El hombro del escorpión

17-09-06



CARTA DEL DIRECTOR

El hombro del escorpión


PEDRO J. RAMIREZ

En tales fechas como éstas, Alfredo Pérez Rubalcaba se encontraba hace seis años en el paro y vagaba como alma en pena, lamentándose de su destino. Tras década y media de embadurnarse las manos al servicio del felipismo todas sus apuestas sucesorias, primero por Solana, después por Almunia, finalmente por Bono, habían fracasado. A la hora de la verdad el PSOE se había renovado a base de dejar en la cuneta a quienes como él habían incurrido en la impostura de autodenominarse «renovadores» sin otra motivación que la de atornillarse al puente de mando.

El inesperado triunfo de Zapatero en el congreso de julio había caído sobre él como un mazazo. La extraña coalición entre el guerrismo, el socialismo catalán, los seguidores de Borrell y los oportunistas madrileños de la Tercera Vía se había gestado a sus espaldas y la nueva ejecutiva llegaba con un claro propósito de desmarcarse de los perfiles más oscuros del pasado. Si no fuera por la presencia de Chaves en su condición de reina madre, a él mismo le hubiera costado reconocer en esa amalgama de jóvenes diputados y chicas simpáticas y ambiciosas a la dirección de su partido.

(.../...)

Para él era el final de un ciclo, el hundimiento de un modelo, la desintegración de un mundo. Con Bono su continuidad en alguno de los despachos clave de Ferraz estaba garantizada, con Zapatero en cambio... Es verdad que, al término del congreso, él se había acercado para felicitarle y que el ya flamante nuevo secretario general le había prometido que le llamaría. Pero había transcurrido el verano, pasaban los días, pasaban las semanas y el teléfono no sonaba. Además todo lo que le llegaba por Radio Macuto sólo servía para incrementar su depresión: Zapatero había ordenado dejar de pagar a los abogados de la antigua cúpula de Interior e iba comentando por doquier que nunca contaría con personas a las que identificaba con los malos modos practicados en el encubrimiento de la corrupción y la guerra sucia. Al parecer el nombre que más a menudo mencionaba como ejemplo era el de Joaquín Leguina, pero según algunas versiones, también el suyo había brotado de sus labios más de una vez y más de dos.

Fue entonces cuando haciendo de tripas corazón, dejando de lado todo atisbo de amor propio y sentido del pudor, Rubalcaba se dirigió una tras otra a cuantas personas le eran accesibles en el entorno del joven césar victorioso. Su mensaje era inequívoco: «Oye, que éste no me llama...» Algunos de sus interlocutores se encogían de hombros, otros le prometían intercesión y todos guardan en la memoria el argumento definitivo con el que Rubalcaba replicaba a sus divagaciones sobre cómo ellos, en su lugar, se dedicarían tan felices a la enseñanza, a escribir novelas o a montar un negocio: «Es que yo no sabría hacer otra cosa».

Les estaba diciendo la verdad, pero sólo a medias. Él no sabría hacer otra cosa... ni de otra manera. Cuando, atendiendo a su buena cabeza, intensa dedicación y habilidad dialéctica, decidieron repescarle con la genuina generosidad del vencedor, Zapatero y su equipo no fueron conscientes del riesgo que heredaban. Ahora ya lo saben. Ésta es la trascendental noticia de la semana, todo un punto de inflexión en el tono ético de la actual legislatura: Rubalcaba ha vuelto por donde solía, enfangando la arena política, exacerbando las tensiones periodísticas -¿cuánto hacía que no se hablaba de «guerra mediática»?- felipizando a Zapatero y retrotrayendo a su Gobierno a los tiempos y escenarios que El Chico del Talante siempre había querido contribuir a olvidar.

Han bastado 48 horas frenéticas para que su ofensiva marrullera haya desembocado encima -hoy como ayer- en el más estrepitoso de los fracasos. El prestigio de EL MUNDO como medio informativo independiente empeñado en la búsqueda de la verdad ha salido reforzado. La credibilidad de su principal -en la práctica único- competidor en la pugna por la confianza de la opinión pública ilustrada ha sufrido, en cambio, un duro revés al recibir en plena cara el bumerán de una manipulación zafia, de una «mentira contraproducente», en certera definición de Agapito Maestre. ¿Qué más se puede pedir, desde nuestra posición de agraviados, que quien firmó la información difamatoria ponga en duda la veracidad de su enfoque editorial, admita su «irrelevancia» y se desmarque de la línea de su propio medio, tal y como ocurrió anteayer por la mañana en el Ruedo Ibérico de Montserrat Domínguez en Antena 3?

Junto a ese saldo neto entre los dos grandes diarios que llevamos ya casi 20 años mirándonos a los ojos en el debate interminable entre liberalismo y socialismo, entre pluralismo y afán de monopolio, entre compromiso profesional y capitalización bursátil, la aceleración del haraquiri público del último émulo de aquel buen paisano de La ciudad no es para mí, sólo produce una mezcla de pasmo y de jolgorio: ¡diantre, un periódico de derechas trabajando para Rubalcaba! Les prometo que nunca había visto a nadie tan quisquillosamente empeñado en quedarse sin lectores.

Pero nada de esto es lo relevante en el gran teatro de las audiencias masivas en el que se dilucida el futuro de España. Ahí sí que Rubalcaba la ha pifiado. Al suministrar a su fiel infantería la supuesta arma letal contra EL MUNDO -que luego ha resultado ser la carabina de Ambrosio- y sobre todo al desplegar toda su panoplia de malas artes parlamentarias en la respuesta a la interpelación de un Zaplana más cabal y ponderado que nunca, Rubalcaba ha desencadenado una aparatosa reacción en serie cuya consecuencia es que todos los canales de televisión han roto su tácito pacto de silencio sobre la investigación del 11-M y, de repente, millones de ciudadanos han vuelto a hablar del asunto y a preguntarse si ya que un Gobierno socialista vuelve a las andadas en sus pautas de respuesta -y con el mismo protagonista-, no será que guarda en su armario de hierro secretos tan inconfesables como los de hace una década.

Y lo peor del caso es que la equivalencia es injusta porque a día de hoy no existe indicio alguno que la fundamente. Así como apenas iniciada nuestra investigación sobre los GAL -atención a la inminente película de Melchor Miralles y Miguel Courtois- enseguida supimos que habían sido un montaje del Gobierno y la incógnita era cuánto tardaríamos en probarlo, casi dos años y medio después de empeñarnos en averiguar todo lo relacionado con la masacre de Madrid no hemos hallado nada que incrimine ni directa ni indirectamente al PSOE. Y como nosotros no somos tan sinvergüenzas como su presidente, tampoco jugaremos como él a los «cualquiera sabe».

Que nadie nos atribuya, pues, opiniones que ni siquiera contemplamos como hipótesis. Pero sobre todo que nadie nos endose esas distorsionadas opiniones para tratar de eludir la obligación democrática de responder a nuestras precisas informaciones. A Zapatero y a Rubalcaba no les molesta lo que en EL MUNDO podamos pensar del 11-M, sino lo que en EL MUNDO podamos descubrir sobre el 11-M. Para ellos sería extraordinariamente incómodo tener que afrontar la depuración de las patentes negligencias que permitieron la consumación de los atentados o, no digamos nada, de los muy probables episodios de manipulación de la instrucción sumarial.

En una y otra fase podrían encontrarse con altos cargos de la Policía, la Guardia Civil y el CNI que habrían llevado demasiado lejos su militancia política o su sectarismo ideológico. Pero, claro, lo que más teme el Gobierno es que podamos acreditar en algún momento la cada vez menos inverosímil teoría de que ETA participó en el diseño o en la logística de la masacre, pues ese sería con total seguridad el final del llamado proceso de paz que tanto mima y arrulla el presidente con su peculiar mezcla de idealismo y cálculo.

Pero ni siquiera ese riesgo explica o menos aún justifica que Zapatero le haya dado a Rubalcaba una licencia de caza a la vieja usanza durante unos días. Por el camino de la democracia deliberativa lo peor que le puede pasar es que tenga que renunciar a unas negociaciones de casi imposible final feliz -las cuales nunca estuvieron en su programa- y que el público pueda cambiar su percepción sobre lo ocurrido en España entre el 11 y el 14 de marzo de 2004. Nada definitivo e irreparable al modo del baldón que ni un solo día de su vida dejará de arrastrar González. Es por el otro camino, por el de la condescendencia con las agresiones y represalias contra el discrepante, por el de la demonización del periodismo insumiso, por el de la ridiculización o la descalificación moral del adversario político, por el que un gobernante puede llegar a labrarse su ruina. Esta semana Zapatero ha, como mínimo, consentido que se dieran los primeros pasos en esa tan peligrosa como infame deriva.

Quiero pensar que el presidente hubiera preferido que se emplearan otros métodos. Es imposible no ver su mano tras la inicial correspondencia del Ministro del Interior a nuestra sincera disposición a dejar a un lado los agravios del pasado y hacerle extensivo el beneficio de la duda que merece todo recién nombrado. Altos cargos del departamento analizaron con nosotros las informaciones sobre los explosivos y trataron de rebatir con argumentos nuestras dudas e hipótesis. Fue un toma y daca interesante en el que no lograron convencernos, claro está, ni de que el jefe de los Tedax dijo que en los trenes se habían encontrado «restos de nitroglicerina» porque había utilizado ese término como sinónimo de dinamita, ni de que en ninguno de los 12 focos de las explosiones había sido posible encontrar muestra suficiente para determinar qué «componentes de la dinamita» habían sido detectados, ni de que la analítica de lo hallado en esos focos nunca había sido puesta por escrito, ni de que la contaminación por metenamina tanto de los restos de Goma 2 de la Kangoo como de la muestra patrón aportada había sido culpa del laboratorio.

Comprendo que hiciéramos perder la paciencia al señor ministro. Pero no que eso le impulsara a entregar al diario, al que en cuerpo y alma pertenece, una vieja grabación policial, alusiva a otro episodio completamente distinto, acompañada del zafio impulso de presentarla como falaz prueba de que EL MUNDO había pagado a Suárez Trashorras por sus declaraciones de la semana anterior. O menos aún que eso le indujera a aprovechar la tribuna del Congreso para poner en cuestión nuestra honorabilidad. Mejor dicho, sí lo comprendo, porque está en su naturaleza. Da la impresión de que a estas alturas de su vida pública Rubalcaba, efectivamente, «ya no sabe hacer otra cosa», ni tampoco hacerla de otra manera. A la tercera contrariedad se le nubla la vista, se le hinchan las venas -déjame llevar este asunto a mi modo, presidente-, abre el cajón y va y descuelga el teléfono.

No dedicaré más de dos renglones a desdeñar la hipótesis de que esa grabación aflorara con ese título a tres columnas y en esa portada de ese periódico el mismo día en que Rubalcaba tenía que contestar a Zaplana en el Congreso como mero fruto del azar. Me parece tan creíble como que los etarras cogieran un taxi en Torrelavega para ir a Avilés a robar el coche en el callejón de Trashorras también por casualidad.

Tampoco me pondré melodramático sobre la gravedad de que alguien con tan pocos escrúpulos ocupe la cartera de Interior. Añoraremos a José Antonio Alonso que nunca perdió los buenos modales democráticos, pero si eludimos los escupitajos de Corcuera en tiempos mucho más difíciles, malamente podrá con nosotros Freddy el Sucio, ni aunque le acompañe la banda de los hermanos Chaves ni sea el temible Pepiño White quien le lleve la guitarra. Además, tras el valiente paso adelante de Agustín Díaz de Mera que, a sabiendas o no, ha empleado la misma técnica que utilizó Zola al formular acusaciones querellables para abrir nuevos espacios judiciales a la revisión del caso Dreyfus, esto empieza a ponerse verdaderamente interesante.

El que, sin embargo, tendría que hacérselo mirar es el presidente del Gobierno que es quien lleva el arácnido sobre el hombro como si fuera su halcón de presa. El problema es que los escorpiones no vuelan y, como aprendió demasiado tarde la cordial ranita de la fábula, cada equis tiempo terminan clavando su aguijón en el lugar que tienen más a mano. Pese a la traca de la Conferencia Política -¿por qué está tan nervioso el PSOE?- lo de esta semana puede no haber sido más que una escaramuza sin ulteriores consecuencias -ojalá- pero, con Vera de nuevo en libertad sin cumplir la pena, tampoco debe descartarse que estemos ante el preludio de las más negras tempestades. De Zapatero depende, pues hay determinados ámbitos en los que lo más peligroso del poder es llegar a ejercitarlo. En cuanto a nosotros, estamos preparados para todo y mañana mismo seguiremos informando.

pedroj.ramirez@el-mundo.es


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
¿No parece esto una oferta de negociacion con ZP?
Anónimo ha dicho que…
Más que una negociación, creo que piensa que pronto se va a iniciar un sálvese quien pueda en el PSOE y que va a empezar a hacer agua por todos los lados, y que más de uno va a cantar para protegerse las espaldas. Divide y vencerás.
Anónimo ha dicho que…
como siempre, pedro j mareando la perdiz y ganando tiempo.....¿para qué?.....recordemosle a PJ....192 muertos y 1800heridos le contemplan.....y le preguntan....¿qué sabe realmente de lo que ocurrió el 11M?....¿no sabe nada y está forzando errores?.....¿o lo sabe todo y......protege a alguien a o a algo?......ya va siendo hora de que se aclare un poco......o se le va a escapar la perdiz de tanto dar vueltas.....
Anónimo ha dicho que…
A mi la frase "No contemplamos ni como hipótesis" me recuerda a otra muy similar pronunciada por Otegi... No creo que sea casualidad.
Anónimo ha dicho que…
Pues después de la lección que dió el otro día en el programa de Montserrat, creo que es un maestro en el control del "tempo del partido". Creo sinceramente que si ese debate se hubiera producido tiempo atrás, no hubiese tenido el mismo efecto.
Anónimo ha dicho que…
A mi entender al SOE le esta dando una oportunidad de que no vaya por el camino equivocado en el cual esta, y si no coge el mensaje, habra novedades y de las fuertes.
PD. Mañana en el Progama de Cesar Vidal La Linterna, de 10 a 11, sale algo gordo en relación al 11-M, Cesar Dixit el Viernes, habra que estar atentos.

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