Rajoy acusa a Zapatero de 'tapar' con Andalucía los 'errores' de Cataluña
24-05-06
MODELO DE ESTADO / El Congreso acepta tramitar el proyecto sólo con los votos en contra de los 'populares' / El presidente del Gobierno les pide que cambien de posición y que «no tropiecen dos veces en la misma piedra»
Rajoy acusa a Zapatero de 'tapar' con Andalucía los 'errores' de Cataluña
«Es como teñir de negro una prenda para borrar las manchas»
FERNANDO GAREA
MODELO DE ESTADO / El Congreso acepta tramitar el proyecto sólo con los votos en contra de los 'populares' / El presidente del Gobierno les pide que cambien de posición y que «no tropiecen dos veces en la misma piedra»
Rajoy acusa a Zapatero de 'tapar' con Andalucía los 'errores' de Cataluña
«Es como teñir de negro una prenda para borrar las manchas»
FERNANDO GAREA
MADRID.- Una vez más en esta legislatura el PSOE y el Partido Popular se enfrentaron ayer en el Congreso de los Diputados y votaron de forma opuesta sobre lo que hasta ahora había sido objeto de acuerdo entre ambos partidos: el modelo de Estado.
Ayer fue el debate de totalidad del proyecto de Estatuto de Andalucía y por mucho que Mariano Rajoy arremetió contra José Luis Rodríguez Zapatero desde la tribuna del Congreso, no logró que el presidente del Gobierno se dignara a responderle con detalle sobre el fondo de sus críticas.
(.../...)
El líder de la oposición le acusó de «tapar» con el «error» del Estatuto andaluz el «error» del catalán, pero no obtuvo respuesta.«Como teñir de negro una prenda para borrar las manchas», dijo metafóricamente Mariano Rajoy.
Rodríguez Zapatero rehuyó ayer el cara a cara y se limitó a dos últimas réplicas genéricas conciliadoras en las que invitó al Partido Popular a sumarse al acuerdo para recuperar el consenso constitucional. El presidente intentó hacer un chiste confuso sobre las atribuciones que le quedarán al Gobierno central según Mariano Rajoy y remitió la discusión sobre el concepto de nación al Debate de la próxima semana sobre el estado de la Nación.
Sólo al final, nueve horas después de iniciado el debate, Zapatero se arrancó con críticas a la estrategia global del PP y le acusó de «exagerar» y «dramatizar» al rechazar cualquier reforma. Se calentó y puso en duda que Rajoy quiera realmente un acuerdo, porque «si lo hiciera se le caería toda su estrategia con el Estatuto catalán» y le pidió que dijera qué puntos quiere cambiar el PP para llegar al acuerdo. «La cintura es la esencia de la democracia», dijo.
Ayer el presidente cumplió el trámite del breve discurso inicial, escuchó sólo al líder de la oposición, se fue cuando hablaba el resto de portavoces y luego volvió a la Cámara, al final del debate, a hacer dos breves réplicas globales y a votar. Según La Moncloa, se fue a «trabajar» a su despacho durante toda la tarde.
Llegó a tiempo de comprobar cómo, una vez más, el PP fracasó en su intento en solitario de frenar de raíz la tramitación de un proyecto de Estatuto procedente de una comunidad. Como ocurrió con el catalán, el PSOE logró el apoyo del resto de grupos del Congreso para admitir a trámite el texto procedente del Parlamento de Andalucía, con la voluntad y el compromiso expresos de Zapatero de modificarlo en las Cortes.
El voto de 187 diputados frente a 136 permitió que el proyecto de Estatuto de Andalucía haya superado el primer escollo. Una vez más, el consenso constitucional quedó como el recuerdo lejano de algo que presidió la elaboración y reforma de todos los estatutos de autonomía en el último cuarto del siglo pasado.
«Estoy seguro de que con el trabajo de la Comisión Constitucional y la Delegación de Andalucía se engarzarán adecuadamente las legítimas demandas de clarificación y mejora competencial, con la preservación de las responsabilidades que la Constitución atribuye al Estado, como garante de los intereses generales», afirmó en la tribuna el presidente del Gobierno en su intervención inicial.
Una vez más, Zapatero presentó el texto como el fruto legítimo de un parlamento autonómico que no puede rechazarse de raíz.El presidente sólo hizo una excepción cuando se opuso al llamado plan Ibarretxe y ayer dio por «suficiente» el consenso que el Estatuto andaluz ha logrado en el Parlamento autonómico, porque supera el umbral legal de los tres quintos, aunque tenga sólo el apoyo del PSOE e IU y el rechazo del PP y el Partido Andalucista.
Por el momento, el incipiente Estatuto andaluz tiene ya el récord de ser el que llega a las Cortes con menor consenso en el parlamento autonómico en la historia constitucional, salvo el plan Ibarretxe que fue rechazado de inicio por el PSOE y el PP hace ya un año.Llega con el apoyo del 60% de la Cámara autonómica, frente al 90% que de origen tuvo el catalán, y la casi unanimidad del valenciano, pactado por PSOE y PP.
Enfrente de Zapatero, Rajoy presentó ayer el proyecto de Estatuto andaluz como un fruto de la política errática del actual presidente.Lo descalificó como la consecuencia de la falta de principios, la incoherencia, la irresponsabilidad, la ausencia de escrúpulos, la frivolidad y hasta la ignorancia que, según describió con dureza, muestra Zapatero en toda su actuación como presidente.
Rajoy hizo un último ensayo general del Debate sobre el estado de la Nación de la próxima semana y dejó claro cuál será ese día el tema estrella en su intervención frente a Zapatero. Dejó a un lado el Estatuto andaluz y generalizó su discurso hacia la política autonómica global que, según dijo, hace que cada comunidad tenga distintos derechos y deberes, que todas puedan participar en la designación de los miembros de las instituciones del Estado y que todas blinden sus competencias, mimetizando el Estatuto catalán.
Casi en cada párrafo, apuntó las críticas hacia el presidente del Gobierno y le hizo responsable de todo. Constantemente, se dirigió a él como inspirador, padrino o impulsor de las reformas estatutarias que han roto el consenso constitucional.
Rajoy teatralizó su discurso mucho más que otras veces, entrando en diálogo directo con diputados socialistas que le coreaban desde sus escaños, y les achacó que hayan aceptado votar en contra de su opinión y sus principios el Estatuto de Cataluña, sólo porque se lo pidió Zapatero. No pudo provocar al presidente lo suficiente para arrancarle una réplica particularizada hasta el final y sólo faltó un cara a cara más prolongado para que se pareciera más al del estado de la Nación. Por mucho que le atribuyó todos los errores posibles y le invitó a subirse a la tribuna, no logró que el presidente del Gobierno le respondiera y ni siquiera se quedó a escuchar a todos y a contestar desde el principio como hizo con los estatutos de Valencia y Cataluña.
Zapatero optó en cambio por un discurso inicial mucho más corto y de puro trámite. Escuchó a Rajoy y se fue a La Moncloa sin oír a Josep Antoni Duran Lleida (CiU), Joan Puigcercós (ERC), Aitor Esteban (PNV), Gaspar Llamazares (IU) y Luis Mardones (CC) y ni siquiera replicó a nadie en el primer turno. Volvió cuando ya habían hablado casi todos, a tiempo de aplaudir al socialista Diego López Garrido, escuchar las réplicas, hacer un amago de cara a cara y votar.
Zapatero no hizo referencias expresas al PP, aunque se entendió que cuando vaticinaba el «riesgo de tropezar dos veces en la misma piedra», se refería a cómo el centro-derecha quiso frenar la creación de la comunidad andaluza como autonomía de primera a principios de los años 80.
Rajoy pintó el Estatuto andaluz como el resultado de un presidente del Gobierno preso de los nacionalistas, incapaz de decir que no y en busca de coartadas para cubrir lo que hizo con Cataluña.De hecho, describió el texto que se debatía ayer como la «fotocopia» del de Cataluña, del que «ha fusilado más de 100 enmiendas».
El presidente del Gobierno contrapuso lo que considera inmovilismo del PP con su idea de España «unida y plural» y «diversa y armónica».Y Rajoy le achacó la ausencia de una idea de España, le llamó reaccionario y le describió como quien «no da su brazo a torcer aunque se hunda el mundo; una vez que ha decidido llegar hasta el final, cueste lo que cueste, o sigue dando pedales o se le cae la bicicleta».
Donde Zapatero puso voluntarismo y buenos deseos de que «se alcanzarán acuerdos para mejorar el texto, que desearía contar con un mayor consenso, incluso si es posible, el de todos los grupos parlamentarios», Rajoy puso una enmienda a la totalidad a toda una legislatura.
El presidente describió el proyecto andaluz como «una aspiración ante la que no cabe cerrar los ojos, ni menos todavía responder con portazos o con desplantes».
Y el líder de la oposición ironizó sobre la expresión «realidad nacional» que el proyecto utiliza para describir a Andalucía: «¿Qué dicen los andaluces? No salen de su pasmo. Están asombrados, instalados en la estupefacción más absoluta al darse cuenta de que constituían, sin saberlo, una realidad nacional».
Una vez más se alinearon con el PSOE todos los demás grupos parlamentarios sin excepción, con críticas durísimas al PP por negarse a que siquiera se debata el proyecto de Estatuto andaluz.
Esta vez, el único matiz, estrictamente coyuntural, fue el de la posición de ERC, cuyo portavoz, Joan Puigcercós, aprovechó la ocasión para arremeter contra el recorte al Estatuto catalán que, según él, pactaron Zapatero y Mas en La Moncloa. Si Rajoy ensayó el Debate del estado de la Nación, Puigcercós se lanzó ya a la campaña del referéndum catalán y la precampaña de las elecciones, previstas para el 19 de noviembre. Su tesis, antagónica a la de Rajoy, pero coincidente en la crítica al PSOE y la argumentación, es que Zapatero ha optado por «el café para todos, con sacarina», generalizando el modelo descafeinado de Cataluña. «El Gobierno ha instalado una copistería en La Moncloa», dijo Puigcercós para lamentar lo contrario que Rajoy: el recorte a las aspiraciones de Cataluña y Andalucía. Por eso habló del «rodillo de Zapatero, Chaves y Mas». El presidente no estaba para escucharle.
Pese a todo, ERC apoyó el texto por «respeto» al Parlamento de Andalucía. El portavoz del PNV aprovechó para criticar que no se aceptara el plan Ibarretxe y todos sin excepción arremetieron contra el PP, una vez más. Por ejemplo, Llamazares aseguró que el PP «confunde el consenso con el veto».
El socialista López Garrido, correoso, preguntó a Rajoy cómo quiere gobernar en España si va contra Cataluña y Andalucía.
El texto inicia ahora el trámite que terminará a final de este año en el Congreso y el Senado y podrá ser sometido a referéndum en Andalucía en febrero de 2007.
Ayer fue el debate de totalidad del proyecto de Estatuto de Andalucía y por mucho que Mariano Rajoy arremetió contra José Luis Rodríguez Zapatero desde la tribuna del Congreso, no logró que el presidente del Gobierno se dignara a responderle con detalle sobre el fondo de sus críticas.
(.../...)
El líder de la oposición le acusó de «tapar» con el «error» del Estatuto andaluz el «error» del catalán, pero no obtuvo respuesta.«Como teñir de negro una prenda para borrar las manchas», dijo metafóricamente Mariano Rajoy.
Rodríguez Zapatero rehuyó ayer el cara a cara y se limitó a dos últimas réplicas genéricas conciliadoras en las que invitó al Partido Popular a sumarse al acuerdo para recuperar el consenso constitucional. El presidente intentó hacer un chiste confuso sobre las atribuciones que le quedarán al Gobierno central según Mariano Rajoy y remitió la discusión sobre el concepto de nación al Debate de la próxima semana sobre el estado de la Nación.
Sólo al final, nueve horas después de iniciado el debate, Zapatero se arrancó con críticas a la estrategia global del PP y le acusó de «exagerar» y «dramatizar» al rechazar cualquier reforma. Se calentó y puso en duda que Rajoy quiera realmente un acuerdo, porque «si lo hiciera se le caería toda su estrategia con el Estatuto catalán» y le pidió que dijera qué puntos quiere cambiar el PP para llegar al acuerdo. «La cintura es la esencia de la democracia», dijo.
Ayer el presidente cumplió el trámite del breve discurso inicial, escuchó sólo al líder de la oposición, se fue cuando hablaba el resto de portavoces y luego volvió a la Cámara, al final del debate, a hacer dos breves réplicas globales y a votar. Según La Moncloa, se fue a «trabajar» a su despacho durante toda la tarde.
Llegó a tiempo de comprobar cómo, una vez más, el PP fracasó en su intento en solitario de frenar de raíz la tramitación de un proyecto de Estatuto procedente de una comunidad. Como ocurrió con el catalán, el PSOE logró el apoyo del resto de grupos del Congreso para admitir a trámite el texto procedente del Parlamento de Andalucía, con la voluntad y el compromiso expresos de Zapatero de modificarlo en las Cortes.
El voto de 187 diputados frente a 136 permitió que el proyecto de Estatuto de Andalucía haya superado el primer escollo. Una vez más, el consenso constitucional quedó como el recuerdo lejano de algo que presidió la elaboración y reforma de todos los estatutos de autonomía en el último cuarto del siglo pasado.
«Estoy seguro de que con el trabajo de la Comisión Constitucional y la Delegación de Andalucía se engarzarán adecuadamente las legítimas demandas de clarificación y mejora competencial, con la preservación de las responsabilidades que la Constitución atribuye al Estado, como garante de los intereses generales», afirmó en la tribuna el presidente del Gobierno en su intervención inicial.
Una vez más, Zapatero presentó el texto como el fruto legítimo de un parlamento autonómico que no puede rechazarse de raíz.El presidente sólo hizo una excepción cuando se opuso al llamado plan Ibarretxe y ayer dio por «suficiente» el consenso que el Estatuto andaluz ha logrado en el Parlamento autonómico, porque supera el umbral legal de los tres quintos, aunque tenga sólo el apoyo del PSOE e IU y el rechazo del PP y el Partido Andalucista.
Por el momento, el incipiente Estatuto andaluz tiene ya el récord de ser el que llega a las Cortes con menor consenso en el parlamento autonómico en la historia constitucional, salvo el plan Ibarretxe que fue rechazado de inicio por el PSOE y el PP hace ya un año.Llega con el apoyo del 60% de la Cámara autonómica, frente al 90% que de origen tuvo el catalán, y la casi unanimidad del valenciano, pactado por PSOE y PP.
Enfrente de Zapatero, Rajoy presentó ayer el proyecto de Estatuto andaluz como un fruto de la política errática del actual presidente.Lo descalificó como la consecuencia de la falta de principios, la incoherencia, la irresponsabilidad, la ausencia de escrúpulos, la frivolidad y hasta la ignorancia que, según describió con dureza, muestra Zapatero en toda su actuación como presidente.
Rajoy hizo un último ensayo general del Debate sobre el estado de la Nación de la próxima semana y dejó claro cuál será ese día el tema estrella en su intervención frente a Zapatero. Dejó a un lado el Estatuto andaluz y generalizó su discurso hacia la política autonómica global que, según dijo, hace que cada comunidad tenga distintos derechos y deberes, que todas puedan participar en la designación de los miembros de las instituciones del Estado y que todas blinden sus competencias, mimetizando el Estatuto catalán.
Casi en cada párrafo, apuntó las críticas hacia el presidente del Gobierno y le hizo responsable de todo. Constantemente, se dirigió a él como inspirador, padrino o impulsor de las reformas estatutarias que han roto el consenso constitucional.
Rajoy teatralizó su discurso mucho más que otras veces, entrando en diálogo directo con diputados socialistas que le coreaban desde sus escaños, y les achacó que hayan aceptado votar en contra de su opinión y sus principios el Estatuto de Cataluña, sólo porque se lo pidió Zapatero. No pudo provocar al presidente lo suficiente para arrancarle una réplica particularizada hasta el final y sólo faltó un cara a cara más prolongado para que se pareciera más al del estado de la Nación. Por mucho que le atribuyó todos los errores posibles y le invitó a subirse a la tribuna, no logró que el presidente del Gobierno le respondiera y ni siquiera se quedó a escuchar a todos y a contestar desde el principio como hizo con los estatutos de Valencia y Cataluña.
Zapatero optó en cambio por un discurso inicial mucho más corto y de puro trámite. Escuchó a Rajoy y se fue a La Moncloa sin oír a Josep Antoni Duran Lleida (CiU), Joan Puigcercós (ERC), Aitor Esteban (PNV), Gaspar Llamazares (IU) y Luis Mardones (CC) y ni siquiera replicó a nadie en el primer turno. Volvió cuando ya habían hablado casi todos, a tiempo de aplaudir al socialista Diego López Garrido, escuchar las réplicas, hacer un amago de cara a cara y votar.
Zapatero no hizo referencias expresas al PP, aunque se entendió que cuando vaticinaba el «riesgo de tropezar dos veces en la misma piedra», se refería a cómo el centro-derecha quiso frenar la creación de la comunidad andaluza como autonomía de primera a principios de los años 80.
Rajoy pintó el Estatuto andaluz como el resultado de un presidente del Gobierno preso de los nacionalistas, incapaz de decir que no y en busca de coartadas para cubrir lo que hizo con Cataluña.De hecho, describió el texto que se debatía ayer como la «fotocopia» del de Cataluña, del que «ha fusilado más de 100 enmiendas».
El presidente del Gobierno contrapuso lo que considera inmovilismo del PP con su idea de España «unida y plural» y «diversa y armónica».Y Rajoy le achacó la ausencia de una idea de España, le llamó reaccionario y le describió como quien «no da su brazo a torcer aunque se hunda el mundo; una vez que ha decidido llegar hasta el final, cueste lo que cueste, o sigue dando pedales o se le cae la bicicleta».
Donde Zapatero puso voluntarismo y buenos deseos de que «se alcanzarán acuerdos para mejorar el texto, que desearía contar con un mayor consenso, incluso si es posible, el de todos los grupos parlamentarios», Rajoy puso una enmienda a la totalidad a toda una legislatura.
El presidente describió el proyecto andaluz como «una aspiración ante la que no cabe cerrar los ojos, ni menos todavía responder con portazos o con desplantes».
Y el líder de la oposición ironizó sobre la expresión «realidad nacional» que el proyecto utiliza para describir a Andalucía: «¿Qué dicen los andaluces? No salen de su pasmo. Están asombrados, instalados en la estupefacción más absoluta al darse cuenta de que constituían, sin saberlo, una realidad nacional».
Una vez más se alinearon con el PSOE todos los demás grupos parlamentarios sin excepción, con críticas durísimas al PP por negarse a que siquiera se debata el proyecto de Estatuto andaluz.
Esta vez, el único matiz, estrictamente coyuntural, fue el de la posición de ERC, cuyo portavoz, Joan Puigcercós, aprovechó la ocasión para arremeter contra el recorte al Estatuto catalán que, según él, pactaron Zapatero y Mas en La Moncloa. Si Rajoy ensayó el Debate del estado de la Nación, Puigcercós se lanzó ya a la campaña del referéndum catalán y la precampaña de las elecciones, previstas para el 19 de noviembre. Su tesis, antagónica a la de Rajoy, pero coincidente en la crítica al PSOE y la argumentación, es que Zapatero ha optado por «el café para todos, con sacarina», generalizando el modelo descafeinado de Cataluña. «El Gobierno ha instalado una copistería en La Moncloa», dijo Puigcercós para lamentar lo contrario que Rajoy: el recorte a las aspiraciones de Cataluña y Andalucía. Por eso habló del «rodillo de Zapatero, Chaves y Mas». El presidente no estaba para escucharle.
Pese a todo, ERC apoyó el texto por «respeto» al Parlamento de Andalucía. El portavoz del PNV aprovechó para criticar que no se aceptara el plan Ibarretxe y todos sin excepción arremetieron contra el PP, una vez más. Por ejemplo, Llamazares aseguró que el PP «confunde el consenso con el veto».
El socialista López Garrido, correoso, preguntó a Rajoy cómo quiere gobernar en España si va contra Cataluña y Andalucía.
El texto inicia ahora el trámite que terminará a final de este año en el Congreso y el Senado y podrá ser sometido a referéndum en Andalucía en febrero de 2007.
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