El precio que 'El País' está dispuesto a pagar
14-09-06
El precio que 'El País' está dispuesto a pagar
VICTOR DE LA SERNA
El precio que 'El País' está dispuesto a pagar
VICTOR DE LA SERNA
La expresión amarillismo procede, según algunos, de la tinta amarilla utilizada hace más de un siglo en la tira de viñetas The Yellow Kid (El chico amarillo) que publicaba el periódico sensacionalista The New York World. En realidad, parece que la acuñó en 1897 el pequeño diario The New York Press para definir el estilo de prensa de los grandes magnates que entonces se disputaban el mercado neoyorquino, William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer.
(.../...)
El periódico El País, en un editorial titulado «A cualquier precio», acusaba ayer a EL MUNDO de amarillismo por haber -según una suposición suya, sin el menor atisbo de prueba- pagado a un testigo del 11-M por una entrevista. Aparte de ser falso lo del pago, lo que parece desconocer El País es el significado real de amarillismo, que nada tiene que ver con pagar o dejar de pagar a las fuentes (eso se llama chequebook journalism o periodismo de chequera). Según la definición clásica, el amarillismo es «el periodismo que explota, distorsiona o exagera la información para crear sensaciones y atraer a los lectores». Es decir: exactamente lo que hacía ayer El País en la pseudoinformación que daba pie a su airado editorial.
Bajo la habitual firma de Ernesto Ekaizer, acompañado esta vez de José Manuel Romero, el diario independiente de la mañana titulaba ayer en portada: «'Mientras EL MUNDO pague, les cuento la Guerra Civil'. Las conversaciones en la cárcel de Suárez Trashorras, el minero procesado por los atentados». En la entrada de la información se remacha el mensaje implícito: EL MUNDO ha pagado a Trashorras por sus muy recientes declaraciones: «'Mientras el periódico EL MUNDO pague, si yo estoy fuera, les cuento la Guerra Civil española'. El ex minero José Emilio Suárez Trashorras, acusado de facilitar el explosivo con el que los terroristas del 11-M perpetraron el atentado más grave en la historia de España, se desahogaba así en la cárcel, en marzo de 2005, en una conversación con sus padres, a cuya transcripción ha tenido acceso El País. El pasado 4 de septiembre, el citado periódico publicó una entrevista con Suárez Trashorras en la que éste hace suyas las teorías conspirativas del PP».
Pero quien vaya más allá de la página 1 descubrirá, extrañado, que esa frase de Trashorras, ¡de hace año y medio! -si la creemos-, no se refiere para nada a sí mismo ni a sus intenciones, sino que son sus personales elucubraciones sobre los motivos por los que otro confidente policial, Nayo, podría haber decidido unos días antes acusarle en EL MUNDO de vender dinamita a ETA.
La distorsión y manipulación patentes en esa forma de colocar fuera de su contexto rea l la afirmación de Trashorras (por cierto: no figura en el sumario del 11-M y parecería que la Policía se la ha dado a El País y no al juez), en esa forma de dar con los titulares y la entradilla la impresión de que EL MUNDO compra informaciones (o falsedades, según su curiosísimo editorial), todo eso tiene un nombre: amarillismo puro y duro.
A lo largo de 17 años de intentos de desacreditar a EL MUNDO, El País ha recurrido con frecuencia a esas citas selectivas o parciales -manipuladas, vamos-, quizá por falta de argumentos veraces. Así sucedió con un peculiar florilegio de antiguos escritos de Pedro J. Ramírez sobre el terrorismo de ETA.
Hace unos meses tuvimos ocasión de señalar la habilidad de Ekaizer, uno de los firmantes de esta última pieza, para exprimir cualquier cita hasta sacar petróleo de ella. Se trataba entonces de los secuestros de la CIA, cuando El País titulaba «Un secuestrado por la CIA implica a la policía alemana en la operación» y, en su entradilla, el redactor remachaba: «El Masri asegura que durante su encierro en Kabul también le interrogó un policía alemán que no se identificó». Ahora bien, quien leyese más allá descubriría que lo que el supuesto secuestrado había dicho fue sólo: «Lo que yo no podía saber era si era un alemán de la CIA, un policía alemán o un miembro del servicio de inteligencia alemán». ¡Ah! Como entonces decíamos: si fuese EL MUNDO el que lanzase sin pruebas tan grave acusación, nos habría crucificado... El País.
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El periódico El País, en un editorial titulado «A cualquier precio», acusaba ayer a EL MUNDO de amarillismo por haber -según una suposición suya, sin el menor atisbo de prueba- pagado a un testigo del 11-M por una entrevista. Aparte de ser falso lo del pago, lo que parece desconocer El País es el significado real de amarillismo, que nada tiene que ver con pagar o dejar de pagar a las fuentes (eso se llama chequebook journalism o periodismo de chequera). Según la definición clásica, el amarillismo es «el periodismo que explota, distorsiona o exagera la información para crear sensaciones y atraer a los lectores». Es decir: exactamente lo que hacía ayer El País en la pseudoinformación que daba pie a su airado editorial.
Bajo la habitual firma de Ernesto Ekaizer, acompañado esta vez de José Manuel Romero, el diario independiente de la mañana titulaba ayer en portada: «'Mientras EL MUNDO pague, les cuento la Guerra Civil'. Las conversaciones en la cárcel de Suárez Trashorras, el minero procesado por los atentados». En la entrada de la información se remacha el mensaje implícito: EL MUNDO ha pagado a Trashorras por sus muy recientes declaraciones: «'Mientras el periódico EL MUNDO pague, si yo estoy fuera, les cuento la Guerra Civil española'. El ex minero José Emilio Suárez Trashorras, acusado de facilitar el explosivo con el que los terroristas del 11-M perpetraron el atentado más grave en la historia de España, se desahogaba así en la cárcel, en marzo de 2005, en una conversación con sus padres, a cuya transcripción ha tenido acceso El País. El pasado 4 de septiembre, el citado periódico publicó una entrevista con Suárez Trashorras en la que éste hace suyas las teorías conspirativas del PP».
Pero quien vaya más allá de la página 1 descubrirá, extrañado, que esa frase de Trashorras, ¡de hace año y medio! -si la creemos-, no se refiere para nada a sí mismo ni a sus intenciones, sino que son sus personales elucubraciones sobre los motivos por los que otro confidente policial, Nayo, podría haber decidido unos días antes acusarle en EL MUNDO de vender dinamita a ETA.
La distorsión y manipulación patentes en esa forma de colocar fuera de su contexto rea l la afirmación de Trashorras (por cierto: no figura en el sumario del 11-M y parecería que la Policía se la ha dado a El País y no al juez), en esa forma de dar con los titulares y la entradilla la impresión de que EL MUNDO compra informaciones (o falsedades, según su curiosísimo editorial), todo eso tiene un nombre: amarillismo puro y duro.
A lo largo de 17 años de intentos de desacreditar a EL MUNDO, El País ha recurrido con frecuencia a esas citas selectivas o parciales -manipuladas, vamos-, quizá por falta de argumentos veraces. Así sucedió con un peculiar florilegio de antiguos escritos de Pedro J. Ramírez sobre el terrorismo de ETA.
Hace unos meses tuvimos ocasión de señalar la habilidad de Ekaizer, uno de los firmantes de esta última pieza, para exprimir cualquier cita hasta sacar petróleo de ella. Se trataba entonces de los secuestros de la CIA, cuando El País titulaba «Un secuestrado por la CIA implica a la policía alemana en la operación» y, en su entradilla, el redactor remachaba: «El Masri asegura que durante su encierro en Kabul también le interrogó un policía alemán que no se identificó». Ahora bien, quien leyese más allá descubriría que lo que el supuesto secuestrado había dicho fue sólo: «Lo que yo no podía saber era si era un alemán de la CIA, un policía alemán o un miembro del servicio de inteligencia alemán». ¡Ah! Como entonces decíamos: si fuese EL MUNDO el que lanzase sin pruebas tan grave acusación, nos habría crucificado... El País.
Comentarios
Tiempos duros tenemos para España y para los que españoles de cepa nos sentimos hasta la tumba.
Gracias Kickjor por hacerlo menos penoso proclamando la realidad e informándonos. Dios le bendiga