Resumen de la semana: La intoxicación italiana

10-06-07



JUICIO POR UNA MASACRE / Los traductores italianos, en entredicho / Resumen de la semana

La intoxicación italiana

La policía milanesa sacó conclusiones falsas sobre 'El Egipcio'

Por FERNANDO MUGICA

La fiscal Olga Sánchez ha comentado que necesitará tres días enteros para leer sus conclusiones / Rabei Osman, 'El Egipcio', nunca dijo que planificara la masacre / Hay que investigar si los atentados frustrados de ETA antes de la voladura de los trenes fueron señuelos preparados para inducir a una pista falsa.


La oleada de acontecimientos en torno a ETA ha tapado definitivamente la polémica del 11-M. Pero el juicio continúa y será esta semana cuando empecemos a escuchar las conclusiones definitivas. La fiscal Olga Sánchez ha comentado que necesitará tres días enteros para leer su informe. (.../...)

Los expertos norteamericanos en comunicación aseguran que nadie es capaz de poner atención a una conclusión que necesite un espacio mayor al de un folio. Produce desasosiego la idea de tener que escuchar a la fiscal leyendo algo durante más de 24 horas. Sobre todo cuando los testimonios analizados en la vista oral no sólo no han conseguido exculpar a imputados como Zougam, sino que han servido para que la Fiscalía pidiera un aumento sustancial de su condena. Ahora se enfrenta a más de 40.000 años de cárcel.

No existe ninguna huella suya, ni ADN en ninguno de los lugares relacionados con los atentados. Tampoco se ha demostrado contacto físico entre el acusado y los demás implicados. Sólo se ha aportado el testimonio confuso de alguien que dice que le vio en un tren, además del hecho de que en un locutorio de su propiedad se vendieron tarjetas de teléfono que luego la instrucción relacionó con las mochilas bombas supuestamente empleadas en los atentados.

Es decir, que uno de los autores materiales, según la versión de la Fiscalía, vendió y cobró en público y dejando rastro de ello, unas tarjetas de teléfono a otros autores materiales para que las utilizaran en las bombas que él mismo puso más tarde en los trenes. Produciría risa si no fuera porque se trata de una asunto tan serio.

CONCLUSIONES RIDICULAS

¿Por qué no detienen y acusan al señor Molinillo, hermano de los Molinillo ligados a grupos inmobiliarios relacionados con el sector duro de los socialistas madrileños? ¿O acaso no fue él, a través de su establecimiento, quien proporcionó los teléfonos ligados por la Fiscalía a los atentados?

Sería igual de estúpido. Como sería absurdo pedirle por eso una condena de 48.000 años, aunque alguien dijera que creía haberlo visto en uno de los trenes. Claro que Zougam ya estaba marcado por las Fuerzas de Seguridad, a requerimiento de los franceses y los marroquíes como un hombre vinculado a grupos islamistas radicales. Pero, a pesar de que intervinieron su teléfono y el de su locutorio, a pesar de seguimientos personales durante varios años, a pesar de registros y grabaciones nunca pudieron encontrarle nada que pudiera incriminarle.

¿Acaso alguien puede creer que un grupo terrorista serio contaría para una operación tan importante como el 11-M con un individuo que estaba estrechamente vigilado? ¿Es posible que los implicados decidieran conseguir las tarjetas telefónicas, presuntamente necesarias para los atentados, en un establecimiento del que se tiene la certeza de estar controlado por la Policía?

Comprendo que la fiscal necesite tres días y sus noches para explicárnoslo. Lo hará con la misma convicción que demostró en la última sesión del juicio cuando los traductores, ayudados por el propio juez Javier Gómez Bermúdez, desmantelaron la versión sostenida por la policía italiana y asumida por la Fiscalía española y el juez instructor de la causa, de que fue El Egipcio quien planificó y dirigió los atentados. Ni siquiera se guardaron las formas. No hubo ni un minuto de pausa antes de que se leyeran las peticiones de pena, escritas de antemano, y que nadie se molestó en modificar a pesar del desmentido contundente de los traductores de la sala, apoyados por las dos traductoras de la UCIE, la Unidad Central de Información Exterior. Este dato, el apoyo policial contra la versión italiana, es muy significativo.

EL SECUESTRO DEL IMAM

Italia ha jugado un papel más importante de lo que pueda parecer en el caso del 11-M. Para entenderlo hay que referirse a una noticia de este viernes, según la cual, ha comenzado en Milán, la misma ciudad donde los agentes italianos grabaron las conversaciones a El Egipcio, un juicio contra dos ex jefes de los servicios secretos italianos y 26 agentes de la CIA.

Les acusan del secuestro de Abú Omar, imam de la mezquita de Milán, en febrero de 2003. El hombre de la CIA en Milán era Robert Seldon, por el que sentían verdadero respeto los agentes italianos del SISMI, el servicio secreto, incluidos su responsable máximo Nicolo Pollari y el jefe del contraespionaje Marco Mancini.

La estrecha colaboración de la CIA con la Inteligencia italiana ha conseguido que ninguno de los agentes estadounidenses se sienten en el banquillo. El Gobierno de Berlusconi se opuso a pedir su extradición. El imam egipcio fue secuestrado y enviado a su país para que fuese torturado en un intento de conseguir información sobre el terrorismo islamista. Es en este contexto donde deben analizarse las grabaciones de Rabei Osman, El Egipcio, y las falsas conclusiones que se sacaron de la traducción incorrecta de sus conversaciones.

Una de las traductoras de la UCIE insistió en la última sesión de la vista oral del 11-M en que El Egipcio decía saber que iba a pasar algo, pero no tenía idea de los atentados concretos ni dijo nunca haberlos planificado.

Las intoxicaciones italianas en los días posteriores a los atentados fueron muy importantes. Debemos recordar que Berlusconi -al que el atentado del 11-M favoreció por el miedo creado entre sus votantes para las elecciones del verano de 2004- fue el gobernante que más tiempo sostuvo que tenía datos concretos para afirmar que ETA estaba mezclada con la masacre.

UN CORONEL DE SADAM

Fue un periódico italiano el que difundió la noticia de que miembros de la banda ETA -entre ellos los que fueron detenidos con 500 kilos de explosivos en Cañaveras- habían estado luchando, en una presunta brigada vasca, en Irak, en favor de Sadam Husein.

No podemos olvidar tampoco que fueron los italianos quienes aseguraron a la Inteligencia española y, por supuesto, a los medios de comunicación, que un coronel iraquí, fiel a Sadam, habría sido el responsable -tras su huida de Irak y después de un viaje rocambolesco hasta España- de la supervisión de los atentados. Se filtraron incluso informaciones en las que se adornaba el tema explicando que agentes israelíes habían seguido al coronel por Andalucía hasta que le perdieron la pista.

Fue la Inteligencia italiana -con fuertes ramificaciones en España- la más empeñada en mezclar también a Irak con los atentados. Las autoridades italianas aceptaron sin rechistar la falsa reivindicación efectuada en la misma tarde del 11-M por el grupo de las Brigadas de Abú Hafs al Masri al periódico londinense Al Quds Al Arabi, a pesar de que todos los expertos la desautorizaron.

Es en ese contexto de intoxicación en el que hay que revisar con atención los informes de la DIGOS, la policía antiterrorista italiana respecto a El Egipcio, al que han acusado de ser el artífice del plan del 11-M. Los traductores que hicieron la pericial para el juez Javier Gómez Bermúdez y los traductores de la UCIE pusieron en evidencia que los matices en la traducción cambiaban completamente el sentido de lo que El Egipcio -el hombre que afirmaba en las mismas charlas que poseía un arma del tamaño de un secador de pelo mucho más poderosa que las mejores armas de Estados Unidos- había dicho.

Entonces, señora fiscal, ¿quién el es ideólogo, el planificador y el supervisor de los atentados, el coronel iraquí o El Egipcio? Cualquiera de las dos opciones es ridícula y falsa.

EL PLANIFICADOR ALUCINADO

Precisamente, la detención de Rabei Osman, el Egipcio, por la Policía italiana en julio de 2004 fue considerada por los agentes españoles como un error imperdonable. Sólo pretendían que le siguieran, considerándolo alguien de quinta fila, para ver si podía conducirles a un implicado de más importancia.

Después de que se publicara su detención, la Audiencia Nacional no tuvo más remedio que pedir su extradición. Los italianos utilizaron durante meses a ese peligroso terrorista islámico para intoxicar a la opinión pública, mientras demoraban voluntariamente su viaje a España. Ahora, las traductoras de la UCIE se la han devuelto al desautorizar las traducciones sobre El Egipcio y desbaratar así las absurdas conclusiones de la seguridad italiana. Claro que, nada de esto importa. No quisiera adelantarme a los acontecimientos, pero me produciría una enorme sorpresa si la fiscal cambiara sus conclusiones respecto a la culpabilidad de Rabei Osman como cerebro de los atentados.

Y puestos a hablar de intoxicaciones no debemos dejar pasar la ocasión de hablar de ETA, unas siglas macabras que desgraciadamente han vuelto a los titulares de los periódicos.

No pretendo reabrir la polémica sobre si ETA intervino o no en los atentados. He expresado mi escepticismo en cuantas ocasiones públicas he tenido. Sin embargo, tengo cada vez un convencimiento mayor sobre el hecho de que se utilizó a ETA para preparar señuelos que llevaran, tras los atentados, a la conclusión inicial de que habían sido ellos los autores de los atentados.

Es imposible que sea una casualidad que los autores del atentado de Santander hubieran robado el coche en el callejón de Avilés, donde Emilio Suárez Trashorras tenía el trastero. Nadie puede creer la versión dada por los etarras de la caravana de Cañaveras, según la cual, antes de la Navidad de 2003 tenían la intención de atentar contra los Príncipes de Asturias en Baqueira Beret colocando entre la nieve, precisamente 13 mochilas bomba.

Pero, tal vez el señuelo más sospechoso, y del que menos se ha hablado en profundidad, ha sido el del atentado frustrado, el día de Nochebuena del 2003, en la estación madrileña de Chamartín.

Se contó, entonces, que podía haber sido una masacre tremenda. Imagínense una estación de tren importante repleta de público nada menos que el día de Nochebuena. Pero aquel atentado tenía truco.

En primer lugar, la bomba encontrada en el tren estaba programada para 40 minutos después de la llegada del convoy a Madrid, cuando el tren ya se hubiera desviado a una vía muerta alejada del centro de la estación. Las informaciones sobre los autores fueron amañadas desde el comienzo. Era cierto que Gorka Loran, uno de los autores del intento de atentado, no era un miembro liberado de ETA, pero lo que no era verdad es que fuese desconocido para las Fuerzas de Seguridad. Daba clases en una ikastola de Pamplona a niños de ocho años. Y, por supuesto, estaba vigilado por la Policía que había situado las correspondientes cámaras camufladas en su entorno. Nadie se explica por qué consiguió colocar la maleta bomba en el tren, a pesar de que habían detenido en la estación a su compañero Garokoitz Arruarte.

Tampoco ha podido explicar nadie por qué se dejó seguir al tren hasta Burgos a pesar de que se conocía, desde la hora de la detención de Loran, que viajaba en él una maleta bomba. El método para encontrarla fue de lo más peregrino. Se pidió a los viajeros que bajaran en Burgos y que fueran identificando sus equipajes alineados en el andén. Así, por eliminación quedó sola la maleta con la dinamita.

No funcionaba la pila del magnetófono en el que, por medio de una grabación en una cinta se iba a avisar de la existencia del artefacto. Todo hace pensar que las Fuerzas de Seguridad tenían el convencimiento de que aquella bomba no iba a estallar. A pesar de todo, se condecoró en aquella ocasión al responsable de los Tedax, el inolvidable comisario Sánchez Manzano, por su actuación en este simulacro de atentado.

No insistiremos en la coincidencia de fecha y ruta de la furgoneta con los 500 kilos de explosivos neutralizada en Cañaveras, en dirección a Madrid, el 29 de febrero de 2004. Se encontró dentro del vehículo un mapa con un círculo que marcaba el Corredor del Henares. Fue este mapa el que tenía puesto encima de la mesa de su despacho el entonces ministro del Interior Angel Acebes, a primerísima hora del 11-M, antes de que sucedieran los atentados.

ETA EN EL GUION PREVIO

Alguien utilizó a ETA en el guión previo a la masacre para activar indicios equívocos en esa dirección. Con la anuencia de la dirección de ETA o sin ella, alguien dio cuerda a comandos inexpertos de la organización terrorista para que pudieran mezclarse fácilmente, y en un primer momento con el 11-M.

Y queda por analizar el tema de ETA en relación con la trama asturiana. Antonio Toro, según la operación Pípol, tenía en su poder en el verano de 2001 detonadores del mismo tipo de los que ETA había robado en Francia dos meses antes. Es falso que no se investigara a ETA en relación con aquella operación. Y, si no , que se lo pregunten a Saavedra, el policía retirado que cometió el error de mandar a Madrid informes en esa dirección sin el conocimiento de Carretero, el jefe superior de Asturias. Le costó el no poder pasar a segunda actividad y el abandono definitivo de la Policía.

En la comisaría de Gijón mintieron respecto a la denuncia de Francisco Javier Lavandera, cuando denunció, a Antonio Toro en relación con ETA y los explosivos. Se demostrará muy pronto. Alguien dio cuerda a ETA antes de los atentados y el Gobierno Aznar picó el anzuelo y todavía no ha podido desprenderse de él.

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