Por no quedarles, ya ni tienen las ganas de mofarse de todo y de carcajearse en un ambiente de despedida de soltero como al principio del juicio, cuando las diferentes tramas superpuestas les permitieron albergar la esperanza de librarse. Eso sí, la huelga permite atisbar de qué manera el grupo funciona de acuerdo a una jerarquía piramidal que tiene a El Egipcio y Belhadj en su cumbre: ellos diseñan la estrategia, y los eslabones más débiles, como Otman después de asegurar a su abogado que no lo haría, se someten a ella o por miedo a desafiar la disciplina colectiva o por el hábito de la obediencia que se habría impuesto cuando eran un comando organizado. Eso explica la exclusión de los asturianos y de los presos, como Zouhier, más vinculados a la delincuencia común que a la yihad. En ese sentido, sorprendía que Fouad amagara al principio con desvincularse del grupo y de Basel, su amigo íntimo. En la misma medida en que también sorprende que Jamal Zougam se haya apuntado a la consigna del hambre. Si la táctica de Zougam consistía en caracterizarse como una víctima de las circunstancias y de la saña policial sin relación alguna con los terroristas, compartir con ellos estrategias y destino no es la mejor forma de demostrarlo. A menos que, también en esto, haya funcionado el compañerismo carcelario.


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