CUANDO LA FISCAL CONFUNDE LA SALA DE JUSTICIA CON UN ESTUDIO DE RADIO

13-06-07



Editorial

CUANDO LA FISCAL CONFUNDE LA SALA DE JUSTICIA CON UN ESTUDIO DE RADIO


Si el fiscal jefe de la Audiencia, Javier Zaragoza, convirtió anteayer su intervención en el juicio del 11-M en un mitin, la fiscal Olga Sánchez arremetió ayer contra los medios de comunicación en una diatriba tan absurda como extemporánea que tuvo que ser interrumpida por el presidente del tribunal.

Aprovechando la lectura de sus conclusiones, Olga Sánchez afirmó que la memoria de las víctimas «no merece el tratamiento que le han dado algunos medios» en los que trabajan «personas que, a lo mejor, en su momento aprobaron la carrera de periodismo, pero que no tienen la altura y la grandeza de una profesión tan importante».

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Gómez Bermúdez interrumpió a la fiscal en ese momento y le recordó que el proceso no era el ámbito indicado para valorar el trabajo de los medios de comunicación, lo que contrarió visiblemente a Olga Sánchez que, al final de la sesión, abandonó la sala con lágrimas en los ojos.

Sus palabras y estas lágrimas son la perfecta expresión de la frustración que embarga a la fiscal tras el nefasto papel que ha desempeñado en la vista de este juicio y las insuficiencias y lagunas de su trabajo que han quedado patentes. Olga Sánchez confundió ayer la sala con un estudio de la cadena Ser, que es donde debería haber ido a desahogarse por su triste papel.

Es cierto que el juicio ha servido para corroborar hechos descritos en el sumario como la trama asturiana de tráfico de dinamita y el fanatismo de algunos presuntos autores materiales, pero también es cierto que el desarrollo de la vista oral ha acrecentado las dudas sobre tres aspectos muy importantes. El primero de ellos es la naturaleza de los explosivos que se utilizaron en el atentado, que no se ha podido determinar, aunque todo indica que no fue Goma 2 ECO. El segundo se refiere a las pruebas: ni se ha podido acreditar el origen de la mochila de Vallecas, ni es creíble que el Skoda estuviera en Alcalá el 11-M, ni hay certeza del contenido de la Kangoo cuando fue hallada por la Policía. Por último, el juicio ha puesto en evidencia la endeblez de las pruebas contra acusados clave como El Egipcio o Jamal Zougam.

Desde el primer momento, la fiscal Olga Sánchez ha confundido hechos con hipótesis -ahí está su famoso «vale ya»- y se ha obcecado en defender una versión oficial con numerosas vías de agua. Ayer mismo, afirmó tajantemente que la Goma 2 ECO de la mochila de Vallecas provenía de Mina Conchita, lo que es indemostrable porque la dinamita era una masa informe.

Parecidos reproches son extensibles al fiscal Carlos Bautista, que incurrió en chistes fáciles y alusiones a los vascos de pésimo gusto que se podía haber ahorrado. Si en lugar de dedicarse a asumir sin pestañear la línea de investigación oficial de la Policía, estos fiscales hubieran aprovechado los enormes recursos de los que han dispuesto hoy estaríamos mucho más cerca de la verdad.

Pero sus esfuerzos han estado siempre dedicados a apuntalar esa versión oficial, cuyos agujeros han quedado patentes en este juicio. Seguro que el trasfondo del desquiciamiento mostrado estos días por los fiscales no se les habrá escapado a los tres experimentados magistrados del tribunal.

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