El Colegio de Médicos ve 'mala práctica' en 34 muertes en el Hospital de Leganés
3-06-06
El Colegio de Médicos ve 'mala práctica' en 34 muertes en el Hospital de Leganés
«Probable muerte por sobredosis»
LUIS ANGEL SANZ
El informe que rubrican de forma unánime 11 expertos nombrados por el Colegio de Médicos es demoledor. Señala que es «probable» que el fallecimiento de algunos pacientes haya sido causado «por la sobredosis de medicación» aunque «no es posible afirmarlo con certeza». El mismo detalla que, de las 73 historias clínicas, en 30 hubo sedación no indicada y en cuatro pacientes estaba contraindicada
El Colegio de Médicos ve 'mala práctica' en 34 muertes en el Hospital de Leganés
«Probable muerte por sobredosis»
LUIS ANGEL SANZ
En el servicio de Urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés que dirigía el doctor Luis Montes se aplicaron sedaciones terminales inadecuadas, no indicadas y contraindicadas. Lo sacó a la luz una denuncia anónima hace 14 meses; lo corroboraron las primeras investigaciones de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid; lo confirmó la investigación del Comité de Expertos designado por el Gobierno de Esperanza Aguirre y ayer lo reiteró casi con más contundencia, si cabe, un informe elaborado por 11 expertos independientes nombrados por el Colegio de Médicos de Madrid a petición del Juzgado de Instrucción número siete de Leganés.
(.../...)
El exhaustivo informe, que los expertos han realizado durante tres meses con información extraída de las 73 historias clínicas enviadas por el juez, detalla tres tipos de malas prácticas médicas que se cometieron con regularidad en las Urgencias de aquel centro sanitario y hasta en 34 casos. En 20 historias clínicas hubo sedaciones terminales que los expertos consideran «innecesarias y no indicadas» porque los pacientes estaban en coma profundo y no necesitaban medicación. Éste es el primer caso de mala práctica médica.
Como detallan los facultativos, el coma profundo «por definición anula la conciencia» con lo que la sedación nunca está justificada.Como estos medicamentos pueden producir parada respiratoria y la muerte «su administración injustificada supuso un riesgo adicional innecesario para este tipo de pacientes» con lo que es mala práctica porque «genera riesgo sin aportar ningún beneficio».
En otros 10 casos se practicó la sedación terminal sin que existieran síntomas refractarios (los que no pueden ser controlados sin un tratamiento que disminuya la conciencia), con lo que tampoco estaba indicada.
Por último y en cuatro casos, la sedación estaba directamente contraindicada, según los especialistas del Colegio de Médicos.En estas historias se refleja que los pacientes ni siquiera eran enfermos terminales y, además, ninguno tenía síntomas refractarios.En estas historias se refleja que los pacientes no fueron tratados con los tratamientos adecuados a sus dolencias (infecciones, glucosa alta...), y en ocasiones ni siquiera se les realizaron pruebas para efectuar un diagnóstico adecuado. Sin embargo, se les administró por vía intravenosa un cóctel de fármacos que el estudio tilda de «peligroso», normalmente morfina, midazolam y clorazepato.
Eliminar la supervivencia
Como continúa el estudio, los pacientes de estos cuatro casos «si tenían alguna posibilidad de superar el evento que generó su ingreso, la sedación terminal eliminó la posible expectativa de supervivencia».
La última de las conclusiones del informe señala que bajo las órdenes de Montes se produjeron «sedaciones terminales con dosis injustificadamente altas de medicamentos». Pese a ello, «no es posible afirmar con certeza absoluta si la causa directa de la muerte fue la medicación administrada». Como explicaron ayer fuentes médicas, para poderlo demostrar sería necesario haber realizado autopsia a los fallecidos.
Estas combinaciones de clorazepato, midazolam y morfina suponen «un riesgo objetivo de depresión y parada respiratoria» a altas dosis y éstas eran «en general, elevadas». Además, los médicos no utilizaban dosis de carga. Es decir, administraban una alta cantidad de medicamento por vía intravenosa desde el principio de la medicación cuando lo adecuado, señala el estudio, es hacerlo paulatinamente hasta ver con qué dosis remiten los síntomas en el paciente.
Este riesgo cierto de muerte se eleva, además, cuando los enfermos eran de edad avanzada, sufrían dolencias de gravedad clínica o padecían insuficiencia respiratoria y la mayor parte de los pacientes «tenían uno o más de dichos factores».
En 11 casos, las dosis «son tan elevadas que sugieren una posible relación directa con el fallecimiento» o «una contribución muy notable al acortamiento de la vida».
Como alega también el estudio, «no es posible afirmar con certeza que el fallecimiento de ninguno de los pacientes haya sido causado por la sobredosis de medicación, si bien parece probable en algunos casos».
El trabajo de los 11 expertos lleva unos días en manos del juez, que ayer lo trasladó al fiscal del caso y a todas las partes personadas.
El estudio de las historias clínicas también refleja que los médicos que trabajaron a las órdenes de Montes «parecen confundir la aplicación de cuidados paliativos con la aplicación de sedación terminal» y denuncia también «conductas contradictorias entre los diversos médicos». Algunos administraban sedación terminal y el siguiente turno médico eliminaba esa medicación. Cuando volvían los primeros, resalta el estudio, volvían a administrar la medicación en dosis más elevadas, con la muerte posterior del paciente, a veces sólo 30 minutos después de empezar a serles inyectadas las últimas dosis de sedación terminal.
«Criterios opuestos»
Esos «criterios completamente opuestos en la opción terapéutica en el mismo paciente», continúa, «sorprende en una unidad médica en la que varios facultativos deben tratar en jornadas sucesivas al mismo paciente».
El estudio también señala que en 24 casos estaba indicada la sedación terminal, en nueve historias clínicas los expertos no han logrado alcanzar un consenso sobre la indicación o no y en cinco casos no se realizó esa sedación.
El juez citó ayer a la presidenta del Colegio de Médicos, Juliana Fariña, para el próximo día 12 para que se ratifique en el informe.En los días siguientes acudirán al juzgado los 11 autores para explicar su trabajo y solventar las dudas que pudieran surgir sobre el mismo.
Los 11 expertos que han realizado el estudio son profesionales de reconocido prestigio seleccionados por el Colegio de Médicos y hasta ayer mismo no se conocía sus identidades para que pudieran trabajar sin ninguna presión. Entre ellos están José Félix Sancho, jefe del servicio de Oncología Médica del hospital central de la Defensa; Francisco Arnalich, coordinador-jefe de Urgencias de La Paz; Mercedes Cuesta, jefa de la unidad de Cuidados Intensivos y de las Urgencias de la Ruber Internacional; Santos Barrigón, profesor titular de Farmacología en la Facultad de Medicina de la Complutense, o Fernando Gilsanz, jefe de Anestesia de La Paz.
El informe que se conoció ayer confirma los hechos que EL MUNDO fue desvelando a lo largo de marzo y abril de 2005. Este diario dio a conocer las actas de las comisiones de Mortalidad del propio hospital que apuntaban a que había sedaciones «no indicadas», «excesivas» y «contraindicadas». Este periódico también adelantó que el 90% de los pacientes del doctor Montes que habían sido sometidos a sedación había muerto en menos de 24 horas desde el comienzo de la misma, cuando las estadísticas de cuidados paliativos señalan una vida media de los pacientes terminales que oscila entre dos y tres días después de empezar a ser sedados.
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El exhaustivo informe, que los expertos han realizado durante tres meses con información extraída de las 73 historias clínicas enviadas por el juez, detalla tres tipos de malas prácticas médicas que se cometieron con regularidad en las Urgencias de aquel centro sanitario y hasta en 34 casos. En 20 historias clínicas hubo sedaciones terminales que los expertos consideran «innecesarias y no indicadas» porque los pacientes estaban en coma profundo y no necesitaban medicación. Éste es el primer caso de mala práctica médica.
Como detallan los facultativos, el coma profundo «por definición anula la conciencia» con lo que la sedación nunca está justificada.Como estos medicamentos pueden producir parada respiratoria y la muerte «su administración injustificada supuso un riesgo adicional innecesario para este tipo de pacientes» con lo que es mala práctica porque «genera riesgo sin aportar ningún beneficio».
En otros 10 casos se practicó la sedación terminal sin que existieran síntomas refractarios (los que no pueden ser controlados sin un tratamiento que disminuya la conciencia), con lo que tampoco estaba indicada.
Por último y en cuatro casos, la sedación estaba directamente contraindicada, según los especialistas del Colegio de Médicos.En estas historias se refleja que los pacientes ni siquiera eran enfermos terminales y, además, ninguno tenía síntomas refractarios.En estas historias se refleja que los pacientes no fueron tratados con los tratamientos adecuados a sus dolencias (infecciones, glucosa alta...), y en ocasiones ni siquiera se les realizaron pruebas para efectuar un diagnóstico adecuado. Sin embargo, se les administró por vía intravenosa un cóctel de fármacos que el estudio tilda de «peligroso», normalmente morfina, midazolam y clorazepato.
Eliminar la supervivencia
Como continúa el estudio, los pacientes de estos cuatro casos «si tenían alguna posibilidad de superar el evento que generó su ingreso, la sedación terminal eliminó la posible expectativa de supervivencia».
La última de las conclusiones del informe señala que bajo las órdenes de Montes se produjeron «sedaciones terminales con dosis injustificadamente altas de medicamentos». Pese a ello, «no es posible afirmar con certeza absoluta si la causa directa de la muerte fue la medicación administrada». Como explicaron ayer fuentes médicas, para poderlo demostrar sería necesario haber realizado autopsia a los fallecidos.
Estas combinaciones de clorazepato, midazolam y morfina suponen «un riesgo objetivo de depresión y parada respiratoria» a altas dosis y éstas eran «en general, elevadas». Además, los médicos no utilizaban dosis de carga. Es decir, administraban una alta cantidad de medicamento por vía intravenosa desde el principio de la medicación cuando lo adecuado, señala el estudio, es hacerlo paulatinamente hasta ver con qué dosis remiten los síntomas en el paciente.
Este riesgo cierto de muerte se eleva, además, cuando los enfermos eran de edad avanzada, sufrían dolencias de gravedad clínica o padecían insuficiencia respiratoria y la mayor parte de los pacientes «tenían uno o más de dichos factores».
En 11 casos, las dosis «son tan elevadas que sugieren una posible relación directa con el fallecimiento» o «una contribución muy notable al acortamiento de la vida».
Como alega también el estudio, «no es posible afirmar con certeza que el fallecimiento de ninguno de los pacientes haya sido causado por la sobredosis de medicación, si bien parece probable en algunos casos».
El trabajo de los 11 expertos lleva unos días en manos del juez, que ayer lo trasladó al fiscal del caso y a todas las partes personadas.
El estudio de las historias clínicas también refleja que los médicos que trabajaron a las órdenes de Montes «parecen confundir la aplicación de cuidados paliativos con la aplicación de sedación terminal» y denuncia también «conductas contradictorias entre los diversos médicos». Algunos administraban sedación terminal y el siguiente turno médico eliminaba esa medicación. Cuando volvían los primeros, resalta el estudio, volvían a administrar la medicación en dosis más elevadas, con la muerte posterior del paciente, a veces sólo 30 minutos después de empezar a serles inyectadas las últimas dosis de sedación terminal.
«Criterios opuestos»
Esos «criterios completamente opuestos en la opción terapéutica en el mismo paciente», continúa, «sorprende en una unidad médica en la que varios facultativos deben tratar en jornadas sucesivas al mismo paciente».
El estudio también señala que en 24 casos estaba indicada la sedación terminal, en nueve historias clínicas los expertos no han logrado alcanzar un consenso sobre la indicación o no y en cinco casos no se realizó esa sedación.
El juez citó ayer a la presidenta del Colegio de Médicos, Juliana Fariña, para el próximo día 12 para que se ratifique en el informe.En los días siguientes acudirán al juzgado los 11 autores para explicar su trabajo y solventar las dudas que pudieran surgir sobre el mismo.
Los 11 expertos que han realizado el estudio son profesionales de reconocido prestigio seleccionados por el Colegio de Médicos y hasta ayer mismo no se conocía sus identidades para que pudieran trabajar sin ninguna presión. Entre ellos están José Félix Sancho, jefe del servicio de Oncología Médica del hospital central de la Defensa; Francisco Arnalich, coordinador-jefe de Urgencias de La Paz; Mercedes Cuesta, jefa de la unidad de Cuidados Intensivos y de las Urgencias de la Ruber Internacional; Santos Barrigón, profesor titular de Farmacología en la Facultad de Medicina de la Complutense, o Fernando Gilsanz, jefe de Anestesia de La Paz.
El informe que se conoció ayer confirma los hechos que EL MUNDO fue desvelando a lo largo de marzo y abril de 2005. Este diario dio a conocer las actas de las comisiones de Mortalidad del propio hospital que apuntaban a que había sedaciones «no indicadas», «excesivas» y «contraindicadas». Este periódico también adelantó que el 90% de los pacientes del doctor Montes que habían sido sometidos a sedación había muerto en menos de 24 horas desde el comienzo de la misma, cuando las estadísticas de cuidados paliativos señalan una vida media de los pacientes terminales que oscila entre dos y tres días después de empezar a ser sedados.
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