EL CIERRE DE LA TREGUA DE ETA ABRE LA TREGUA ENTRE ZAPATERO Y RAJOY

12-06-07



Editorial

EL CIERRE DE LA TREGUA DE ETA ABRE LA TREGUA ENTRE ZAPATERO Y RAJOY


El resultado de la entrevista de ayer entre Zapatero y Rajoy demuestra dos cosas. La primera, que nuestros políticos sólo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, puesto que el anuncio de cese de tregua de ETA ha hecho más por la recuperación del consenso que todas las apelaciones al sentido común de Zapatero y a la flexibilidad de Rajoy formuladas hasta ahora. La segunda, que cuando nuestros dirigentes dicen «nunca jamás», lo que quieren decir es «de momento»: no hace ni cinco días que Zapatero sostenía categóricamente que «hasta el último día» Rajoy haría oposición con el terrorismo y, sin embargo, ayer ambos decidieron de mutuo acuerdo «dejar de lado el pasado». La suma de estos dos elementos puede dar una imagen de frivolidad a nuestros políticos. Pero ese reproche será siempre menos malo que el de imaginarse que un asesinato de ETA llegase en plena trifulca de los dos grandes partidos nacionales, dando así una dramática ventaja a los terroristas. Ambos líderes están ahora por tanto en una supuesta tregua y aparcan sus mutuos reproches, al menos hasta la campaña electoral. (.../...)
Rajoy antepuso ayer su sentido del Estado a las pulsiones de quienes le invitaban a sostener la confrontación. Actuó de forma mucho más ponderada que tras el atentado de la T-4 al ofrecer su apoyo sin condiciones, aunque sí incluyendo recomendaciones claras al Presidente. Ésa es la diferencia entre una oposición constructiva o destructiva. Entre sus «sugerencias», hizo bien en mencionar la ilegalización de ANV, aunque se echó en falta una reflexión más crítica, pues nadie duda de que si el anuncio de ruptura de la tregua hubiese tenido lugar 15 días antes, la Fiscalía no habría aceptado ninguna de las candidaturas de dicho partido, por lo que quizá Rajoy debería solicitar al Gobierno que, si de verdad quiere cambiar su política antiterrorista, ponga al frente de la Fiscalía a alguien con más credibilidad que Conde-Pumpido. En cambio, las alusiones del líder del PP a la formación de Gobierno en Navarra y, sobre todo, al reparto de poder en Alava no fueron afortunadas, pues podía dar la sensación de que quería aprovechar la ocasión para obtener alguna recompensa.

En cuanto al Gobierno, lo más significativo es su cambio de lenguaje, diciendo sin ambages que hay que «derrotar» a ETA como le venía pidiendo el PP. Es un giro aún más creíble al estar precedido por los encarcelamientos de De Juana y Otegi.

La reunión de ayer es por tanto un paso positivo más bien embrionario que sólo germinará si le siguen otros. No es a base de declaraciones de consenso y fotos como se desarrolla una política para derrotar a ETA. Tarde o temprano, el Gobierno tendrá que retratarse y explicar qué medidas piensa emprender, más allá de buscar la «unidad» de todos. Su insistencia ayer en buscar un «espacio de mínimos» no es un buen augurio, ya que el consenso general, siendo positivo, no contribuirá a acabar con ETA si no va acompañado de medidas firmes como las que produjo el Pacto Antiterrorista. Por eso, lo pertinente ahora sería convocar dicho Pacto y que, en su seno, el Gobierno plantee sus iniciativas, incluida su ampliación al resto de partidos siempre y cuando eso no lo vacíe de contenido, y que allí también Rajoy convierta sus «sugerencias» en propuestas. Sólo así el estado gaseoso de buen entendimiento se podrá convertir en un acuerdo sólido para luchar contra ETA.


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