Tres visiones coincidentes de la trama de los explosivos

14-09-06



11-M / La conexión asturiana

Tres visiones coincidentes de la trama de los explosivos


Lavandera, Suárez Trashorras y 'Nayo' corroboran denuncias realizadas antes del 11-M e informaciones posteriores
F. L.

MADRID.- Mucho tiempo antes de los atentados del 11-M, las alarmas que saltaron en Asturias sobre el tráfico de explosivos eran numerosas y precisas. Igualmente, las informaciones y denuncias sobre la vinculación de algunos de los implicados de esta trama asturiana con ETA fueron también previas a la masacre y a que ahora algunos de los principales protagonistas corroboren los datos ya publicados.

Primero fue Francisco Javier Lavandera el que habló, tras los atentados de Madrid, sobre los múltiples avisos que las diferentes instancias del Estado habían dado sobre la trama de explosivos de Asturias a la que, presuntamente, los autores de la matanza compraron la Goma 2 que se presume que fue utilizada.
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Pero también rompió su silencio en las páginas de EL MUNDO, en febrero de 2005, José Ignacio Fernández Díez, Nayo, y aportó nuevos datos sobre la trama de explosivos y sus presuntas relaciones con ETA.

Lo mismo ocurre con la entrevista publicada por EL MUNDO la pasada semana con el procesado por los atentados del 11-M José Emilio Suárez Trashorras.

En todos los casos, una parte muy significativa de sus declaraciones y de los datos que desvelaban habían sido ya puestos sobre la mesa bastante antes del 11-M o habían sido publicados por EL MUNDO atribuyendo la información a fuentes totalmente distantes de las de los citados.

Nayo, antiguo socio de José Emilio Suárez Trashorras y Antonio Toro, en la entrevista con EL MUNDO de febrero de 2005 indicó que sus antiguos compañeros habían sustraído Goma 2 de una mina de Avilés y que la trataban de vender a la organización terrorista ETA. «Los más de 200 kilos de Goma 2 que habían sacado de la mina los iban a cambiar por armas. Los explosivos iban a acabar en manos de ETA», aseguró entonces. «Yo no estaba en eso. Lo iban a hacer Antonio [Toro] y Emilio [Suárez Trashorras]. Ellos me lo contaban pero yo allí no me metí». «Toro y Trashorras me contaron que estaban vendiendo dinamita a ETA». «A Emilio», añadió, «cuando le hablaron de que el explosivo acabaría en manos de ETA, le importó tres narices». Nayo explicó también que los 200 kilos de explosivos los escondieron «en un armario empotrado del salón del piso de Toro».

Pero Nayo ya había puesto sobre aviso a la Justicia a comienzos de 2003 sobre el tráfico de explosivos con el que estaban relacionados sus antiguos socios. Primero fue su propio abogado, Carlos Alberto Tejeda quien, en 2003 informó al fiscal jefe de Oviedo sobre la trama que se dedicaba a la venta de explosivos a ETA. Después fue el propio Nayo quien, estando cumpliendo condena en prisión, también alertó de que Suárez Trashorras y Toro trataban de vender explosivos a ETA. Y todas estas denuncias se realizaron más de un año antes de que se produjeran los atentados. Estos mismos datos fueron también aportados por Nayo a EL MUNDO tras la masacre de Madrid.

El pasado mes de marzo, este periódico adelantó que al menos ocho agentes de la seguridad del Estado (Policía Nacional y Centro Nacional de Inteligencia) escucharon en una reunión en Avilés cómo el 17 de marzo, seis días después del 11-M, Suárez Trashorras explicó que Jamal Ahmidan, El Chino, le había contado que los etarras que fueron interceptados por la Guardia Civil en Cuenca con 500 kilos de explosivos eran amigos suyos.

Esta información provocó una nota del Ministerio del Interior desmintiendo los datos y asegurando que esas referencias no se habían facilitado a los asistentes de dicha reunión, que se produjo justo antes de que el ex minero fuera detenido.

Ahora, en la entrevista publicada por EL MUNDO, Suárez Trashorras confirma la información adelantada por este periódico y señala que El Chino le dijo que uno de los dos etarras interceptados por la Guardia Civil en Cuenca cuando se dirigía a Madrid con los explosivos era amigo de El Chino, uno de los presuntos responsables de la célula terrorista autora de la masacre, que murió en el piso de Leganés junto al resto de los integrantes del comando. En la entrevista, el ex minero también analiza la «casualidad» de que la organización terrorista ETA robara un coche para perpetrar un atentado en la misma calle en la que él tenía un garaje, en la Travesía de la Vidriera, en Avilés. ETA explosionó este vehículo con 35 kilos de explosivos en la plaza de Alfonso XIII de Santander el 3 de diciembre de 2002. «No sé por qué los etarras robaron el coche allí pero no creo en las casualidades», indicó el ex minero quien también explicó en la entrevista que él ya alertó al policía Manuel García, Manolón, al que le facilitaba todas sus confidencias, de que ETA contaba con infraestructura en Avilés y en otros lugares del Principado asturiano.

Corroboró las denuncias de Nayo y aseguró que en 2001 recibió de Manolón «encargos similares a vender explosivos a ETA. No se hizo pero sí aporté datos sobre personas y explosivos vinculados a ETA».

Francisco Javier Lavandera ha mantenido, básicamente, las mismas denuncias sobre el tráfico de explosivos en Asturias que ya puso sobre la mesa en sus conversaciones grabadas el 28 de agosto de 2001 por el agente de la Guardia Civil Jesús Campillo. Lavandera, tras poner sobre la mesa las acusaciones sobre el tráfico de explosivos en Avilés ante la Policía Nacional y ante la Guardia Civil sin obtener ningún resultado, contactó con un agente del Instituto Armado al que le contó todo sobre la trama asturiana. El agente grabó la conversación que ambos mantuvieron en 28 de agosto de 2001 y pasó la cinta con una nota aclarativa a su superior. En dicha cinta Lavandera le cuenta a Campillo la implicación directa de Antonio Toro en la venta de explosivos a gran escala. Le explica incluso que Toro le contó que disponía de 1.000 kilos a la semana para vender. Además relataba cómo Trashorras le dijo en una ocasión que necesitaba colocar 400 kilos de dinamita. Poco después, el ex minero le aseguró que ya había vendido 200 de estos kilos. Además, ya en aquella fecha, Lavandera le contó a Campillo que ya estaban buscando a alguien que supiera activar bombas con teléfonos móviles. Este fue el método utilizado por los terroristas en los atentados del 11-M.

Ahora, Lavandera, en un libro titulado A tumba abierta escrito con Fernando Múgica, insiste en denunciar que Toro y Suárez Trashorras estaban implicados en el tráfico de explosivos en Asturias. El pasado lunes, este periódico publicó un adelanto de este libro en el que Lavandera asegura: «Antonio Toro me dijo que los explosivos con los que quería comerciar eran para ETA. Me ofreció trabajar como correo para ETA y hasta quiso contratarme para asesinar a una persona». El testimonio de Lavandera coincide también con la denuncia que ya en 2003 hizo Nayo ante la Justicia y las Fuerzas de Seguridad del Estado. En cuanto a los teléfonos móviles, Lavandera indicó que el uso de estos aparatos como detonadores de bombas «era también para ETA. Toro me contó que estaban dispuestos a pagar cualquier cantidad si eso salía adelante».

Además añade: «Trashorras me aseguró en el Horóscopo [club en el que trabajaba Lavandera] que ya le habían encajado 200 kilos a ETA y que como yo no había querido, el transporte lo había hecho otro. Lo denuncié en comisaría. Poco después dos policías me sacaron sus placas: 'Si relacionas a Toro con ETA o vuelves a declarar sobre esto eres hombre muerto, te cortamos el cuello».

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