La vista oral evidencia las lagunas del sumario


15-05-07


JUICIO POR UNA MASACRE / El análisis

La vista oral evidencia las lagunas del sumario


Después de tres meses de sesiones y más de 250 testigos, siguen sin resolverse las dudas sobre la versión oficial del 11-M

CASIMIRO GARCIA-ABADILLO

MADRID.- Cuando han transcurrido tres meses desde el comienzo del juicio oral por los atentados del 11 de marzo de 2004 y ya se han producido las declaraciones de más de 250 testigos, puede afirmarse que las principales dudas sobre su autoría y el modo en que se preparó y llevó a cabo la masacre siguen sin resolverse, a pesar de que hay que reconocerle al tribunal sus esfuerzos por esclarecer la verdad y la profesionalidad con la que está dirigiendo el proceso.


Aunque sea hacer un chiste fácil, no se le pueden pedir peras al olmo. La instrucción del sumario delimita la actuación del tribunal, que no puede suplantar la labor del juzgado central de instrucción que investigó el caso. De la Audiencia Nacional salieron dos escritos que son, por decirlo así, la base sobre la cual debe decidirse si los 29 imputados que se sientan en el banquillo son inocentes o culpables: el auto de procesamiento (que corresponde al juez Juan del Olmo) y el escrito de acusación de la fiscal Olga Sánchez.
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No cabe esperar, por tanto, que el tribunal elabore una teoría alternativa a la que reflejan esos escritos. Lo que sí pueden hacer los tres magistrados que lo componen (Javier Gómez Bermúdez, Alfonso Guevara y Fernando García Nicolás) es intentar aclarar, dentro de esos límites, los hechos que dieron lugar a la mayor matanza terrorista de la Historia de España.

Aunque los medios que defienden la versión oficial se afanan cada día en manipular lo que ocurre en la sala, la verdad es tozuda. La debilidad del sumario, fruto de la orientación política que se ha dado a la instrucción, queda corroborada por los hechos.

1º. ¿ESTALLO GOMA 2 ECO EN LOS TRENES?

Una cuestión clave sobre la que se sustenta la versión oficial es que los atentados del 11 de marzo se cometieron utilizando más de 200 kilos de Goma 2 ECO sustraídos de Mina Conchita.

Pero, ¿lo que estalló en los trenes fue realmente Goma 2 ECO?

EL MUNDO puso de manifiesto la contradicción entre lo declarado por el ex comisario jefe de los Tedax, Juan Jesús Sánchez Manzano, ante la Comisión de Investigación del 11-M, cuando dijo repetidamente que en los focos de los trenes se halló «nitroglicerina», y el hecho de que la Goma 2 ECO no incluya entre sus componentes dicho elemento. Asimismo, este periódico puso de relieve la irregularidad que supone que los análisis sobre los restos fundamentales para determinar el tipo de explosivo utilizado -los hallados en los focos de las explosiones- se llevaran a cabo en el laboratorio de los Tedax y no en el de la Policía Científica, que es el catalogado como oficial.

Éstas fueron las informaciones que propiciaron que el tribunal ordenase la realización de nuevas pruebas periciales sobre los restos de explosivos para determinar qué fue lo que realmente estalló en los trenes. Mientras que algunos medios (más bien pocos) tratábamos de aclarar esos extremos, otros (los teóricos de la justificación) se dedicaban a alabar la profesionalidad de Sánchez Manzano o a inventar curiosas teorías sobre la contaminación de los explosivos en fábrica.

Aunque sólo sea para refrescar la memoria de algunos, hay que recordar que tanto el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, como su ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, como, por supuesto, los medios de comunicación que defienden a capa y espada la teoría oficial, han afirmado en repetidas ocasiones y desde hace meses que los hechos fundamentales del 11-M han sido «totalmente aclarados» por la investigación policial y judicial.

Gracias a la labor periodística de algunos medios (entre los que hay que citar a Libertad Digital), el tribunal decidió llevar a cabo una nueva pericia que, hasta ahora, ha detectado dos elementos, el dinitrotolueno y la nitroglicerina, que, para disgusto de los que lo tenían tan claro, no forman parte de la Goma 2 ECO.

El informe final de los peritos, que será entregado al presidente del tribunal mañana, podría suponer un varapalo para la versión oficial si no corrobora que el explosivo que estalló en los trenes fue, sin duda, Goma 2 ECO, como sostiene el escrito del juez Del Olmo. El castillo de naipes, construido por los informes policiales que engrosan el sumario en torno a la trama asturiana de los explosivos, se vendría abajo.

La declaración del propio Sánchez Manzano ante el tribunal no hizo sino aumentar las sospechas sobre su extraño proceder. Por cierto, y sólo como recuerdo para desmemoriados: gracias a las informaciones publicadas por los acusados de defender «la teoría de la conspiración», el Ministerio del Interior se vio forzado a destituir al comisario jefe de los Tedax, Sánchez Manzano. Aunque, eso sí, ¡dos años y medio después del atentado!

Las dudas razonables sobre el tipo de explosivo utilizado se ven reforzadas por la inverosímil versión (elaborada en su escrito de acusación por la fiscal Sánchez), según la cual la dinamita utilizada para el atentado fue sustraída de Mina Conchita.

Según los datos aportados por la Guardia Civil (encargada por Del Olmo de investigar todo lo relacionado con los explosivos) a Mina Conchita sólo llegaron cartuchos con las numeraciones halladas en el piso de Leganés entre el 23 de enero de 2004 y el 25 de febrero de 2004 y en una cantidad de 1.175 kilos. Por tanto, eso supondría que, de ser cierta la versión de la fiscal, los terroristas habrían robado casi el 20% de la dinamita consumida en dicha mina.

Parece obvio, según se ha puesto de relieve en las declaraciones de los mineros ante el tribunal, que había cierto descontrol en la custodia de los minipolvorines. Eso podría justificar que se hubiese producido «alguna sisa» de cartuchos, en expresión del cabo primero que inspeccionó la mina. Pero, de ahí a la desaparición de más de 200 kilos en un mes, hay un abismo.

La teoría que sostiene la fiscal Sánchez en su escrito de acusación sobre la sustracción de la Goma 2 ECO es contradictoria con su propia tesis de que toda la dinamita utilizada para el atentado salió de Mina Conchita. Según su relato de los hechos, el minero Raúl González (conocido como El Rulo), «cuando trabajaba un viernes en turno de tarde, dado que era el último en abandonar la mina, sustraía dinamita apartándola del consumo, en cantidades de cinco a 10 kilos cada vez para dejarla oculta dentro de una bolsa de plástico verde, en un lugar predeterminado donde la recogía Trashorras durante las noches del sábado al domingo».

Pero, en primer lugar, El Rulo no trabajaba en Mina Conchita desde el mes de diciembre de 2003, fecha en que fue trasladado a la Mina Collada y anexas. Aun con todo, lo que resulta materialmente imposible (como sostiene la fiscal) es que El Rulo robase más de 200 kilos en sólo un mes. Según los cálculos de Olga Sánchez, sólo podría haber hecho desaparecer, a lo sumo, un total de 40 kilos de dinamita.

A día de hoy, cuando han declarado todos los imputados y prácticamente todos los testigos que han tenido relación con la sustracción de la dinamita, no existe una explicación racional sobre el origen de los 210 kilos que, según la fiscal, tuvieron a su disposición los terroristas para cometer los atentados.

2º. ¿DE DONDE SALIO LA MOCHILA DE VALLECAS?

Antes del intento de atentado del AVE y de que se localizara el piso de Leganés (el 3 de abril de 2004), la prueba más sólida que existe en el sumario de que los terroristas utilizaron Goma 2 ECO para perpetrar la masacre estaba en la mochila que apareció en la comisaría de Puente de Vallecas y que contenía, además del explosivo, un teléfono y la tarjeta de prepago de Amena que desencadenó las primeras detenciones.

Las dudas sobre la mochila fueron expresadas antes del comienzo del juicio oral por la propia Policía, cuyos testimonios sacó a la luz EL MUNDO.

El primero en expresar sospechas sobre el origen de la mochila fue el responsable de la custodia de los objetos recogidos en la estación de El Pozo, el inspector jefe Miguel Angel Alvarez (que la fiscal no ha citado para que testifique y que, de forma incomprensible, no comparecerá ante el tribunal). Alvarez dijo en su declaración ante el juez Del Olmo que él nunca vio la mochila que se encontró en la comisaría de Puente de Vallecas entre los enseres que se recogieron bajo su supervisión en dicha estación en la mañana del 11 de Marzo.

No sólo fue él quien cuestionó la validez de la mochila. En el macroinforme resumen de la investigación policial, que fue realizado conjuntamente por la UCIE y la UCI y remitido al Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional en octubre de 2005, se dice expresamente que la mochila de Vallecas «pudo ser manipulada en el pabellón de Ifema».

Las declaraciones ante el tribunal de los tedax que estuvieron esa mañana en la estación de El Pozo no han hecho sino aumentar más aún las dudas sobre el origen de dicha mochila. Un inspector jefe del Tedax, que fue responsable de la actuación de dicha unidad en la estación de El Pozo, afirmó que sus hombres revisaron hasta en cuatro ocasiones los trenes sin encontrar dicha mochila. «La mochila no estaba allí», dijo de forma rotunda.

Por su parte, el tedax que desactivo la mochila en el parque Azorín relató ante el tribunal que desde la sala del 091 se le comunicó que dicho objeto «no había pasado por el pabellón de Ifema», cuando, según la versión oficial, todo lo recogido en El Pozo fue llevado al pabellón 6 de la institución ferial y, posteriormente, trasladado a la comisaría de Puente de Vallecas.

3º. ¿QUIÉN MONTO LAS BOMBAS?

Ni en el auto de procesamiento, ni en el escrito de acusación, ni en los distintos informes policiales que recoge el sumario existe una versión que explique quién montó las bombas. Es decir, quién o quiénes de los imputados sabía activar bombas con teléfonos móviles.

Los testimonios de los propietarios de las tiendas donde se adquirieron las tarjetas y los teléfonos móviles que sirvieron de temporizadores para activar las bombas tampoco han servido para arrojar luz sobre este gran interrogante que sigue flotando sobre el 11-M.

Sigue sin saberse la identidad de los dos individuos que compraron los teléfonos (los conocidos por su acento como «búlgaros») y quiénes adquirieron las tarjetas de prepago de Amena en el locutorio de Lavapiés regentado por Jamal Zougam.

Tampoco se ha podido determinar por qué sólo se activaron siete tarjetas en la BTS de Morata el día 10 de marzo.

El testimonio del tedax que desactivó la bomba hallada en la Comisaría de Puente de Vallecas viene, de nuevo, a reforzar las dudas sobre la autoría del atentado. Según éste, hubo «dos manos» en la realización del atentado: una, la que montó los móviles (es decir, la de un experto en explosivos); y otra, la que ensambló los cables de los teléfonos con las rabizas de los detonadores (la de unos chapuceros que no tenían ni la más remota idea).

No ha habido una explicación en los numerosos testimonios ante el tribunal de los policías que han participado en la investigación que dé sentido a un hecho cuando menos poco coherente: ¿Por qué los terroristas en su intento de atentado contra el AVE llevado a cabo el 2 de abril de 2004 no utilizaron móviles como habían hecho en los trenes el día 11 de Marzo?

4º. ¿QUIÉNES FUERON LOS AUTORES DE LA MASACRE?

Eso es lo que tiene que determinar el tribunal. Por ahora, parece clara la participación directa en los atentados de los siete suicidas de Leganés. También resulta plausible la implicación de otros presuntos terroristas huidos como Daoud Ouhnane, Said Berraj, Mohamed Afalah o Mohamed Belhadj.

Sin embargo, existen dudas más que razonables sobre la existencia de otros autores materiales que aún no han sido identificados. Al margen de la aparición de huellas y restos de ADN en la casa de Morata que no se corresponden con ninguno de los imputados, muertos o huidos, está también el hecho relevante de que la única muestra de ADN hallada en la mochila de Vallecas tampoco tiene nada que ver con los individuos acusados de la autoría material de la masacre.

Los testimonios de los imputados (sobre todo los de los dos que trabajaron en las obras de la casa de Morata) han confirmado que Jamal Ahmidan blindó dicha guarida durante los días previos al atentado con la excusa poco creíble de que la había prestado «para albergar a una familia». ¿Quiénes estuvieron en la casa de Morata entre el 4 y el 9 de marzo de 2004? No hay respuesta.

5º. ¿QUÉ FALLO EN LAS FUERZAS DE SEGURIDAD?

De la «profesional actuación» de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, esgrimida tanto por el Gobierno como por sus justificadores mediáticos, se ha pasado a cuestionar, eso sí, con sordina, la actuación policial en los momentos clave.

No han sido los defensores de la versión oficial los que descubrieron que Rafá Zouhier, Suárez Trashorras, Safwan Sabagh (conocido como El Pollero), o Abdelkader Farssaoui (alias Cartagena) eran confidentes de la UCO, la Policía de Avilés, el CNI y la UCIE, respectivamente.

Tampoco fueron ellos los que sacaron a la luz que la Brigada Provincial de Información, la Udyco y la UCIE tenían pinchados o controlados a los principales implicados: desde Zougam a Mohamed El Egipcio, pasando por El Tunecino o El Chino.

¿Cómo fue posible que se organizara el mayor atentado de Europa cuando los supuestos cabecillas del comando estaban siendo controlados por distintos cuerpos de seguridad?

Llama la atención sobremanera la actuación de la UCO. Esta unidad de élite de la Guardia Civil, dirigida por el coronel Félix Hernando, abandonó (al menos en teoría) la investigación sobre la trama de explosivos de Asturias un año antes de que se produjeran los atentados. No sólo eso. Según el testimonio ante el tribunal de un mando de la Guardia Civil de Asturias (el comandante Jambrina) y según se refleja en un informe secreto que está aportado al sumario, y que fue elaborado por el teniente coronel Aldea, la UCO no proporcionó información relevante sobre dicha trama a la Comandancia de Oviedo y, además, solicitó, a través del teniente y controlador de Zouhier, conocido como Víctor, la destrucción de un documento comprometedor.

El resumen sucinto de los hechos pone los pelos de punta. Resulta que la dinamita fue proporcionada a los autores del atentado por un confidente de la policía (Trashorras); que el enlace entre los suministradores y los autores materiales de la masacre era un confidente de la UCO (Zouhier) y que los grupos de Leganés y Lavapiés estaban infiltrados a través de otros dos confidentes: El Pollero y Cartagena. Para colmo, hemos sabido gracias al testimonio de un policía ante el tribunal que el vecino de los terroristas del piso de Leganés era nada menos que un policía experto en seguimientos.

Sin embargo, a pesar de las negligencias de determinados mandos (algunos jefes policiales hicieron muy bien su trabajo), las medidas adoptadas por el Gobierno han sido escasas. A la relatada destitución de Sánchez Manzano hay que añadir la del teniente coronel jefe de la Comandancia de Gijón, Rodríguez Bolinaga, que ocultó al juez Del Olmo la conocida cinta de Cancienes (otra noticia que no supieron detectar los sabuesos defensores de la teoría oficial).

Muy al contrario, los policías que se han atrevido a cuestionar la versión complaciente de los hechos han sufrido las consecuencias de su osadía. El inspector jefe Alvarez fue sometido a tal campaña de desprestigio que se vio obligado a abandonar sus funciones; el inspector de la UCIE Parrilla dio con sus huesos en la cárcel; los inspectores de la Policía Científica que denunciaron la falsificación de sus informes por parte de sus jefes llegaron a estar imputados por el juez Garzón, etcétera. Por cierto, tras la campaña brutal contra estos funcionarios, los defensores de la versión oficial han silenciado un hecho de enorme importancia: toda la cúpula de la Policía Científica se sentará en el banquillo acusada de falsedad.

Como puede verse, las destituciones o incluso el procesamiento de algunos responsables de las Fuerzas de Seguridad del Estado ha sido posible sólo gracias a la labor de los medios que no han querido colaborar en la ocultación de la verdad.

El Ministerio del Interior, en lugar de depurar responsabilidades, ha protegido o premiado a los mandos cuya actitud (por acción u omisión) facilitó la libertad de movimientos de los terroristas. Por ejemplo, el coronel Laguna (responsable de la Guardia Civil de Asturias) fue ascendido a general; el coronel Hernando sigue ejerciendo la jefatura de la UCO; el comisario jefe de la Policía Científica, a pesar de estar procesado, sigue siendo Miguel Angel Santano... Además de los ascensos, conviene recordar que la mayoría de los mandos policiales que intervinieron en la investigación del 11-M fueron convenientemente condecorados.

Como se ha puesto de manifiesto en lo que llevamos de juicio oral, las directrices políticas fueron determinantes para orientar la labor de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. La investigación sobre posibles conexiones entre el 11-M y la banda terrorista ETA fue abortada en todo momento. Un claro ejemplo lo hemos visto en la vista oral: ni siquiera fueron llamados a declarar por Del Olmo los testigos que dijeron haber visto a miembros de ETA en los días próximos al atentado en Madrid.

La posibilidad de que ETA tuviera algo que ver con la masacre no debería resultar a priori tan descabellado: sobre todo teniendo en cuenta que dicha organización ha provocado más de 900 muertos en los más de 30 años que lleva operando en España. Además, se sabía que ETA pretendía cometer un gran atentado en Madrid antes de las elecciones del 14 de marzo. Sin embargo, esa vía fue en todo momento desechada porque el Gobierno valoró que, de confirmarse, sería una prueba de que el Ejecutivo de Aznar no mintió entre el 11 y el 14 de marzo.

Muchos de los indicios que ponen sobre la pista de ese nexo y que están reflejados en el sumario fueron ignorados precisamente por ese prejuicio político por parte del Gobierno.

Y eso también ha quedado acreditado durante las sesiones del juicio oral que han tenido lugar hasta ahora.

Los empeñados en desinflar cada día supuestas teorías conspiratorias tendrán que reconocer que ha sido gracias a los que no nos hemos conformado con reproducir dócilmente lo que se filtraba desde el Ministerio del Interior como se ha podido arrojar cierta luz sobre las tinieblas que todavía rodean al 11-M. El tribunal dará su veredicto, seguramente, durante el próximo mes de septiembre. Lo respetaremos, naturalmente. Pero la labor de investigación periodística seguirá su curso mientras queden sombras de duda.



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LAS PRINCIPALES INCOGNITAS

Perito de explosivos

El informe final, que será entregado al tribunal mañana, puede suponer un varapalo a la versión oficial si no corrobora que lo que estalló en los trenes es, sin duda, Goma 2 ECO.

«Todas las bolsas que había en los trenes se inspeccionaron por los Tedax. [...]. Pedí una explicación sobre si habían revisado todas las bolsas. Me dijeron que sí».

Otman Gnaoui

«Trabajé [en Morata] hasta el 2 o el 3 de marzo, cuando Jamal me dijo: 'Esta semana no vas a trabajar, porque va a venir una familia con hijos. Cuando se vayan te llamo».

'Tedax Pedro'

«No cuadra la confección del móvil [...] con el empalmado de los cables. Parece que alguien confeccionó el teléfono [...] y otro hizo la chapuza de no encintar los cables».

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