COMENTARIOS LIBERALES BS FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
25-06-07
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FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
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FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
En internet, a Zapatero se le llama de muchas formas, algunas irreproducibles, pero las más habituales y cómodas por su brevedad son dos: las siglas ZP, esgrimidas con muy relativo éxito en la campaña electoral -aunque de no mediar la masacre y manipulación del 11-M hoy serían motivo de rechifla política-, y las muy populares BS, que corresponden a la definición que de él hizo Rajoy en alguno de sus múltiples encontronazos y tras alguna traición, felonía o fechoría del inquilino monclovita: «Bobo Solemne».
A la luz de lo publicado por Gara y no desmentido por el Gobierno sociata, que además de rendirse admitió testigos de su vileza, Rajoy acertó en el diagnóstico, si bien erró en lo letal de la enfermedad. Nunca se ha solemnizado tanto una obviedad como la «búsqueda de la paz», deseo que, de ser cierto, debería llevar a ZP a rendir culto a la memoria de Franco. Nunca tanta obviedad ha tapado tan desvergonzada traición a España y los españoles, tamaña estafa a la opinión pública, tan flagrante burla a su juramento de guardar y hacer guardar la legalidad constitucional, principio básico de su compromiso institucional. Ése que debería comenzar, claro está, por el sagrado respeto a la integridad de la nación, la legitimidad de origen que sustenta cualquier legalidad.
(.../...)
En sus relaciones con ETA, un alarde de masoquismo institucionalizado con ridículas aspiraciones a timo del tocomocho, Zapatero ha traicionado de forma atroz a lo único que nunca debería traicionar un Gobierno de España, que es a España. Pero es que al traicionar la legalidad y la legitimidad de su magistratura arrastrándose estúpida, vil e innecesariamente ante la banda terrorista, ha mostrado una condición tan abismalmente mema, tan vertiginosamente lela, tan clamorosamente tonta, que sólo la magnitud de la traición oscurece tamaña estupidez.
Zapatero ha pagado un terrible precio político, algo que ahora deben reconocer hasta los buenistas más propicios al Gobierno. Sí, un precio que va desde la humillación institucional de negociar con los etarras sus declaraciones en las Cortes a blanquear la condición criminal de los etasunos y perseguir de modo abyecto a las víctimas del terrorismo; desde desactivar la lucha policial a liquidar de hecho el Estado de Derecho; desde rendirse en España a presentar internacionalmente en Estrasburgo su proceso de paz para seguir jugando electoralmente con la «buena voluntad» de sus amiguitos pistoleros, los asesinos más desalmados de Europa.
Pero si todo eso es evidente, irrebatible, indiscutible e irreversible, aún es más grave haberse creído capaz de engañar a ETA, de usarla como arma electoral y luego abandonarla. De haber sido, en fin, tan bobo de creerse más listo que unos tíos cuyo talento para el mal pregonan sus sangrientas obras. Lo peor de la traición de ZP/BS es su estupidez.
A la luz de lo publicado por Gara y no desmentido por el Gobierno sociata, que además de rendirse admitió testigos de su vileza, Rajoy acertó en el diagnóstico, si bien erró en lo letal de la enfermedad. Nunca se ha solemnizado tanto una obviedad como la «búsqueda de la paz», deseo que, de ser cierto, debería llevar a ZP a rendir culto a la memoria de Franco. Nunca tanta obviedad ha tapado tan desvergonzada traición a España y los españoles, tamaña estafa a la opinión pública, tan flagrante burla a su juramento de guardar y hacer guardar la legalidad constitucional, principio básico de su compromiso institucional. Ése que debería comenzar, claro está, por el sagrado respeto a la integridad de la nación, la legitimidad de origen que sustenta cualquier legalidad.
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En sus relaciones con ETA, un alarde de masoquismo institucionalizado con ridículas aspiraciones a timo del tocomocho, Zapatero ha traicionado de forma atroz a lo único que nunca debería traicionar un Gobierno de España, que es a España. Pero es que al traicionar la legalidad y la legitimidad de su magistratura arrastrándose estúpida, vil e innecesariamente ante la banda terrorista, ha mostrado una condición tan abismalmente mema, tan vertiginosamente lela, tan clamorosamente tonta, que sólo la magnitud de la traición oscurece tamaña estupidez.
Zapatero ha pagado un terrible precio político, algo que ahora deben reconocer hasta los buenistas más propicios al Gobierno. Sí, un precio que va desde la humillación institucional de negociar con los etarras sus declaraciones en las Cortes a blanquear la condición criminal de los etasunos y perseguir de modo abyecto a las víctimas del terrorismo; desde desactivar la lucha policial a liquidar de hecho el Estado de Derecho; desde rendirse en España a presentar internacionalmente en Estrasburgo su proceso de paz para seguir jugando electoralmente con la «buena voluntad» de sus amiguitos pistoleros, los asesinos más desalmados de Europa.
Pero si todo eso es evidente, irrebatible, indiscutible e irreversible, aún es más grave haberse creído capaz de engañar a ETA, de usarla como arma electoral y luego abandonarla. De haber sido, en fin, tan bobo de creerse más listo que unos tíos cuyo talento para el mal pregonan sus sangrientas obras. Lo peor de la traición de ZP/BS es su estupidez.
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