ETA promete 'luchar con las armas en la mano hasta lograr la independencia'
25-09-06
ALTO EL FUEGO / La amenaza de la banda
ETA promete 'luchar con las armas en la mano hasta lograr la independencia'
ALTO EL FUEGO / La amenaza de la banda
ETA promete 'luchar con las armas en la mano hasta lograr la independencia'
Tres encapuchados rubrican con disparos al aire su mensaje en el 'día del gudari' /
El Gobierno lo interpreta como una presión y Zapatero insiste en que la izquierda 'abertzale' tiene que hacer «sólo política» / El PP lo considera el ultimátum final
ANGELES ESCRIVA
VITORIA.- ETA realizó el sábado lo que los expertos antiterroristas han calificado como «una última vuelta de tuerca» dentro del proceso iniciado para el fin de la violencia. La banda terrorista agravó la crisis que caracteriza la situación actual «reafirmando el compromiso de seguir luchando firmemente, con las armas en la mano, hasta conseguir la independencia y el socialismo para Euskal Herria».
A pesar de que las fuentes más involucradas en el proceso aseguran que nada importante ha cambiado o que el Ejecutivo insiste en que la voluntad de la banda de dejar de matar es firme, se trata de un pronunciamiento que, inevitablemente, ha generado preocupación.
(.../...)
De hecho, tanto la escenografía -sin precedentes- como el contenido del mensaje del día del soldado vasco -gudari eguna-, celebrado unos días antes de la fecha estipulada para que coincidiera con los seis meses del anuncio de alto el fuego, constituyen un endurecimiento claro de las posturas que la banda terrorista, teóricamente, ha venido manteniendo desde entonces; un regreso, al menos aparente, a sus planteamientos más maximalistas.
Tres encapuchados en nombre de ETA participaron en un acto convocado en el bosque Aritxulegi de Oyarzun y, ante unas 1.500 personas, leyeron el habitual comunicado que la banda terrorista hace público en estas fechas. Sigue en
El problema es que, si su declaración de intenciones ya fue suficientemente contundente, su modo de subrayarla fue igualmente plástico: realizaron una exhibición de armas que remataron con los correspondientes disparos al aire.
En el mensaje enviado a través de sus tres militantes -y recogido en los diarios Gara y Berria-, ETA quiso hacer llegar su saludo «a todos los luchadores que os habéis acercado a este acto». Del mismo modo que hiciera Arnaldo Otegi en el velódromo de Anoeta en 2004, o Juan Cruz Aldasoro, su compañero de Batasuna, en la manifestación celebrada en Alsasua hace 15 días, los encapuchados reivindicaron el recuerdo y el modelo que para los allí presentes constituyen los etarras que han muerto hasta el momento. Acto seguido, apelaron al ejemplo de «los gudaris» para «continuar sin desistir en la lucha» hasta que Euskal Herria sea libre y «para hacer frente con firmeza a la situación de opresión que se vive en ella».
Finalmente, llamaron a los presentes a reforzar su compromiso individual «para conseguir la independencia», e insistieron en que su intención es lograrlo «con las armas en la mano».
A las Fuerzas de Seguridad del Estado, no les cabe ninguna duda de que ésta es la línea oficial de ETA. Es decir, no se trata de un comando de incontrolados que aprovecharon fecha tan señalada para hacerse notar. La organización terrorista, dicen, pretende con ello presionar al Ejecutivo, y enviar también un mensaje de consumo interno en una fecha especialmente proclive a que se lancen arengas incendiarias sin matices. La banda, que en su historia pasada no había hecho uso de las armas y de los disparos en sus múltiples y estrafalarias puestas en escena, en esta ocasión se inspiró en los usos y costumbres del IRA.
Retroceso
La cuestión es que, con su falta de matiz expresivo, ETA ha vuelto a sus posturas más radicales y ha torpedeado el planteamiento que estableció en el comunicado en el que anunció el alto el fuego indefinido.
En todos y cada uno de sus documentos y de las entrevistas concedidas desde el mes de marzo, la banda terrorista precisaba que la decisión de establecer una tregua había sido adoptada con el fin de favorecer un «proceso democrático» en el que los partidos políticos vascos negociaran un sistema de relación con el Estado que fuese finalmente sometido a la voluntad de los ciudadanos vascos. Estudiadamente, no se hacía referencia ni a la independencia, ni a la autodeterminación, ni a la territorialidad y, precisamente, fue esta circunstancia -larga y arduamente negociada en los meses previos al anuncio de alto el fuego-, la que fue presentada como el gran avance conseguido por los intermediarios del Gobierno y como la gran cesión de la banda. Pero el sábado, ETA se dejó de sutilezas y reivindicó directamente y, de nuevo, «socialismo» e «independencia».
El argumento del mensaje de consumo interno también ha despertado preocupación en los expertos que consideran que el empleado no es precisamente el mejor modo de mentalizar a los más radicales dentro de la izquierda abertzale de las bondades del proceso emprendido.
Aun así, Interior asegura que tiene datos para sostener que éste es un grado más en el pulso establecido por la banda, pero que todavía está dentro de los cauces posibles y que no hay que temer una ruptura del alto el fuego por el momento. «No hay que restarle importancia a un hecho tan escandaloso; hay que darle la entidad que merece, pero también hay que contextualizarlo correctamente y no ser alarmistas», sostienen.
La escenificación y la advertencia de la banda se producen después de que arreciasen insistentes rumores sobre la existencia de un comunicado que los dirigentes de ETA habrían redactado para un próximo fin del alto el fuego. Tanto los miembros del Ejecutivo como los nacionalistas vascos resaltan lo ilógico que resultaría que todo saltase por los aires cuando ni siquiera el Gobierno y ETA han tenido un primer contacto oficial. Un primer encuentro que está teniendo que superar más dificultades de las previstas inicialmente.
ETA y Batasuna quieren que se ponga en marcha la mesa de partidos que aborde la creación de un nuevo marco jurídico-político para el País Vasco y han exigido que, para ello, el Gobierno dé vía libre a la formación ilegalizada sin que ésta tenga que someterse a la Ley de Partidos. El Ejecutivo, contrario a realizar esta cesión, se encuentra inmerso en la búsqueda de la solución a este dilema concreto para desbloquear el proceso. En ese punto parece que estábamos: en la búsqueda de un preacuerdo con Batasuna que ayudase a desbrozar las dificultades. Antes de los tiros, al menos.
El Gobierno lo interpreta como una presión y Zapatero insiste en que la izquierda 'abertzale' tiene que hacer «sólo política» / El PP lo considera el ultimátum final
ANGELES ESCRIVA
VITORIA.- ETA realizó el sábado lo que los expertos antiterroristas han calificado como «una última vuelta de tuerca» dentro del proceso iniciado para el fin de la violencia. La banda terrorista agravó la crisis que caracteriza la situación actual «reafirmando el compromiso de seguir luchando firmemente, con las armas en la mano, hasta conseguir la independencia y el socialismo para Euskal Herria».
A pesar de que las fuentes más involucradas en el proceso aseguran que nada importante ha cambiado o que el Ejecutivo insiste en que la voluntad de la banda de dejar de matar es firme, se trata de un pronunciamiento que, inevitablemente, ha generado preocupación.
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De hecho, tanto la escenografía -sin precedentes- como el contenido del mensaje del día del soldado vasco -gudari eguna-, celebrado unos días antes de la fecha estipulada para que coincidiera con los seis meses del anuncio de alto el fuego, constituyen un endurecimiento claro de las posturas que la banda terrorista, teóricamente, ha venido manteniendo desde entonces; un regreso, al menos aparente, a sus planteamientos más maximalistas.
Tres encapuchados en nombre de ETA participaron en un acto convocado en el bosque Aritxulegi de Oyarzun y, ante unas 1.500 personas, leyeron el habitual comunicado que la banda terrorista hace público en estas fechas. Sigue en
El problema es que, si su declaración de intenciones ya fue suficientemente contundente, su modo de subrayarla fue igualmente plástico: realizaron una exhibición de armas que remataron con los correspondientes disparos al aire.
En el mensaje enviado a través de sus tres militantes -y recogido en los diarios Gara y Berria-, ETA quiso hacer llegar su saludo «a todos los luchadores que os habéis acercado a este acto». Del mismo modo que hiciera Arnaldo Otegi en el velódromo de Anoeta en 2004, o Juan Cruz Aldasoro, su compañero de Batasuna, en la manifestación celebrada en Alsasua hace 15 días, los encapuchados reivindicaron el recuerdo y el modelo que para los allí presentes constituyen los etarras que han muerto hasta el momento. Acto seguido, apelaron al ejemplo de «los gudaris» para «continuar sin desistir en la lucha» hasta que Euskal Herria sea libre y «para hacer frente con firmeza a la situación de opresión que se vive en ella».
Finalmente, llamaron a los presentes a reforzar su compromiso individual «para conseguir la independencia», e insistieron en que su intención es lograrlo «con las armas en la mano».
A las Fuerzas de Seguridad del Estado, no les cabe ninguna duda de que ésta es la línea oficial de ETA. Es decir, no se trata de un comando de incontrolados que aprovecharon fecha tan señalada para hacerse notar. La organización terrorista, dicen, pretende con ello presionar al Ejecutivo, y enviar también un mensaje de consumo interno en una fecha especialmente proclive a que se lancen arengas incendiarias sin matices. La banda, que en su historia pasada no había hecho uso de las armas y de los disparos en sus múltiples y estrafalarias puestas en escena, en esta ocasión se inspiró en los usos y costumbres del IRA.
Retroceso
La cuestión es que, con su falta de matiz expresivo, ETA ha vuelto a sus posturas más radicales y ha torpedeado el planteamiento que estableció en el comunicado en el que anunció el alto el fuego indefinido.
En todos y cada uno de sus documentos y de las entrevistas concedidas desde el mes de marzo, la banda terrorista precisaba que la decisión de establecer una tregua había sido adoptada con el fin de favorecer un «proceso democrático» en el que los partidos políticos vascos negociaran un sistema de relación con el Estado que fuese finalmente sometido a la voluntad de los ciudadanos vascos. Estudiadamente, no se hacía referencia ni a la independencia, ni a la autodeterminación, ni a la territorialidad y, precisamente, fue esta circunstancia -larga y arduamente negociada en los meses previos al anuncio de alto el fuego-, la que fue presentada como el gran avance conseguido por los intermediarios del Gobierno y como la gran cesión de la banda. Pero el sábado, ETA se dejó de sutilezas y reivindicó directamente y, de nuevo, «socialismo» e «independencia».
El argumento del mensaje de consumo interno también ha despertado preocupación en los expertos que consideran que el empleado no es precisamente el mejor modo de mentalizar a los más radicales dentro de la izquierda abertzale de las bondades del proceso emprendido.
Aun así, Interior asegura que tiene datos para sostener que éste es un grado más en el pulso establecido por la banda, pero que todavía está dentro de los cauces posibles y que no hay que temer una ruptura del alto el fuego por el momento. «No hay que restarle importancia a un hecho tan escandaloso; hay que darle la entidad que merece, pero también hay que contextualizarlo correctamente y no ser alarmistas», sostienen.
La escenificación y la advertencia de la banda se producen después de que arreciasen insistentes rumores sobre la existencia de un comunicado que los dirigentes de ETA habrían redactado para un próximo fin del alto el fuego. Tanto los miembros del Ejecutivo como los nacionalistas vascos resaltan lo ilógico que resultaría que todo saltase por los aires cuando ni siquiera el Gobierno y ETA han tenido un primer contacto oficial. Un primer encuentro que está teniendo que superar más dificultades de las previstas inicialmente.
ETA y Batasuna quieren que se ponga en marcha la mesa de partidos que aborde la creación de un nuevo marco jurídico-político para el País Vasco y han exigido que, para ello, el Gobierno dé vía libre a la formación ilegalizada sin que ésta tenga que someterse a la Ley de Partidos. El Ejecutivo, contrario a realizar esta cesión, se encuentra inmerso en la búsqueda de la solución a este dilema concreto para desbloquear el proceso. En ese punto parece que estábamos: en la búsqueda de un preacuerdo con Batasuna que ayudase a desbrozar las dificultades. Antes de los tiros, al menos.
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