Personas ajenas al comando islamista vivieron en Morata en vísperas del 11-M

18-09-06




TODO SUGIERE QUE INTERVINIERON EN LA PREPARACION DEL ATENTADO

Personas ajenas al comando islamista vivieron en Morata en vísperas del 11-M



CASIMIRO GARCIA-ABADILLO

MADRID.- Durante la semana previa al 11-M, la casa de Morata, donde, según la Policía, se montaron las bombas de los atentados, fue ocupada por unos desconocidos, a los que Jamal Ahmidan, El Chino, blindó para que ninguno de sus compinches pudiera tener contacto con ellos.

Ese dato es sumamente relevante, por cuanto en los primeros días del mes de marzo de 2004 se ultimó la preparación material de la matanza. Dos documentos diferentes, que están incluidos en el sumario que instruye el juez Del Olmo, ponen de manifiesto cómo Jamal Ahmidan, considerado por la Policía como el jefe operativo del comando, selló la casa de Morata para que ninguno de sus secuaces pudiera ver quiénes la ocupaban en las fechas previas al 11-M.

El primero de ellos se corresponde con una grabación policial efectuada por la UDYCO y recoge una conversación entre Jamal Ahmidan y su compinche Otman Gnaoui que tuvo lugar a las 20.59 horas, exactamente, del 2 de marzo de 2004.
(.../...)

Este es el párrafo clave:

J.- Sí, ¿te dejo la pequeña moto?

O.- Sí.

J.- Pero si te cogen con ella te la quitan.

O.- Allí está el problema.

J.- A mí no me importa, te servirá durante la semana que estará esta gente. Es un señor con su familia y sus hijos, estarán mientras buscan un piso y te dejo la pequeña moto, y mañana por la tarde viene esta gente.

Es decir, según esa transcripción, la misteriosa familia aterrizó en la casa de Morata el día 3 de marzo de 2004, y debía permanecer allí una semana. Es decir, justo hasta el día 10 de marzo, fecha en la que se montaron las bombas, según la Policía.

El segundo documento en el que se hace mención a la llegada de extraños a la finca de Morata no tiene nada que ver con esa grabación. Se trata de la declaración ante la UCIE (Comisaría General de Información) de Hamid Ahmidan, primo de El Chino, que tuvo lugar el 21 de marzo de 2004.

La Policía le pregunta a Hamid Ahmidan por los coches que recuerda haber visto aparcados en la finca de Morata. En la declaración, el primo de El Chino reconoce haber visto un Opel Astra color azul; un Volkswagen Golf Serie 4 de color negro; un Peugeot 306 de color azul, y un «Toyota modelo nuevo de color marrón». Dicho automóvil sería el Toyota Corolla con el que El Chino, según la Policía, trasladó la dinamita desde Asturias a la guarida de Morata el día 29 de febrero de 2004.

Pero lo más importante de dicha declaración viene a continuación: «Manifiesta que el primer día que vio aparcado el vehículo marca Toyota en la finca, Jamal no le permitió pasar y tuvo que marchar a Madri d, ya que Jamal le dijo que estaba con gente y no podía pasar, siendo ésta la última vez que vio a Jamal en la finca de Morata...» Y añade: «Que unos días después, Jamal le dijo que no volviera a la casa porque iba a estar una mujer allí sola con sus hijos y no podía estar. Que tras unos cinco o seis días, Jamal le llamó y le dijo que ya podía puesto que la mujer ya se había marchado y ya no había nadie en la casa. Que esto (la conversación con Jamal) sucedió a finales de febrero o primeros de marzo...»

Hamid Ahmidan y Gnaoui trabajaron en la casa de Morata para hacer, según la Policía, el zulo en el que se guardaron los explosivos que presuntamente fueron robados en Mina Conchita.

Los agentes, de hecho, encontraron en los paneles de porespán que se instalaron para el aislamiento de dicho zulo «restos de componentes de dinamita» (que, contrariamente a lo que sucedió con los análisis de los Tedax de los focos de las explosiones, se identifican como nitrogricol y nitrato amónico).

Según la Policía, tanto Hamid como Otman Gnaoui «sabían que el objetivo de dicho zulo era albergar el explosivo que luego sería utilizado en el atentado».

Es más, Otman Gnaoui participó en la caravana que trasladó los explosivos hasta la casa de Morata. Ese dato está corroborado por las grabaciones que llevó a cabo la UDYCO en el marco de una investigación sobre tráfico de drogas.

El día 29 de febrero de 2004, cuando El Chino viajaba desde Asturias a Madrid conduciendo el Toyota Corolla, a las 12.05 horas mantuvo la siguiente conversación con Gnaoui:

J.- Oye, ¿te paso la furgoneta?

O.- ¿Dónde la vas a dejar?

J.- Pero no tengo las llaves.

O.- (Se ríe). Me asomé y la ví.

J.- El Opel.

O.- Estoy con la moto.

J.- ¿Por qué no me llevas el clavo grande, te vienes con uno o dos chicos y me encuentras en la carretera del Norte?

Según la Policía, Gnaoui se desplazó el día 29 acompañado de Rachid Oulad Akcha [uno de los terroristas que se suicidaron en Leganés] hasta Burgos para acompañar a El Chino en el traslado de explosivos.

La explicación que da el informe conjunto de la UCIE y de la UCI a la demanda de El Chino es la siguiente: «La razón de esta petición de ayuda formulada por Jamal Ahmidan estriba en la necesidad de que terceras personas proporcionaran cobertura a los componentes de esa caravana, de ahí que el citado pidiera a Otman que acudiera armado (así se deduce de lo que puede significar el término 'clavo grande', como una pistola grande o uno de los subfusiles luego encontrados en Leganés tras la explosión). Teniendo en cuenta ese dato, se podría afirmar que dicha cobertura debía implicar tanto un rechazo armado en el caso de un hipotético peligro, como la posibilidad de tener que recoger a los miembros de la tripulación de alguno de los vehículos [además de El Chino, Mohamed Oulad también viajó ese día desde Asturias a Madrid en un Volkswagen Golf] en caso de que tuvieran que darse a la fuga a pie».

Es decir, que Otman Gnaoui era un miembro del núcleo duro de la banda de Jamal Ahmidan que, según la versión policial, colaboró activamente en la preparación del atentado.

Asimismo, Hamid Ahmidan compartía vivienda en la Avenida Cerro de los Angeles con otro de los primos de El Chino, Hicham. En dicha vivienda, la Policía encontró sustancias estupefacientes (hachís y pastillas) por valor de más de un millón de euros. La financiación del atentado, según la Policía, se hizo a través del tráfico de drogas. Por tanto, el piso en el que vivían Hicham y Hamid era el escondrijo que usaba habitualmente la banda de Jamal para ocultar la droga.

Es decir, que ambos eran personas de la plena confianza de El Chino. Hasta tal punto, que Otman Gnaoui le dejó su pasaporte para que éste lo falsificara poniendo en él su fotografía.

En el auto de procesamiento (abril de 2006), el juez Del Olmo atribuye a Gnaoui un delito de colaboración con banda terrorista, otro de tráfico de explosivos, otro de robo y otro de falsificación de documentos. A Hamid Ahmidan le imputa un delito de colaboración con banda armada.

Pues bien, El Chino no sólo mintió al decirles que en la casa de Morata se iba a hospedar una familia con niños que no tenía donde meterse, sino que se ocupó de que ninguno de ellos acudiera por allí entre el 3 y el 10 de marzo de 2004.

¿Tiene sentido que Jamal Ahmidan prestara la casa de Morata a alguien que no tuviese nada que ver con el atentado cuando ya tenía allí la dinamita que habían trasladado desde Asturias? ¿Dejaría El Chino su guarida a una familia con niños cuando el zulo donde escondió los explosivos es de muy fácil acceso, ya que se encuentra en un cobertizo abierto?

Sin duda, las personas que estuvieron en Morata entre el 3 y el 10 de marzo tenían que ver con el atentado.

De hecho, Hamid Ahmidan reconoció ante la Policía que había visto el Toyota Corolla con el que se hizo el traslado de la dinamita cuando El Chino le prohibió que entrara en la casa de Morata hasta nueva orden.

Que hubo gente desconocida en Morata en esos días no es una hipótesis, está fuera de toda duda. La Policía ha encontrado allí dos huellas palmares anónimas y otras cuatro dactilares también sin identificar. Es decir, que no pertenecen a ninguno de los imputados por los atentados del 11-M.

Sin duda, los individuos a los que El Chino prestó aquella casa en los días previos al 11-M no sólo tenían que ver con el atentado, sino que jugaban un papel muy destacado en el mismo. Y, además, condicionaron su estancia allí a que nadie, excepto Jamal Ahmidan, tuviera el más mínimo contacto con ellos.

Otro dato a tener en cuenta es que fue precisamente el día 3 de marzo cuando, por primera vez, dos individuos aún por identificar acudieron a la tienda regentada por Rakesh Kumar -que los describió como «de aspecto occidental» y que hablaban en «búlgaro»- para comprar una serie de móviles liberados. Kumar pidió a su cuñado Vinay Kholy (que tiene otra tienda de telefonía en la calle Rafaela Ibarra, 40) que mandase a liberar un total de 12 teléfonos de la marca Mitsubishi Trium Modelo T-110. Dichos terminales fueron, en efecto, liberados en la tienda Test Ayman, propiedad del ex policia Maussili Kalaji.

El día 4 de marzo, los dos individuos volvieron a la tienda y compraron un total de 7 teléfonos. Entre ellos estaba el que apareció en la mochila de Vallecas.

Pues bien, el día 8 de marzo, uno de los dos desconocidos que habían comprado los móviles volvió a la tienda de Kumar para otro teléfono Trium T-110, una cinta de video para cámara digital (que la Policía mantiene que se utilizó para grabar uno de los mensajes de reivindicación del atentado) y un reloj Casio.

Pero es más, otro dato revelador y novedoso que se incluye en el informe conjunto de la UCIE y la UCI es que la activación de los teléfonos móviles en la BTS de Morata no tuvo lugar el día 10 de marzo, como apuntaban otros documentos policiales, sino el día 9 de marzo. Es decir, cuando aún los extraños se hallaban viviendo en la casa de Morata.

¿Quiénes eran esos misteriosos individuos? ¿Qué papel jugaron en el 11-M? ¿Por qué El Chino no quería que sus hombres les vieran? ¿Era esa acaso una de las condiciones que le pusieron para colaborar con él en los atentados?

A día de hoy, la Policía no ha aportado ningún dato sobre la posible identidad de esos enigmáticos visitantes.

La base de operaciones

La famosa casa de Morata se encuentra situada en la finca número 2 del Polígono 44 del término municipal de Chinchón, si bien está situada muy cerca de Morata de Tajuña.

Dicha finca es propiedad de Nayat Fadal Mohamed y su marido Mohamed Needl Acaid, condenado por pertenencia a banda armada en el sumario 35/01 instruido por el juez Baltasar Garzón.

La finca fue alquilada en octubre de 2002 (tras el ingreso en prisión de Mohamed Needl) a Mustafá Maymouni, uno de los líderes espirituales del grupo islamista radical que tenía su base en Madrid. Maymouni era amigo de 'Abu Dadah', también condenado por pertenencia a banda armada.

En la casa de Morata se celebraron numerosas reuniones de islamistas radicales en esas fechas.

En ese alquiler intervino como intermediario Serhane Ben Abdelmajid Fakhet, 'El Tunecino', a la sazón cuñado de Maymouni.

En mayo de 2003, Maymouni fue detenido en Marruecos por su relación con los atentados de Casablanca.

La finca fue finalmente alquilada el 28 de enero de 2004 a Jamal Ahmidan, 'El Chino', que firmó los papeles con un pasaporte falso a nombre de Youssef Ben Salah.

De nuevo, el intermediario de la operación fue 'El Tunecino', que trabajaba como agente inmobilario en una empresa madrileña.

Serhane Fakhet era también amigo de 'Abu Dadah' y se encargó, tras su ingreso en prisión, de la educación de su hijo.

Según la Policía, la casa de Morata fue utilizada por 'El Chino' y su banda como auténtica base de operaciones para planificar y organizar el atentado del 11-M.

Allí se almacenó la dinamita que fue trasladada desde Asturias, en el zulo que construyeron Gnaoui y Hamid Ahmidan, y allí se montaron las bombas de los trenes.

Los vecinos de dicha finca se quejaron a la Guardia Civil de Morata al menos en dos ocasiones antes de los atentados.

La Policía tardó casi 15 días en localizarla tras el 11-M.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Esto desmonta totalmente las teorías de LdP y los peones negros. Según El Mundo ahora las pruebas son autenticas y nadie las plantó pero ETA participó en el atentado. Estoy algo perdido entre tanta información contradictoria.

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