En el nombre de la rosa

25-05-06



ALTO EL FUEGO / El debate en la sociedad

En el nombre de la rosa


Un grupo de actrices reparte en el Congreso flores para apoyar el proceso de paz con ETA, un gesto bien recibido por la izquierda y rechazado por diputados del PP y algunas víctimas

RAFAEL J. ALVAREZ

MADRID.- Una rosa para la izquierda, una espina para la derecha.«Muchas gracias por vuestra ayuda», le dijo Ramón Jáuregui (PSOE) a la actriz mientras le plantaba dos besos de proceso de paz.«No», le dijo Ignacio Astarloa (PP) mientras se alejaba sin una pizca de tregua permanente. Y así unos cuantos diputados a la entrada del Congreso, poniéndole a las rosas una sonrisa y a las espinas una mueca, que a cuenta del final de ETA vuelven las dos Españas.
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La idea había nacido inocente, pero se retorció en divisiones y malas caras. Eran las actrices de la Unión de Actores de Madrid, que pensaron en celebrar el segundo mes de alto el fuego de la banda terrorista y defender el proceso de paz con una entrega popular de rosas blancas en el Paseo del Prado y política en las puertas del Congreso, en doble sesión mañanera y vespertina.

Un poco antes de las cuatro de la tarde y como si fuera una reportera de programa simpaticón, la actriz Berta Ojea se apostó a la entrada de las Cortes para regalar una rosa blanca a todo diputado que apareciera por allí en busca de Pleno. Ahí estaba la portavoz de la Unión de Actores, presta a apostar por el proceso de paz, a aclarar a los políticos que los actores están a favor de la negociación, a decírselo con flores.

Los ministros Pedro Solbes y José Montilla, los socialistas del Grupo Parlamentario Ramón Jaúregui y Diego López Garrido; el líder de IU, Gaspar Llamazares; los portavoces de ERC y de EA, Joan Puigcercós y Begoña Lasagabaster... Todos aceptaron el obsequio con sonrisa y se lo llevaron puesto.

Y en esto llegó el jefe.

-Una rosa para la paz, dijo Ojea a José Luis Rodríguez Zapatero.

-Gracias, contestó el presidente del Gobierno, que tomó la flor y dio un par de besos a la actriz.

Zapatero anduvo un rato con la rosa, pero no se la llevó al escaño, como hicieron los diputados de las izquierdas que en el Parlamento son.

Al otro lado, las actrices encontraron gestos de fastidio. Eduardo Zaplana titubeó, pero cogió la rosa. Ignacio Astarloa ni se paró.Y Vicente Martínez-Pujalte admitió el regalo «por las víctimas».Luego, se deshizo de la flor y se la dio a una periodista.

Las rosas del proceso de paz fueron las estrellas invitadas al Pleno. Asomaban en los escaños del Gobierno y alrededores y se marchitaban en los del PP. Entre las filas populares se contaba que algún diputado había rechazado la ofrenda floral a la pregunta de: «¿En qué tumba quieres que la ponga?».

Entre algunas víctimas de ETA, las rosas de ayer supieron a cactus.«Que vayan a ofrecer flores a las manifestaciones de Batasuna» (Conchita Martín, viuda del coronel Blanco). «Las promotoras de esta campaña nunca han intervenido en favor de las víctimas» (Foro Ermua). «¿Dónde estaban las actrices en los años más duros de ETA?» (Covite).

Y es que ya a mediodía, a un semáforo de distancia del dios Neptuno, las actrices habían tenido un público de pataleo.

-¡Los etarras donde tienen que estar es en la cárcel!, gritó un señor muy trajeado.

-Pedimos la paz para todos, para que no haya más muertos, le contestó una de las mujeres rosa en mano.

-¡Esto no es paz, es una rendición!, insistió el hombre, que se iba ya a convencer a los policías.

-Sí, sí es paz. Y también para usted, terminó la artista su escena improvisada.

Un puñado de actrices de siempre (María José Alfonso, Asunción Balaguer, Alicia Agut) seguía tras una pancarta con mensaje: Cada 24 de mes en apoyo al proceso de paz. Sí a la paz. Estuvieron allí, al sol de Madrid, supliendo la ausencia de las que habían excitado el hambre mediática y no vinieron «por problemas de agenda», Pilar Bardem, Charo López, Ana Belén, Blanca Portillo, Aitana Sánchez Gijón...

Las otras llevaban casi una hora explicando a los periodistas que el «diálogo es el camino» y que habían emprendido esta acción «desde el respeto y el cariño a las víctimas del terrorismo, porque defender la paz es defender a las víctimas».

Sin embargo, nada convenció a las dos parejas que pasaron la mañana en la acera de enfrente cartel en alto -Las reinas de la subvención a favor de los euskonazis- ni a los transeúntes de ceño fruncido que mascullaban entre los periodistas. «Éstas protestan a favor de los asesinos», «quieren la paz de los cementerios».

Asunción Balaguer contestó en los micrófonos con un poema. Y después, con un deseo. «Estoy aquí por la paz. Toda esa gente, ¿qué quiere? ¿más muertos? Yo sólo quiero que el terrorismo se acabe de una vez».

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